CAPITULO NOVENO,"La ultima Pagina"

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 Era el amanecer del sexto día en las celdas, por primera vez, pude dormir sin temor ni presión de ningún tipo, cuando esa puerta se cerro, y supe que Luca me había oído,me sentí aliviado, como cuando terminas de recorrer un camino que no parecía tener final. En unas horas, traería la prueba de mi libertad, aunque no estaba seguro que decía esa ultima pagina de la carta, pero eso no es que importe mucho, ¿no?

La mañana transcurrió tranquila, al parecer, al igual que ayer la presencia de los oficiales era opaca, solo vi a uno en el recibidor y a otro a fuera del departamento por la ventana, llegaron las doce del mediodía, y recibí mi habitual bandeja de comida. Mientras la comía, me sentía extraño, como si de nuevo, esa sensación de algo incomodo me inundara, me preguntaba por que no había noticia de luca con la carta, tal vez sea difícil;¿aun no ha conseguido los permisos correspondientes para ingresar a la escena del crimen?. Me sentí extraño al pensar eso, ¿escena del crimen?¿ Mi casa?

Perdí el apetito, baje la bandeja en la mesa, y me recosté en la pared, estaba atento a cualquier sonido del pasillo, esperaba algo, esperaba mi libertad. Entonces escucho algo parecido, el golpe de las celdas que solo significa una cosa...

- Oye, tienes visitas.

¡Por fin! era todo, mi corazón se aceleraba, caminaba lo mas rápido que me permitían mis piernas, de nuevo entre en la habitación de visitas, todo seguía igual, pero de alguna forma no tan agobiante como la primera vez. Escucho el sonido de las esposas en mis manos, pero que importaba..¡pronto seria libre!

El guardia salio de la habitación, me quede mirando la puerta esperando que la figura de luca apareciera con un rostro sonriente y con la autorización de que salga de la cárcel. ¿Y que creen? no era el, en su lugar apareció cesar, el padre de Diana.

No me moví un centímetro, baje la cabeza nervioso, escucho la puerta cerrarse y a el señor Cesar tomar asiento. El silencio fue absoluto por unos minutos, pero acabaron cuando el inicio la conversación.

- No vine aquí a insultarte, ni pedirte que vayas al infierno como se supone que debería hacerlo- indico- Pero de alguna forma, sé por que mataste a mi hija.

Sentí una arranque de cólera, pero decidí ocultarla apretando la mano.

- Yo no lo hice, ella fue una gran amiga para mi, nunca le haría daño de alguna manera.

Mi respuesta lo hizo suspirar, se arrellano en el asiento y me miro de nuevo:

- ¿Crees que eres el único que dice eso?- pregunta con voz ronca- No, no lo eres, estoy seguro que sabias de la herencia y los deseos que tenia ella de ser libre, es por eso que lo hiciste ¿no?- hizo una pausa y llevo una mano en la boca, al parecer tanto palabrerio le había dejado con la garganta seca y empezó a toser.

No dije nada, solo eran palabras de un hombre enojado, solo faltaba un poco para quedar libre, la carta es la prueba. Pero, me sorprendió escuchar sobre la herencia, recordé lo que había dicho en mi casa ese día, ¿herencia? según me había dicho a diana la desheredaría, a cambio de encontrar a un nuevo heredero.¿ Acaso esa es la razón por la que sospechan de mi? ¿Dinero?

- ¿Acaso cree que mataría a mi amiga por dinero?!- dije impulsivamente

- Los hombres pueden hacer cosas horribles por dinero- dijo con cautela.

- Que quieres decir?- pregunte nervioso levantando la cara.

- ¡No te hagas el idiota!, ya esta, ella esta muerta y dentro de dos días llegara la modificación de la herencia!- dijo con enfado- y te juro que si en ella figura tu nombre, considérate muerto Fabian. Podía notar el calor que desprendían las palabras, como el fuego de una estufa de leña que acaricia la frente y las mejillas, era odio, odio puro.

La carta de un muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora