—¡Vamos Haru! —grito Mirio por detrás de la puerta, preocupado por que la chica castaña no se hubiese presentado a clase como lo era normalmente. —¡No dejes que la pasión se apague en tu cuerpo!
No recibió respuesta. Así que prosiguió con su plan F.
—¿Haru? —Imito como había visto en una película, una que a Haru le encantaba —¿Y si entrenamos un poco? Ven vamos a entrenar... ya no te puedo ver jamás, ven Haru sal, parece que ya no estas...
Solíamos ser amigos y ya no más, ya no entiendo lo que paso...
¿y si entrenamos un poco? No tiene que ser muy fuerte...
—Eres un idiota, ¿lo sabias? —Rio amargamente abriendo su puerta dejando pasar al rubio quien sonreía bastante entusiasmado. Al menos no había terminado peleando con una bruja de hielo.
Teniendo en cuenta que el Quirk de Haru no era algo relacionado al verano.
—¿Qué sucedió? —Pregunto Mirio, observando todos los paquetes de ramen abiertos, sorprendido de que alguien como la castaña tuviese buen cuerpo a pesar de las calorías que consumía.
—Nada, eso creo... —murmuro sintiendo su naturaleza negativa. Pues Haru y Mirio eran polos opuestos, polos que se complementaban entre ellos, pues, de todas maneras, sin Mirio Haru no sería nadie. Y Mirio... bueno, él era bastante peculiar sobre los sentimientos que sentía hacia su presidenta de clase.
Amor suspendido en el aire.
—¡Oh vamos! —Exclamo, olvidando desactivar su quirk dejando que sus ropas abandonasen su cuerpo. Haru estaba tentada a mirar, pero aun así no desvió sus ojos de los de Mirio.
—¿Por qué eres así? —Se cuestionaba al ver al héroe recoger sus prendas rápidamente sin vergüenza, ya acostumbrado a ser visualizado en público.
—¡Prometo dar mi mejor esfuerzo por averiguar qué te pasa! —Se reverencio perfectamente, sorprendiendo a la heroína que bostezo.
—Si, si... no puedes vivir un día sin mí.
—¡No! —sonrió antes de marcharse dejando galopar el corazón de nuestra protagonista.
—Idiota pervertido... —musito antes de volver a cerrar la puerta, volviendo a su maratón de películas.