Cuando Jaz abrió los ojos de nuevo, fue en otro lugar. Era una casa sencilla muy parecida a aquella en la que él había pasado su infancia. Pero muy poco tardó en contemplarla porque inmediatamente se quiso levantar, acomodándose en la cama en la que estaba para sentarse, y empezó a gritar desesperado:
—¿Y Deny, dónde está Deny?
Una voz muy familiar le respondió:
—¡Cállate, que la vas a despertar! Claro, si te refieres a la de ojitos ovalados que estaba contigo.
Impresionado por ver quién era el que le hablaba, Jaz expresó su asombro:
—¿Cecilid? ¿Hermano? ¿Qué haces aquí?
—Pues viendo tu bonita cara, tonto.
—¡Tonto tú! Ya, en serio ¿Qué pasó?
—En primer lugar, llámame Cid, que no estoy solo. En segundo lugar, pues estás aquí porque Kyra y yo llegamos a tiempo para encontrarlos con vida y ayudarlos cuanto antes.
—¿Kyra? ¿Es tu compañera de viaje?
—Sí, desde hace muy poco. Creo que fuiste más rápido que yo hermano. Al fin admito que me llevaste la delantera. Pero vaya, sí que has jugado con fuego. Ah, mira, Kyra es ella, la que está con tu amiga.
Jaz miró hacia donde Cid le indicó y se dio cuenta que aquella de quien hablaba era la de ojos lilas que lo había salvado del espectro cuando iba al cañón. Aquello era como un sueño difícil de creer.
—¿Kyddora?
—Ahora llámame Kyra, que no estoy sola.
—Impresionante —exultó Jaz.
—Eso estuvo cerca, eh, Jaz. Tu compañera y tú casi mueren. Pero gracias a Dios están bien. A propósito, muy lindo el lugar donde nacen las estrellas. Jamás me imaginé que estuviera por ahí.
Jaz no lograba salir de su asombro. Cerró sus ojos y con sus manos se frotó para cerciorarse de que esto no era un sueño. Cuando escuchó lo que dijo Kyra, especialmente aquella parte cuando dijo: «Gracias a Dios están bien», reconoció que Dios había escuchado su plegaria. Cid interrumpió su momento de reflexión.
—Kyra me contó que tú también te me adelantaste en hacerle la invitación especial eh.
—Sí, lo hice. Perdón Cid. Perdón también a ti Kyra.
—No pasa nada —dijo Kyra.
—Tonto, ella no te aceptó porque sabía, por tus ojos grises, que aún estabas vinculado a alguien más —aclaró Cid, mientras Deny aún seguía dormida.
—¿Cómo fue que pasó todo esto? —preguntó Jaz.
Kyra y Cid se vieron a los ojos, y con solo mirarse acordaron contar lo sucedido. Cid fue quien tomó la palabra:
—Como puedes deducir, no me fue bien en el desierto. No encontré a ninguna del mismo color de mis ojos. Anduve errante en mi viaje hasta que llegué al templo. Siempre he dicho que todos los caminos llevan a Dios. Solo que hay dos respuestas posibles al encontrarse con él: invitarlo a que él nos acompañe en lo que resta de la vida, o ignorarlo y seguir por nuestra propia cuenta. Fue ahí cuando conocí a Kyddora y ella me hizo darme cuenta de mi gran prejuicio, sin decirme una sola palabra al respecto. Pronto la invité a que fuéramos compañeros de viaje y ella aceptó.
Cid vio a Kyra, induciéndola con ese gesto a que ella continuara. Ella accedió, queriendo relatar el resto de la historia:
—Entre las muchas cosas que hablé con Cid estuvo la de su historia y su familia, en la que estabas tú. Fue entonces cuando le conté sobre ti y el hecho de que ya nos habíamos conocido. Le externé mi preocupación sobre tus ojos con color gris, y decidimos ir a buscarte. Nos costó dar contigo, pero hay ciertas cosas que solo con la intuición se logran. Atravesamos la caverna de los cristales y después de caminar mucho llegamos al puerto, cuando vimos un haz de luz que se vislumbró como un rayo cuando cae del cielo. Cid y yo supimos que se trataba de una de las trampas de los espectros y deducimos que también se trataba de ti. Por suerte, en el faro del puerto hay dos barcas, una a cada lado. Vimos que una ya no estaba. Entendimos que era la que habían usado ustedes. Nos fuimos en la otra. Al final ambas nos servirían para volver. Cuando llegamos al lugar majestuoso en el que ustedes estaban, vimos la escena tuya con los espectros. Nunca había visto como eran. Nos fue posible verlos porque estaban teniendo contacto con una gema, lo que los hace visibles a todos. Wow, Jaz, qué valor.
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Gema, en busca de la plenitud
SpiritualEn una cultura de descarte, donde lo que ya no sirve se tira a la basura, corremos el riesgo de que el amor pierda su esencia y su valor. El joven de hoy no escatima para poner en juego su corazón y exponerlo a múltiples heridas. Hay quienes cuidan...