Era doce de abril...¡Dios!
—Feliz cumpleaños, Nate—murmuré.
Era una novia horrible, atroz. No se me había olvidado pero tampoco lo había tenido del todo presente para así preparar algo más elaborado.
¿Qué hago?
Nate seguía durmiendo pese a mi murmuro, me tenía abrazada fuertemente y creo que mis músculos ya estaban lo suficiente doblados. Lo tenía de frente así que veía su rostro a unos centímetros.
—¡Nate! —lo desperté.
—¿Ah? —murmuró.
—Feliz cumpleaños, amor—le di un beso pequeño, porque ni siquiera me había dirigido al baño primero.
Amor, sonó muy bonito.
—Es la primera vez que me dices así—no se le escapó el detalle y seguía sin abrir los ojos—¿Eres real? ¿Sigues aquí?
Me dolió un poco el corazón al pensar que él creía que de cualquier momento a otro yo podía huir.
Me dolía pensar lo que había pasado y las cicatrices que había hecho.
—No me iré en un buen tiempo, tenlo por seguro—le sonreí—Ahora, ¿qué haremos hoy? ¿Quieres que te haga el desayuno?
Sonrió poco a poco, era tan lindo de cerca.
—¿Tú? ¿Cocinando?
Rodé los ojos.
—Puedo hacer más que café.
—Eso sería divertido de ver.
Me desenrollé de las sabanas, y mi parte torpe ganó porque me caí.
La risa estruendosa de Nate, la que sale de manera natural me recibió cuando estaba en el suelo.
—¿Se te perdió algo allá abajo, dulzura?
Al estar apoyado en su cama viendo hacia abajo, podía ver su cabello de las mañanas. ¿Qué tan afortunada debo ser para poder ver a un ser tan maravilloso?
—Gracioso—me saqué del todo las sabanas y con toda la dignidad me paré.
Pasé al baño y tomé prestada una camisa de Nate para utilizarla. Él seguía acostado, revisando su celular.
—Mamá te manda saludos—exclamó.
Me di vuelta y le sonreí, amaba a mi suegra.
—Mándale los míos también.
Siguió escribiendo y yo bajé.
En realidad no sabía cocinar muy bien, pero ¿qué tan difícil puede ser un desayuno?
Veinte minutos y tres tostadas quemadas después, pude decir que tenía el desayuno perfecto para un cumpleaños. Incluso lo había puesto en una bandeja.
—No era necesario todo esto—susurró detrás de mí.
Amaba cuando hacía eso, pero producía muchas cosquillas.
Me di vuelta para mirarlo, quedando apoyada en la mesa.
—Es tu cumpleaños, así que sí es necesario.
—El mejor regalo que he tenido fue despertar junto a ti.
—Haces que me sonroje—blanqueé los ojos.
—Sabes que amo hacer aquello—sonrió.
Lo empujé un poco para hacer espacio y poder sentarme.
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Nathan.
Teen FictionDe repente llega esa persona a tu vida, todas las piezas te cuadran, entiendes todo y sólo quieres tenerla junto a ti. Esa persona fue Nate. Éramos desconocidos hasta que mi torpeza interrumpió en nuestras vidas y se hizo cargo. Fuimos conocidos, a...