IV.

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❝Te cuesta todo lo que eres.❞

La sala de mando, es una sala de alta tecnología, una mezcla entre una sala de reuniones y una sala de guerra, equipada con paredes con voz propia, mapas electrónicos que muestran los movimientos de nuestras tropas en distintos puntos de Panem, si...

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La sala de mando, es una sala de alta tecnología, una mezcla entre una sala de reuniones y una sala de guerra, equipada con paredes con voz propia, mapas electrónicos que muestran los movimientos de nuestras tropas en distintos puntos de Panem, sin embargo, cuando llego nadie nota mi presencia, todos están reunidos frente a una enorme pantalla que está al otro extremo de la sala.

Camino a paso fuerte, apresurada, desesperada por ver a Peeta, como si el en realidad estuviera aquí. Mi corazón late furioso dentro de mi caja torácica, y cuando estoy frente a la pantalla, no puedo simplemente asimilar al Peeta tan sano que veo.

Frunzo el ceño, y mi corazón da un brinco de felicidad. Simplemente no tiene sentido, ¿Por qué tendrían a Peeta de esa manera? Tiene la piel brillante, y está bien alimentado, sin ningún rastro de golpiza o de tortura, como si en realidad no lo hubieran secuestrado. Busco en sus ojos, algún rastro, alguna señal que me haga clamar ahora mismo por su rescate, pero no encuentro nada, lo cual me resulta mucho más extraño, y aunque sea buena señal el hecho de que el este bien, me preocupa, porque sé que en cualquier momento, actuaran, y lo torturaran hasta la locura.

Caesar y Peeta intercambian algunas palabras de saludo, hasta que la verdadera entrevista comienza. Habla sobre la última noche en la arena, que honestamente no parece tan lejana, habla sobre cómo se siente estar ahí, habla sobre el precio que hay que pagar cuando matas a una persona inocente.

— Una vez en la arena, el resto del mundo se vuelve lejano. —Dice. — Todas las cosas y personas que amas o que te importan casi dejan de existir. El cielo rosa, los monstruos de la jungla y los tributos que quieren tu sangre se convierte en tu realidad, en la única que importa. Por muy mal que eso te haga sentir, vas a matar a otros seres humanos, porque en la arena solo se te permite un deseo, y ese deseo es muy caro.

Yo asiento, casi como si estuviera hablando con él.

— Te cuesta la vida. — Dice Caesar.

— Oh, no, te cuesta mucho más que la vida. ¿Matar a gente inocente? Te cuesta todo lo que eres.

— Todo lo que eres. —Repite Caesar en voz baja.

El silencio se expande a través de toda la sala y se vuelve abrumador.

— Así que te aferras a tu deseo. —Sigue Peeta. — Y esa última noche, sí, mi deseo era salvar a Katniss, pero, aun sin saber lo de los rebeldes, había algo que fallaba. Todo era demasiado complicado, me arrepentí de no haber huido con ella antes aquel mismo día, como me había sugerido. Sin embargo, ya no había forma de evitarlo.

Phoenix ➽ Finnick Odair [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora