3. Buena suerte, rubita

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Narra Taylor

Los rayos de sol entraban por mi ventana sin previo aviso, ¿por qué no había cerrado las persianas cuando pude? Suspiro intentando levantarme, algo nulo por supuesto, y recogí mi cabello en un moño bastante alto.

-Cariño, ¿estás despierta? -La voz de mi padre hizo eco en la habitación y me di la vuelta para mirarlo enfadada, todavía no entendía a que venía lo del viaje.

-No, estoy sonámbula. Así que si no te vas, pienso tirarte mi despertador a la cabeza. -Escuche un suspiro de su parte y cerró la puerta de nuevo.

Joder, esto de ser borde por la mañana no me viene bien, me saldrán arruguitas del estrés. Son las 6:15, por lo tanto tengo dos horas para prepararme, osea que no me da tiempo. ¿A quién se le ocurre tomar un avión a las 9 de la mañana?

-¡Mamá, no encuentro mis botas de fútbol! -de nuevo, Valerie perdiendo botas de fútbol. ¿Qué le pasaba a esa chica? ¿Acaso no sabía que era ser una mujer?

Niego con la cabeza decepcionada, ¿por qué tenía unas hermanas tan idiotas? Me daba vergüenza incluso que me vieran con ellas, pero de algo estaba segura. Estas vacaciones no me verían cerca de ninguna de las tres, no soportaría quedar en ridículo de nuevo por su culpa.

Después de una hora y media para arreglarme estaba perfecta para el largo viaje que nos esperaba. Pero, definitivamente, el destino me odia y ahí, justo parado en el marco de mi puerta, estaba el mismísimo Aaron Rodríguez. Lo conozco desde que éramos unos críos, todo el día corriendo de una lado para otro y aliándose con Emily para gastarme bromas asquerosas. Pero nuestra relación ya había pasado a otro nivel de odio cuando decidió pegarle una paliza al que era mi novio en Primaria. Sin razón aparente, simplemente decidió desfogarse con el primer chico que vio y, a pesar de que ni siquiera éramos novios realmente, me molesto mucho que lo hiciera. Es un estúpido arrogante que piensa que con sus ojos azules como el cielo y esa sonrisa perfecta puede conquistar a cualquiera... espera, ¿qué acabo de decir?

-Hola, preciosa niña de papá -un escalofrío recorrió mi piel al tenerlo tan cerca, ¿cómo había llegado desde la puerta hasta mi lado tan rápido?

-Cierra la boca, Aaron. Fuera de mi habitación, no pienso aguantarte aquí también. -mi voz era dura y bastante fría, en serio odio a ese chico y más cuando pone esa sonrisa burlesca mirándome.

-Sólo venía a decirte que voy a arruinar tus vacaciones completamente... -movió mi cabello hacia un lado para susurrarme algo al oído con un cierto toque de odio. -Así que buena suerte, rubita.

Oh dios, esto era la guerra. Le di un gran empujón para que se hiciera a un lado y le puse mi mejor cara de odio, no era violenta ni mucho menos. Nada de romperme las uñas por un tío tan patético como éste.

-Escuchame bien, idiota, alejate de mí. Más te vale no acercarte o... -me quedo pensando unos segundos y escucho su grave risa, sonaba tan diabólica.

-Cuando se te ocurra una buena consecuencia me llamas, rubita, estaría encantado de estar contigo en tu habitación... a solas. -Vi como se iba riendo mientras mis mejillas se sonrojaban tan ferozmente que no sabía si explotaría de la rabia o de la vergüenza.

Será cerdo...

~0~

-Chicas, ¿lo lleváis todo? -Las cuatro asentimos con aburrimiento, odiaba tener que repasar los pasaportes dos veces cada cinco minutos.

Estábamos en el aeropuerto, nuestro avión estaba a punto de salir y ni siquiera nos hacíamos una idea de hacia dónde ibamos. Sólo me han dicho que hay mucho sol y unas playas de ensueño, así que estoy más que gustosa con la idea. Aunque Aria lleva quejándose desde que se levantó, se niega a ir a la playa porque se le llenaran los libros de arena...¿va en serio? ¿Por qué no para de estudiar ni en vacaciones?

Ruedo los ojos al ver al idiota de Aaron abrazando a su madre, ¿por qué tenía que venir? Sé que mis padres lo querían como a un hijo más, pero es que ellos no lo conocían como yo. Ellos no saben lo estúpido que es.

-¿Nos vamos ya o tenemos que esperar a que Aria acabe su berrinche? -Y sí, Aria estaba casi al borde del llanto, tirada en el suelo, negándose a ir a dónde sea que fuesemos.

-¡No es un berrinche! ¿Verdad, Aaron? -este la miró negando con la cabeza efusivamente y se arrodilló junto a ella para acariciar su cabello consolandola.

Seguía sin entender como ellos dos se llevaban tan bien, Aaron siempre ayudaba a Aria y Aria siempre defendía a Aaron. Tenían una verdadera amistad desde que eran pequeños, nunca han querido decir como surgió pero ahí siguen....me dan asco.

-Bueno, chicas y chico, es hora de despedirse. Tengan un buen viaje, el jet los espera...y no olviden que los queremos. -Nuestros padres intentaron abrazarnos, pero estábamos tan enfadadas, que solo pudieron a abrazar al estúpido de Aaron.

Se lo merecen.

Adoraba el jet, era todo tan lujoso, tan brillante, tan mío. Poder viajar en él me hacía sentir como una gran estrella de cine, una modelo de Victoria Secret's o la mejor cantante que haya existido en la Tierra. Definitivamente podría decirse que el dinero me da la felicidad, tener tantas cosas me hace demasiado afortunada y no sé que haría si mis padres no fueran millonarios. Moriría en mi propia miseria.

-¿Dónde creen que vayamos? -Miramos a Valerie, que miraba por la ventana todo el paisaje.

Ella era una apasionada de los viajes, al contrario que mi melliza Emily, que se encontraba en el asiento más pegado al pasillo. Le tenía pánico a las alturas y, por ende, a los aviones.

-Yo al hotel, vosotras a cualquier sitio. -Dijo Aria segura mientras jugaba a las cartas con Aaron.

¿En serio? ¿De dónde habían sacado las cartas?

-Por favor, pónganse los cinturones, vamos a aterrizar. -Escuchamos la voz del piloto y me asomé rápido a la ventana.

No podía ser verdad. Playas paradisíacas, agua critalina y grandes bosques, estabamos en...

-¡Bienvenidas al Caribe, vuestra primera parada!

Un chillido de emoción escapó de mis labios, ¡me encantaba el Caribe! Siempre había querido ir y ahora no me lo podía creer. Ya me imaginaba mis días tomando el sol en esa blanca arena con tíos macizorros y morenos conmigo. Un sueño hecho realidad. Pero no era la única emocionada.

Aaron miraba por la ventana con la misma emoción que yo, solo esperaba que estuviera tan entretenido que no se acordase de molestarme. Sería capaz de buscarle una novia solo para que me dejara en paz...

Oye, pues no es tan mala idea.

Oye, pues no es tan mala idea

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Rumbo hacia ninguna parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora