Parte 2

1.1K 58 0
                                    


Una luz azul me cegaba y vi que varias formas oscuras se inclinaban sobre mí. Traté de moverme, pero los músculos no me obedecían. Noté que algo afilado se me clavaba en el lado derecho de la cabeza. ¡Dolía! Intenté expresarme de algún modo que ellos pudieran entender, pero no lo conseguí. Un brazo robótico me estaba operando la sien y yo ni siquiera podía gritar. Una lágrima se formó en mi ojo izquierdo y rodó hacia abajo por mi mejilla, pero dudo que supieran de qué se trataba.

Al mismo tiempo, sentí que me tocaban entre las piernas. Abrían, palpaban, examinaban. Rozaron mi clítoris con un tejido áspero que me dio escalofríos. Sentí el tacto de algo frío y húmedo que se introdujo por mi vagina como una oruga, como si tuviera vida propia... y a lo mejor la tenía.

Por entonces el bisturí mecánico se había retirado y, tan rápido como había venido, el dolor cesó. La oruga en mi vagina, que creo que era un tubo, continuaba su examen. A pesar de la situación, no pude evitar sentir que mis músculos se relajaban y la entrada se dilataba un poco. Aquello se parecía menos a una ecografía vaginal que a un coito intergaláctico, si bien es verdad que algo extraño.

Entonces escuché una voz. No había rastro de emoción en ella y sonaba alta y clara, solo que dentro de mi cabeza. Parecía la de un hombre, aunque no podría haberlo afirmado con seguridad.

Saludos, ser humano. La instalación del chip ha resultado positiva, así que ahora podemos comunicarnos. Se te está realizando una comprobación que terminará en breves momentos. Si resulta positiva, pasarás a la siguiente fase.

Se me agolparon las preguntas. Quise medir mis palabras, pero es difícil medir los pensamientos.

«¿Quiénes sois?».

La respuesta no se hizo esperar:

Te encuentras en la nave 34502-X/J de los gorg para misiones de reconocimiento. Hemos detectado que tu raza conoce muy poco acerca del universo y a nosotros nos cuesta proporcionaros respuestas comprensibles, así que te ofreceremos solo la información básica que previamente hemos registrado y traducido.

El flujo de palabras en mi cabeza se interrumpió un instante y fue reemplazado por otra voz más aguda, casi femenina.

Venimos de lo que los tuyos conocen como un sistema solar situado a tres pársecs de Canopus, es decir, unos diez años luz. Por su magnitud, Canopus ha sido siempre la fuente de casi toda nuestra energía interestelar y las posiciones de los cuerpos celestes respecto a esta estrella determinan nuestros desplazamientos por la galaxia. Cuando Canopus se hace visible en vuestro cielo, podemos acudir a vuestro encuentro. De lo contrario, el espacio-tiempo entre nosotros nos resulta insalvable.

De nuevo noté que el corazón se me aceleraba. Agradecí todas las nociones de física cuántica que había aprendido a lo largo de los años y traté de calmarme, sin razonar, sin enjuiciar. Solo tenía que dejarme llevar por aquella voz.

Hace aproximadamente cien mil años terrestres comenzamos a expandir nuestra civilización hacia astros como el tuyo. No esperábamos encontrar vida en esta zona de la Vía Láctea, pero enseguida detectamos potencial para la hibridación en tu planeta. Puede decirse que todos los humanos descendéis de los gorg, aunque las diferencias entre tu raza y la nuestra son inmensas; sin embargo, hay ciertas características que habéis heredado.

El gusano seguía revolviéndose entre mis muslos. Parecía querer conocer cada rincón de mí y se movía hacia fuera y hacia dentro. Detecté que se había puesto caliente y me pregunté si me estaría extrayendo sangre. Fuera lo que fuera, no resultaba desagradable.

«Siempre lo sospechamos. ¿Cuáles son esas características?», pregunté.

Una tercera voz respondió:

Además de una anatomía análoga y una estructura interna similar, nosotros también tenemos dos sexos y también disfrutamos del placer sexual. No obstante, en nuestro caso se trata de una vivencia superior. Por vuestra herencia terrícola, los humanos lo habéis vinculado siempre a la reproducción y a la sociabilidad. Esto no estaba en nuestros cálculos iniciales y nos llena de curiosidad. Acabamos de concluir el examen y nos gustaría saber más acerca de ti; acompáñanos a la estancia anexa.

La oruga se retiró bruscamente y me dejó con cierta sensación de vacío. De pronto noté que había recobrado la movilidad. Me levanté, dispuesta a obedecer, pero un pensamiento cruzó como un destello por mi cabeza: ¿por qué los gorg me habían restringido los movimientos? Al instante, escuché de nuevo la primera voz, esta vez con cierta impaciencia:

No podemos depender del comportamiento errático de un ser humano. El examen es la primera prueba que debemos realizar para recabar datos; la segunda, sin embargo, la dejamos a tu libre albedrío. Si deseas marcharte, te devolveremos a tu base, pero tendremos que borrar determinadas partes de tu memoria y extraerte el chip de comunicaciones. Escoge.

Lo pensé durante un segundo, quizá dos. Abandonar ahora habría supuesto rechazar un paso de gigante para la humanidad. No me importaba que mi cuerpo y mi mente fueran sujetos al experimento. En el fondo, mi individualidad no contaba: yo no era más que un minúsculo engranaje en el monumental mecanismo del universo.

«Acepto».

Alienígenas bisexuales del espacio exteriorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora