Capitulo 04 ~Identidad Perdida~

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Después de la tan fantaseosa y delirante charla con el chico de ojos rubí el albino siguió a Mikan a una sala enfermería, tal parece que está escondida entre unos pasillos grises y oscuros

Adentro había paredes blancas muy bien cuidadas, en el techo un ventilador y un par de focos alumbrando; el suelo era de color azul celeste con un tapete rojo carmesí bordado a mano, también un escritorio con dos sillas, una báscula, una mesa con una cortina del color del suelo. En el escritorio habian papeles en sobres, expedientes de la gente en el hospital, un bote con plumas y lápices que parecían estar llenos de polvo desde hace mucho, también una fotografía de cuatro chicas, entre ellas Mikan, la alta vestida con un vestido verde con tirantes y corbata a rayas, pelirroja, con pecas y la mano alzada, debe ser quien la ha tomado, a su lado derecho está Mikan con un uniforme café, a su lado otra chica, más bajita y con una coleta amarilla en media luna, del lado izquierdo está una chica de cabello negro con mechas de colores, picos triangulares y una expresión alegre

-¿Quiénes son ellas?- pregunta el albino lleno de curiosidad mientras Mikan miraba la foto con tristeza

-Son...amigas...- varias lágrimas corrieron por su rostro

-Oh...perdona, yo solo...- el albino se sentía triste por haberla hecho sentirse mal, después de eso decidió no hablar.

Mikan le pidió tomar asiento para inspeccionarlo, se veía que estaba enfermo, su palidez no era normal, parecía estar desnutrido o algo parecido, al quitarse se sueter pudo notar algo que le erizó la piel, habían varias cortadas alrededor de su tórax y abdomen, y no solo eso, su brazo...

-¡Aaahh!- gritó Mikan, el albino la miro sorprendida, al ver su brazo también se sorprendió

-Ghh...- por alguna razón no le disgustaba, es como si lo quisiera de esa forma

-¿¡P...por qué...?!- entre la conmosión Mikan no lograba esbozar idea alguna

-Yo...eh...es que...- en ese momento las palabras se le fueron de la boca, unas pocas imágenes llegaron en ese momento a su mente, tan vividas como si se tratarán de recuerdos, y de hecho lo eran.

Mikan no dijo palabra, se limitó a observarlo un momento, nerviosa, asustada, no sabía que hacer con el chico, si correr con Kirumi y decirle lo que sucede, sólo lo observaba.

-Creo...- el albino volvió a hablar, con la voz temblorosa -...que...alguna vez un doctor...me dijo algo curioso...-

-¿De qué hablas?-

-Me dijo que padecía un problema mental/psicológico problemático, uno que altera mi condición física y tiñe mi cabello-

-Creo que alguna vez escuche de algo así, pero...fue hace mucho-

-Y al parecer padezco de baja autoestima-

-Eso...explica muchas cosas...respecto a tu cuerpo, digo, no se ven como si una monobestia los hubiera hecho-

-Monobestia...- dijo sin ganas, lo repitió en su mente, parecía tener algo de sentido si lo seguía diciendo

Mikan hizo todo lo que se le pudo ocurrir, ayudando al chico, repasando lo que sabía y lo que podría haber sabido; ahora más que antes sentía que algo le era familiar. Una vez terminó con él le dejó irse para acompañar a Kirumi.

El albino estaba confundido, tenía imagenes destellantes cada cierto tiempo, como si fueran fotografías que destellaban como si brillasen por si solas, no le eran coherentes, y solo eran fragmentos; podía ver arboles, algunos edificios, algo que parecía ser una escuela...

En tanto a Mikan se quedó reflexionando en su consultorio, el chico extraño captó toda su atención, ni siquiera pudo contarle lo que planeaba decirle, sobre los prisioneros que antes fueron sus cimpañeros de clase, parecía ser más importante averiguar quien era ese chico en realidad.

Se puso de pie y revisó entre sus archivos, no tenía mucho, pero tal vez lo suficiente para darse a la idea. Revisó página por página sin encontrar nada, aunque no terminó de revisar las hojas pues era hora de ir a la sala del manicomnio restringido.

Una vez allí se encontró con Kurumi, ambas accedieron a la sala detrás de las enormes puertas de metal, listas para atender a sus peores pacientes.

-¿Cómo te fué con el chico?-

-Pues...es muy extraño...lleno de heridas auto...inflingidas-

-Valla que es extraño, pero supongo que seguimos sin saber quién es o de dónde viene-

-Así es...-

Mientras ellas hacían lo suyo, el albino limpiaba el suelo, trapeando y barriendo, y la curiosidad lo estaba matando, necesitaba ver al chico de los ojos carmesí una vez más.

Con ayuda de un libro-manual del lugar se reunió con él en una sala de convivencia 1-1 donde podía interactuar con el sombrío chico.

-Tú...- exclamó sin ganas, observando al albino con sus profundos ojos

-Si, no terminamos de hablar...- aquel nerviosismo y temor de su previo encuentro regresaba, pero trataba de ser fuerte para mantener conversación con él.

-No tengo nada que decirte-

-Di...dijiste que me conocías...-

-Supongo que si, pero ya no quiero decirte nada- El albino se empezaba a desesperar

-Habla, porfavor- El chico no dijo nada, se quedo en silencio sentado en la esquina de la habitación, el albino lo observó un momento y se sentó a su lado, a lo que el otro chico se puso de pie y se alejó.

-Regresame a mi celda-

-No hasta que hables Hajime- el chico se sorprendió de que le llamasen por ese nombre que ya le era ajeno, y molesto le tomó del cuello llevandolo contra la pared.

-¡Ese ya no es mi nombre! ¡No lo es! ¡¡Nunca más!!-

El albino estaba asfixiandose, tenía miedo de morir sin saber quien era, pero una parte de su mente ansiaba morir como un niño que quiere abrir su regalo de navidad.

Poco a poco su vista se nubló, cayendo desmayado al suelo; el chico de ojos rojos observó su cuerpo casi sin vida y lo soltó.

-Ese chico...será mi boleto de salida...mio y de ella-

Despair Sicknes [Find A Cure]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora