10.

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Me desperté totalmente desorientada, creía que era sábado por la ausencia de alarma.

Sin abrir los ojos pude distinguir que no me encontraba en mi cama. Sentía la diferencia de las texturas, además de lo espacioso que era. Sin embargo, me encontraba sola, lo supe al estirar mi brazo y no sentir nada más que frío.

Abrí los ojos y pude observar lo que era la habitación de Nate. Me encontraba acostada bajo las sabanas, con mi ropa utilizada ayer, no me quitó nada más que las zapatillas. Nolly se encontraba en los pies de la litera descansando plácidamente.

Pude estirar cómodamente mis brazos, haciendo tronar mis huesos. En el velador se encontraba un post-it escrito por Nate que decía "Buenos días. El desayuno estará listo pronto, en el baño se encuentra un cepillo extra para ti". Esperaba que ese mensaje no fuera hace mucho y así la comida no se encontrara fría. Me levante con pesadez de día sábado, tenía mucha pereza.

Me dirigí al baño donde me pude encontrar el cepillo del cual hablaba Nate. Tener una propiedad en su baño me causaba una sensación extraña pero agradable. Me lavé con rapidez y bajé.

En la cocina me encontré con Nate, el cual usaba un delantal muy femenino para mi gusto; rosa y con flores. Preparaba chocolate caliente, me adelanté y busqué un simple cereal.

—Buenos días, dulzura—musitó.

Besé su mejilla con timidez en modo de saludo y me senté en el taburete. Quedó paralizado ante mi saludo pero volvió a sonreír con coquetería, siguió preparando nuestro líquido caliente.

El día estaba frío, podía ver por la ventana los estragos de la lluvia pasada; vientos fuertes y las nubes seguían sin querer irse.  Me comí el cereal que me serví observándolo, podía fácilmente quemarlo con mi mirada; se había puesta ropa negra, el negro le quedaba perfecto, ¿Dónde había dormido? No recordaba cómo había llegado a estar debajo de las cobijas, y no sabía si él también se había acostado conmigo. Dormí como un bebé.

Caminó con dos tazas lleno de chocolate, me pasó uno y con el otro se sentó. Podía ver el vahó que desprendía por el calor que contenía, debajo de todo el vapor se situaba una linda sonrisa mirándome fijamente.

—¿Cómo dormiste?—preguntó.

—Bien, supongo. Aunque tengo una duda, ¿dónde dormiste?

—Ahí mismo, me abrazaste toda la noche y cuando quise salir dijiste "No te vayas nunca, Natcito"—la sonrisa que tenía no podía ser real; cómica y coqueta.

—Chistoso, no te creo—dije entre dientes.

—Obvio que no, dulzura. Ayer te dije que iríamos lento, no me acerqué totalmente. Cuando te vi durmiendo plácidamente no te pude despertar para llevarte a casa, además de la intensidad que presentaba la lluvia era fuerte. Te arrope y me fui al sillón, pese a que tengo varias habitaciones ninguna está amueblada—se encogió de hombros.

—Oh. Gracias, creo—susurré.

—También le avise a Riley, no quería perder su confianza diciéndole que ya abuse de la linda inocencia de su amiga. Así que le mandé un mensaje para que no se asustara por ti.

—No soy inocente, Nate—tomé de mi chocolate, estaba delicioso.

—Lindo saberlo, muy lindo—su sonrisa no parecía irse nunca.

—¿Y, qué harás hoy?—pregunté para cambiar el tema.

—En realidad te iba a pedir otra cita de series—bebió de su bebida—Podríamos ver la segunda temporada hoy, pero te iría a dejar a tu departamento para que te cambies. No estoy diciendo que te veas fea con esa ropa porque te ves preciosa con mi ropa, pero para que te sientas más cómoda, no lo sé—la rapidez de sus palabras era la evidencia de lo nervioso que se sentía—Si quieres podemos, si no quieres estará bien. Hoy también hay fiesta, así que...

Nathan.  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora