Tigre de Bengala

2.2K 157 123
                                    


"Cómo no bendecir mis recuerdos, si allí es donde vives y es el único lugar donde siempre serás eterno..."



>>>

>>

>


---Aomine Daiki---

Mentiría si dijera que cuando era joven nunca me imaginé como sería el día de mi boda. O si quisiera llegaría a casarme. Sí que lo hice y en ese entonces llegué a la conclusión de que una persona como yo estaba mejor sola. Porque cuando estás solo y no tienes nada, ya nadie te puede lastimar, ni mucho menos tienes algo que perder.

Eres un ente neutral, vas por el mundo siguiendo tu propio camino y sin preocuparte por nadie.

Sobrevives. Sí, sobrevives, porque no sentir nada al despertar, ni al dormir no puede llamarse vida. Ahora me da risa lo ingenuo que fui. Porque si bien no venimos a este mundo en busca del amor eterno, creo que por lo menos venimos a crear lazos con diversas personas, que te marcaran tanto y de tal manera que cada día valdrá la pena.

Nunca me ha gustado presumir, ni ser presuntuoso, pero hace ya un par de años, conocí al que hasta hoy considero la persona más especial con la que me he cruzado en mi vida. Él y yo nos conocimos de la manera más extraña, justo cuando ninguno se lo esperaba, pero cuando más lo necesitábamos.

Su nombre es Kagami Taiga.

¿Cómo describirlo? Carajo, es imposible, porque es tan...tan. ¡Tan él! Aunque ahora se viste mejor, aún sus calcetines siguen siendo de colores diferentes. Y quizás ya no sea tan llorón como al principio —aún lo es— y en su lugar es más valiente.

Y ni mencionar su mente esporádica, impredecible y burbujeante. Puede gritarme que me ama en un segundo, al siguiente refunfuñar adorable y uno después encontrarse molesto. Es sencillamente perfecto y sobre todo muy dulce. Probablemente no es el adjetivo más apropiado para referirse a un tipo de casi dos metros y de porte rudo pero lo es.

Taiga es dulce como el caramelo. Un caramelo, por el cual todo el tiempo me estoy muriendo por otro bocado. Si tan sólo él supiera que cada noche y día mi mente se encuentra dando vueltas a su alrededor. Que jamás tengo suficiente de él y que probablemente nunca lo tendré.

Es verdad, nos peleamos por tonterías como cada diez minutos, pero las veces que nos reímos son mil veces mayores. Porque si de algo estoy seguro, es que no hay nada en este mundo que se compare con la sonrisa de Kagami cuando está feliz.

De solo pensar que en este momento se encuentra jugando o abrazando a nuestros hijos, no puedo evitar suspirar prolongadamente. Extraño a ese niñato torpe, grosero y precioso.

—¡Moo, tierra hablando a Aominecchi cambio! ¡¿Estás ahí?! ¡Akashicchi haz algo!

—Daiki, no me hagas ponerme de pie. —Apenas si logro rodar los ojos para Akashi, que me ha hablado con su tono demandante mientras permanece sentado en un sillón.

—Ya los oí carajo. Y tú deja de brincar Kise, que el que se casará soy yo y pareces gelatina temblando de los nervios.

—¡Aominecchi bobo! ¡Mi mejor amigo se casa, claro que estoy nervioso! Ahora recuerda, cómo lo ensayamos, no te caigas cuando camines hacia el altar ni mucho menos tartamudees cuando digas tus votos.

—¿Quién crees que soy? ¿Tú? —Le contesto burlón.

—¡Ugh! Te golpearía, pero ya te peiné y quedaste muy guapo ¡Malditos sentimientos encontrados! —Berrea Kise haciéndome reír. —Ahora quédate quieto que te pondré tu flor.

Tigre de Bengala (AoKaga)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora