II.

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Realmente lo siento, por todo

Me veo sumida en un sueño bastante profundo y milagrosamente mi mente no fabrica ninguna de sus macabras pesadillas, fue una de esas noches en donde no sueñas nada, y sientes que tu mente logra descansar, y verdaderamente, lo hace

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Me veo sumida en un sueño bastante profundo y milagrosamente mi mente no fabrica ninguna de sus macabras pesadillas, fue una de esas noches en donde no sueñas nada, y sientes que tu mente logra descansar, y verdaderamente, lo hace.

Cuando despierto, lo hago a causa de murmureos en la habitación, y me veo cómodamente envuelta en las sábanas blancas del hospital, y logro sonreír un poco, hasta que caigo en la cuenta de donde estoy, y como llegué aquí.

Mi estómago se encoge. Abro los ojos.

Con mucha lentitud, logro sentarme, mientras me friego los ojos con las manos hechas puños, bostezo.

— Buenos días, bella durmiente. —Canturrea la voz de Malcolm, mientras siento un peso hundirse en la cama. Aparto las manos de mis ojos y lo miro.

— Gracias por lo de bella. —Malcolm pone los ojos en blanco, yo sonrío.

— ¿Cómo te sientes? — Pregunta, y es el momento exacto en que mi estómago ruge.
Malcolm sonríe divertido.

— Espero que eso responda a tu pregunta. —Le digo y él asiente. — Pero fuera de eso, siento a mi nuca arder levemente.

— Es normal, sin mencionar de que es una buena señal— Contesta. — Las células comienzan a cicatrizar el corte, por lo que hay una leve concentración de sangre en ese lugar, después de todo, es una herida.

Yo asiento, poco después, recorro con la vista por la estancia, y cuando mi cerebro logra prestar atención, me doy cuenta de que estamos en una habitación más pequeña de lo que estábamos en la noche anterior, y solo hay una cama al lado de la mía, no cuatro, como en la noche anterior.

Y antes de abrir la boca, Malcolm ya tiene la respuesta que necesito.

— Llegamos al distrito trece. —Dice, y para mi cerebro es algo confuso de asimilar la noticia por la rapidez con la que la dijo.

Mis cejas se levantan.

— ¿Tan rápido?

— Bueno, en realidad llegamos como quince minutos después de que te dormiste, así que para no despertarlos, trasladamos las camas lo más silenciosamente que pudimos. — Él aprieta los labios. — Si, sé que es mucha información para tu cerebro recién despierto.

Sonrío un poco, mientras asiento con los ojos cerrados.

Miro hacia la cama vacía, y hago una mueca. — ¿Dónde está Devon? —Pregunto, ya dado por hecho que él ocupa ese lugar.

— Aquí por supuesto. —Contesta su voz. Yo elevo el cuello por sobre el de Malcolm, y lo veo entrar, mientras camina casi rengueando. Él me regala una sonrisa, pero no dura mucho hasta que llega a su cama, y hace una mueca de dolor al subir su pierna izquierda en el colchón.

Phoenix ➽ Finnick Odair [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora