Día 3

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Aniversario
Actores, aventuras, albercas.
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(Aventuras, ¿?)

Una aventura de aniversario

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— ¡Maldición, Otabek! ¡Corre! — gritó tomando la mano de su novio, echándose a correr ¿No por qué tenía que pasarle esto a él?

Era su aniversario de un año de novios con Otabek Altin. Habían vivido muchas cosas y realmente se alegraba de tenerlo a su lado, por ello, había tenido un excelente plan para celebrarlo. Eran temporadas bajas y las costas del Caribe lucían prometedoras para unas vacaciones. Un paseo en la playa, una cena, cosas cursis que detestaba hacer y sólo con Beka las haría. Tenía muchos planes, pero claro, ninguno de ellos implicaba ser perseguido por un grupo de hombres en taparrabos.

Debió suponer que desde el momento en que los demás patinadores se unieron a su viaje, nada saldría bien y cuando decía nada, era absolutamente nada.

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— ¡Yurio! —

Soltó un gruñido al escuchar la cantarina voz del Benjamin Franklin ruso.

— ¿Qué quieres, anciano? — el ruso menor respondió de mala manera y es que nadie podía culparlo. Llevaba semanas planeando este viaje y Viktor y el cerdo lo habían arruinado. Sólo hizo falta que Katsuki lo comentara cuando su amigo tailandés estaba presente. Fue casi instantáneo.

— Vamos, Yurio. No seas así y disfruta — le habló con calma y una enorme sonrisa, pasando uno de sus brazos por los hombros del muchacho.

— ¿Cómo quieres que disfrute con su zoológico aquí? — quitó la mano del mayor bruscamente.

— No podía dejarte venir solo y menos con el vándalo ese.

— Otabek no es un vándalo y por si no lo sabías, es mi novio desde hace un año — la voz del rubio fue aumentando de nivel, con forme su diatriba continuaba — ¡y se supone que es nuestro aniversario!

Viktor se rió alegremente dándole un apretón en los hombros al ruso menor y se fue con los demás, quiénes jugaban voleyball playero.

Soltando un suspiro de resignación, Yuri se dejó caer en la arena, observando el mar ¿Cómo se supone que haría algo con Otabek si siempre alguien de ellos se presentaba?

— Perdón, Beka.

— ¿Perdón por qué? — La ya muy conocida voz de su novio se hizo presente, haciéndole voltear hacia atrás.

— Hola, Beka — le sonrió, como sólo con él hacía.

— Yura — el moreno dijo a modo de saludo y se sentó a su lado — ¿Me vas a decir por qué te disculpabas o no?

El ruso sonrió ante la muletilla del Kazajo, pero su sonrisa se convirtió en un ceño fruncido al mirar en la dirección de los chicos, donde el estúpido canadiense hacía su pose al haber hecho un punto al equipo contrario.

— Por todo — susurró aún mirándolos —. Se suponía que seríamos sólo tú y yo y que esto sería perfecto.

Otabek observó al muchacho unos momentos antes de sonreír y abrazar al menor, atrayéndolo hacia su cuerpo.

— Sabes que eso no me molesta ¿Cierto? — Yuri murmuró algo que sonaba como: “sólo lo dices porque no tienes opción”. Se rió ante eso — Claro que no, Yura — se apartó un poco y tomó el rostro del menor para que lo mirara —. Tú estás aquí y eso para mí es suficiente. No me importan los demás, me importas tú y que estés a mi lado. Fuera de ahí, lo demás es irrelevante.

Historias de un gato y un oso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora