Capítulo 14 Tus sueños también son mis sueños

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Las estrellas ascendían con la noble aspiración de dejar con su existencia un gran legado, cual soldados que se enlistan para defender a su patria. Su animoso centelleo desprendía un gran fulgor que pintaba todo de blanco. La blancura de la nieve se quedaba pequeña ante aquel esparcimiento de luz, de cuyos halos se desprendían escarchas constantemente, dispersándose en todo el perímetro visible y cayendo como brisa a todo el derredor. Jaz perdió de vista a Deny por no dejar escapar ningún detalle de aquel espectáculo de la naturaleza, y tan grande fue su embelesamiento que no se percató de que ella lo había dejado de acompañar para dirigirse al cráter. En un arrebato de presentimiento volvió sus ojos hacia donde ella estaba para contemplar su rostro, pues quería ver en éste el reflejo de tan fascinante luz. Al no encontrarla donde creyó que lo haría, movió su cabeza, desesperado, para localizarla con la vista. Entonces la vio ya muy cerca del cráter. Mejor dicho, lo que pudo ver fue su silueta, pues ante tanta luz, todo su cuerpo estaba pintado de negro, pero a la vez siendo consumido por el resplandor.

Corrió inmediatamente hacia ella y predijo lo que estaba a punto de hacer. La conocía muy bien y sabía que en su lugar también haría lo mismo, considerando que toda su vida ella lo había deseado. Miles de imágenes, como fotografías, aparecieron en su mente. Recordó los instantes más lindos vividos a su lado, y por un momento temió que nunca volvería a repetirse algo similar. Mientras corría sentía que su amor por ella crecía de una manera incontrolable. No era el mejor escenario para pensar en evitar excesos. Esta vez era todo o nada. Llegó a sujetarla por la cintura justo a tiempo, antes de que ella, ya con su brazo estirado, consumara lo que su asombro había inspirado. Aquello que Jaz sentía era una sensación de aturdimiento total. No sabía si había actuado por amor o por egoísmo. Por su mente pasaron aquellas palabras que por poco lo hicieron caer desmayado:

Créemelo Jaz. Si pudiera tocar una estrella, no me importaría si fuera lo último que hiciera en mi vida.

Deny no llegó a tocar ninguna de las estrellas nacientes. Jaz la haló y cayeron sentados en el caluroso sitio cercano al cráter. Ella contemplaba las estrellas con una tristeza evidente. Él, con el mismo sentimiento, la abrazaba por la espalda sin poder ver sus ojos. Tuvo que pasar mucho tiempo para que Jaz dijera algo:

—Ibas a hacerlo, ¿verdad? Ibas a tocar una estrella.

Deny no contestó con palabras, sino con un movimiento de cabeza con el que asentía a su cuestionamiento.

—¿Porqué Deny? ¿Por qué ibas a hacerlo sabiendo que era lo último que harías? ¿Acaso no pensaste en mí ni un momento? ¿Cómo crees que me iba a sentir viéndote morir de esa forma y en mi presencia? ¿Creíste que yo te iba a permitir hacerlo?

—Debiste permitirlo, Jaz —respondió ella, exaltada y con resentimiento —. Te amo, pero sabes que yo no te he hecho bien. Hubiera sido bueno para los dos. Yo hubiese visto cumplido mi sueño y tú hubieses tenido la oportunidad de ser feliz otra vez.

—¿Qué es lo que dices Deny? Yo soy feliz a tu lado. Ya te perdí una vez y no pienso perderte de nuevo... ¿Me entiendes? No vuelvas a intentarlo, por favor. En verdad, te amo y quiero estar contigo. No quiero perderte, no otra vez y menos para siempre.

Deny sollozaba. Por primera vez parecía que se podía no solo escuchar sino sentir, como se siente el viento, su llanto. A pesar de que ahí donde estaban no hacía frío, ella temblaba. Y temblaba como nunca antes se le había visto temblar. Era toda su alma estremeciéndose. Su gema, a pesar de no poder verse, hacía sentir su presencia. Estaba ocasionando que el pecho se le inflamara, demostrando con eso que quería convertirse en una estrella más y emprender su viaje al cielo. Jaz no podía ser indiferente a sus sentimientos. Sabía que lo que Deny vivía en ese momento era complicado. Quiso acompañarla, ofrecer lo poco que tenía e intentar cumplir su sueño.

Gema, en busca de la plenitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora