CAPITULO TERCERO: "Ojos y garras"

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Me temblaban las manos y a juzgar por el rostro de sobresalto que tenia Hugo, yo debía estar en pésimas condiciones. Pasando unos minutos observando mi habitación iluminada por la entrada del  sol por la ventana, comprobé que todo se trataba de una pesadilla. Si, eso debía ser, pero,¿ por que no dejo de temblar?. La sensación de Diana estrujando mi garganta era demasiado real, los sonidos, su tacto, todo. No podía persuadir a mi cuerpo de que solo fue un sueño y eso me aterraba aun mas.

Con la ayuda de mi vecino logro llegar a la sala, en donde me recuesto en el solitario sofá que estaba cerca del teléfono. No me sentía yo mismo. Las emociones me inundaban y no sabia que hacer con ellas, como si alguien había roto algo que era muy delicado dentro de mí ,duda, confusión y miedo... rápidamente siento algo caliente en las manos, era una taza de café humeante hecha por Hugo. Debido al estado de mi cuerpo excitado y sobresaltado, no podía sujetarlas con firmeza y la coloque en la mesita que se encontraba enfrente mio. Fue allí que levante la mirada y pude ver el rostro de mi trastornado vecino, estaba casi pálido, sus ojos parecían observar algo, algo que estaba muy asustado, y ese era yo.En sus manos estaba un teléfono y parecía que estaba dispuesto a marcar un numero en ellos.

- Debería llamar al hospital- dijo nervioso- Es como si no estuvieras aquí, no se que fue lo que te ha pasado, pero necesitas ayuda amigo.

Lo entendí por un momento, yo hubiera hecho lo mismo ante esta situación, pero llamar al hospital por una pesadilla no es algo que tomen con tanta apertura.

- Estoy bien- dije tratando de relajar mi cuerpo- Solo fue una mala noche, no es que estuviera herido o algo, pero agradezco tu preocupación.

Su rostro parecía un poco mas calmado después de mis palabras, realmente era un vecino muy amable.Seguimos conversando de otros temas, aunque me di cuenta que cambio el tema de la conversación forzosamente, intentando hacer que la olvide, por ello ni siquiera pregunto lo que me había pasado por temor a que pudiera revivirlo. Pasando algunos minutos, el teléfono de Hugo sonó, por le tono y la forma de hablar parecía que provenía del trabajo. Mire el reloj un tanto desconcertado de  la que hora podía ser, eran mas de las diez de la mañana.

- Perdón, pero me han llamado del trabajo- dijo tratando de quitarle importancia- ¿Estarás bien por tu cuenta?.

- ¿No soy un niño que llorara por que lo dejan solo o si?- le respondí de forma sarcástica- Ve a trabajar, muchas gracias por todo.

Lo acompañe hasta la puerta y para mi sorpresa esta estaba forzada, Hugo se disculpo y me adelanto el pago por el seguro, la había forzado al escuchar mis gritos y los ladridos  de Floopy, también dijo que su esposa e hijos estaban preocupados por mi. Me disculpe de nuevo en la entrada y Hugo ya había pasado a su casa un tanto veloz por llegar al trabajo.

Suspire, cerré la puerta tras mio y coloque una silla para atrancarlo, las próximas horas me dedique a llamar a un profesional para reparar la puerta. Preferentemente esta llego bastante rápido, así como también compre las bombillas prometidas del día anterior y las instale en mi habitación. Me senté en el sofá de nuevo, no podía ver mejorías en mi estado, me pare y contemple la casa, algo me inquietaba.Era como si una tenue luz estuviera proyectando unas extrañas sombras en los rincones de la sala. Oyó el aire acondicionado, y mas allá, los ruidos apagados de la calle, pero aparte de eso, solo un silencio agobiante. 

Algo suave rosa mis piernas, era Floopy, al parecer tenia deseos de salir a pasear, no solo ella, también yo.

Eran las cinco de la tarde, coloque a floopy la correa de color rojo que acostumbra usar al pasear y nos dirijamos al parque de la ciudad. Quería un poco de aire fresco, después del episodio de esta mañana, me inquietaba ir a casa. Note que la plaza publica contaba con varios arboles, también de hamacas y otros juegos que estaban habitados por niños de todas las edades, una cancha en donde algunos adolescentes jugaban algún partido y pasajeros que esperaban algún transporte. Todo era técnicamente colorido aquí, o así debería verlo, pero me pregunto por que los colores se tiñen de algo oscuro y el ambiente es pesado. Observaba nervioso a mi alrededor; lo que me rodeaba no era pintoresco como la primera vez...La forma en como sentía todo era algo sombrío.
Llegue a una banca en la cual mi cuerpo cayó por entero agradeciendo el descanso por las seis vueltas consecutivas que dimos. Floopy movió la cola y rápidamente empezó a merodear a cierta distancia de donde yo estaba sentado. Trate de relajarme y pensar fríamente la situación en la que estaba.  Recibí una carta extraña de mi primo que no vi hace un dos años después de la universidad; comenta que morirá y también la repentina muerte de mi amiga Diana le había dado un toque de sorpresa, descartando casi por completo la posibilidad de una broma.
No logre reunir más información, y por un momento me asalto de nuevo el recuerdo de aquella pesadilla, toque mi cuello como si aún sintiera el lugar en donde estrujando sus manos casi me mata; Diana, por que moriste?.
Mire hacia arriba, los árboles eran tan tupidos que cubrían el cielo como si fuera un techo; una suave brisa pasajera me hace recordar los viejos tiempos. No tan viejos, pero sí; hace unos años, en la universidad.
Yo estaba en cuarto año de arquitectura; joven y solitario me enfocaba en los estudios para olvidar la caótica situación familiar que estaba atravesando. Mi tío falleció de un ataque al corazón cuando fue de pesca en un arroyo. Pudo haberse salvado si estuviera acompañado, pero su hijo no quiso hacerlo. En el funeral lo conocí, a Sebastián. De la misma edad que yo; con los mismos problemas, no tardamos en llevarnos bien y apoyarnos. El estudiaba psicología forense,era bastante listo, aunque lo reprendía constantemente por no tener una actitud sería y más responsabilidad hacia los demás. Éramos cercanos incluso en la universidad, y en los descansos nos pasamos gastando bromas hacia los profesores y sus clases aburridas. Gracias a él, pude disfrutar de una vida universitaria normal. Hasta que la conocí. Trasladada de otra universidad Diana era una persona bastante amable pero explosiva en ocasiones; no logro recordar con claridad del porque empezamos a hablar, pero nos  llevábamos bien. En los almuerzos y descansos estábamos juntos y nuestra compañía se volvió normal, luego también  le presente a Sebastián aunque este al principio no fue muy abierto con ella, con el tiempo cambio. Ella fue  más abierta también; revelando una familia adinerada y formal pero conflictiva. Estaba en la misma que nosotros. Pero a diferencia de su familia,  ella deseaba una vida libre de las cadenas que el dinero imponía sobre ella.
Recordé lo que había pasado entre nosotros; más que amigos no me percate de la forma en la que ella me miraba. Un día en los descansos se me declaró, aunque tuve que rechazarla, por más que la quería, no podía verla más que como amiga.
Aunque no se molestó, me percate que me evadía, y sustituyó mi compañía por la de mi primo.
Término el año de esa manera, ellos desaparecieron, como si la tierra se los hubiere tragado, por mucho tiempo pensé que era mi culpa y aun quería enmendarlo, pero, ¿como lo haría?¿ Y que ahora esto este pasando? No puedo evitar sentir que esto es un castigo por las malas decisiones de mi pasado. 

La carta de un muerto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora