CAPITULO PRIMERO, "El cartero".

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Eran las siete y media de la mañana del trece de agosto cuando salia de Barrero, y llegaba a Itacurubí en unas horas después. El camión de mudanzas anuncio que llegaría  a las cinco de la mañana; sin embargo llegaron dos horas después. Itacurubí era hermosísimo, al menos por lo que pude ver a través de los cristales del auto y después, al pasear por sus calles. No podía alejarme de la compañía de mudanzas que se había detenido a tomar un descanso, pues partiríamos enseguida rumbo a mi nueva casa recién comprada. Poseía ondulantes colinas revestidas con bellos bosques frescos, bastante diferente de donde yo venia, mi nariz no percibía el molesto y peculiar olor de la "chipa barrero"  una de las razones por la que había abandonado mi ciudad, aunque no tanta como desearía. Aunque el ruido de los vehículos era algo a lo que estaba acostumbrado, al llegar a mi nueva casa, no pensé que lo extrañaría..

Llegamos como a la una de la tarde, era una pequeña pero pintoresca casa  de dos plantas rodeada por algunos arboles, aunque junto estaban algunas casas igual de bonitas, solo que mas grandes. Luego de despedirme de la mudanza, me dispuse a abrir una pequeña jaula para mascotas en donde se encontraba mi compañera inseparable, Floopy. Era una pequeña perrita blanca con manchas color caramelo, tenia el cuerpo cubierto con un largo pero fino cabello que era muy agradable al tacto, aunque requería bastantes cuidados, era bastante apegada a mí y a pesar de tener seis años era bastante juguetona aunque no le agradaba nadie que no fuera yo y otros conocidos que me visitaban de adolescente. Ladro feliz al salir de aquella prisión momentánea y empezó a olfatear con brusquedad e insistencia el piso, las cajas, plantas, en fin, todo lo que nos rodeaba. El movimiento de su cola me hizo saber que estaba feliz por el nuevo patio que ofrecía la nueva casa. Termine de acomodar los pocos muebles y cajas que deposito la mudanza con tanto esmero, y por esmero quiero decir que me alegra no tener nada de vidrio que sea importante sentimentalmente, si era mi madre, de seguro ya se hubiera lanzado mil juramentos y maldiciones a aquellos empleados tan poco dispuestos en realizar bien un trabajo.

Miré satisfecho la ubicación los muebles de la planta de abajo, la cocina y la sala eran importantes en mi nueva vida solo. Subí las escaleras rápidamente con Floppy siguiéndome los pasos cuidando mi espalda en la nueva casa. El baño se encontraba en la esquina del pasillo a la izquierda, mientras que mi habitación estaba en frente de la escalera. No había nada interesante que apreciar en ella, solo  un escritorio pegado a la ventana con una pequeña lampara que alumbraba y atrás de ella una amplia cama con sabanas blancas recién extendidas. Floopy brinco en ella como de costumbre, siempre dormía conmigo en las noches, aunque sabia que una nueva vida requería nuevas reglas, cambios. Al salir cerré la puerta tras mio , de noche ella debe dormir en la cocina y salir por la pequeña abertura que estaba en la puerta de la cocina de atrás. 

Eran las cuatro y media de la tarde, aprovechando cierta ociosidad en mis visitas al centro de la ciudad, me acerque a los supermercados comprando varias cajas de comida para recalentar así como también ingredientes para prepararme sándwiches de varias formas posibles. Viviría solo, si..bueno a mi modo, no soy de los que se introducen tanto en la cocina,pienso que para un propósito creamos elementos como microondas o mixteras; un milagro para hombres como yo, por supuesto también varios kilos de comida para mi compañera.

Debido a las cosas que compre en un arrebato de estupefacción, era bastante difícil llevar todas las cajas y bolsas a mi casa. A pesar de ser una ciudad bastante tranquila..bastante diría yo, no se podía visualizar alguna forma de acercarme a mi casa, como un taxi o algo por esos lares.

Para mi sorpresa, bastantes lugareños me ofrecieron ayuda a cargar con mis cosas pero gracias a lo alejado que se encontraba mi hogar, muchos se retiraron. Finalmente uno de ellos con una camioneta consigo, amablemente me acerco a mi casa, y vaya sorpresa al darme cuenta de que se trataba de mi vecino nuevo. Era un hombre joven como de 27 años, tenia una familia de cuatro integrantes y trabaja en el centro de la ciudad de itacurubí, se llamaba Hugo, y era muy amable y gracioso. Me ayudo a meter las cosas en la casa y insistió en presentarme a su familia que eran igual de amigables que Hugo. Su esposa una pintoresca mujer con un largo cabello que le llegaba hasta la cintura me pidió que me quedara a cenar un delicioso estofado de cerdo acompañado de un vino que no me negué a tomar con gusto. Hablamos un poco de mí, aunque no di muchos detalles por el motivo de la mudanza, solo me limite a decir que era un universitario que termino recientemente la carrera de ingeniera y decido independizarse  de sus padres, aunque no muy lejos como hubiera preferido. Pregunte por el barrio y me dijeron que era bastante tranquilo hacia unos años, pero recientemente un edificio fue ocupado por una "gitana", que aunque no traía problemas no solía mostrarse mucho afuera del misterioso edificio. 

La carta de un muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora