Febrero. Cruz Verde (2017)

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-¡Maldito guardia, también luchamos por ti! -Un encapuchado grito al pasar a su lado, Adriana giro un poco para verlo desaparecer un la nube de humo. 

Los disparos se escuchaban uno tras otros, la lluvia de bombas y perdigones estaba siendo brutal, hombres, mujeres, niños y ancianos buscaban refugio entre gritos de miedo y llanto de dolor, los negocios a sus alrededores trataban de ayudar abriendo sus puertas a los civiles que aterrorizados no sabían a donde ir. La Resistencia, por otro lado, seguía en las calles frente a frente con los guardias. El ruido de piedras estrellándose contra cristales también se alzaba y varias botellas ardiendo producían explosiones que la hacían estremecer, ¿Por que carajos había pensado  que podía ser una guerrera? 

Las piernas le dolían y las lagrimas que salían sin control de sus ojos mas la picazón en la garganta la hacían anhelar un vaso de agua como si de eso dependiera su vida, aun podía oler el putrefacto gas que la envolvió detrás de ese árbol, los guardias atacaron tan improvisadamente que ni los muchachos de La Resistencia pudieron frenar las bombas de gas, aun podía oír los gritos desesperados de David al ver como las bombas alcanzaban a la sociedad civil.

-¡Maldita sea, hay niños! ¡Muévanse y sáquenlos de aquí, sáquenlos! 

Durante su momentáneo shock, logro observar la acción heroica de muchos integrantes de La Resistencia, parte de los chicos, como si lo hubiesen realizado millones de veces, al escuchar la orden de David corrieron hacia la sociedad civil y con una agilidad impresionante tomaron en sus brazos a los niños y los alejaron del caos seguidos por sus acompañantes, de no ser por uno de esos chicos de La Resistencia que le grito que salieran de ahí, aun seguiría asfixiada dentro de esa nube. 

-¡Sapo, maldito! ¡Las van a pagar todas! ¡Vas a morir asfixiado, sin vergüenza! ¡Jala bola! 

Varios chicos a su alrededor gritaban, lloraban, y maldecían al actual presidente de Venezuela de todas las formas posible, pero sin dudas, todo los malos sentimientos en ese momento iban dirigidos a los "esbirros" de la GNB. 

La admiración y el respeto comenzó a crecer dentro de Adriana por la denominada Resistencia, mas de uno de sus integrantes no superaban los diecisiete años y ella con veintitrés lo único bueno que podía hacer era correr y no estorbarles.  Cerro los ojos sin dejar de correr para poder soportar un mareo que la había atacado, sin embargo, en cuestión de segundos estaba en el suelo. 

-Berro chama, perdóname, no te vi -La voz masculina hizo que Adriana alzara la vista de golpe, conocía esa voz, y esos ojos celestes brillantes podría reconocerlos desde Pekin. 

-¡Alex! -grito y se puso de pie en un salto y sin pensarlo se le guindo al chico por el cuello en un abrazo. Entre el desastre y la corredera no había tenido tiempo de pensar en él, y hasta ahora que lo tenia de frente entendió lo asustada que estaba de que algo pudiera pasarle a su mejor amigo. 

-Adriana, ¿por que sigues aquí? -su amigo murmuro con preocupación, la alejo un momento de sus brazos, la examino  -tal cual como lo hacia su madre- para asegurarse de que no estaba herida y luego volvió a abrazarla. Adri sonrió y estuvo a punto de responderle a su amigo cuando sintió las piernas desmayar- ¿Adri? ¿Adri estas bien? -la voz de Alexander se escucho lejos, todo a su alrededor se torno borroso y en cámara lenta. Observo como Alexander se arrancaba la camisa que le cubría parte de la cara y se la colocaba a ella, el olor a vinagre invadió sus fosas nasales enseguida.  

-Alex...-Adriana susurro intentando aferrarse a su amigo para no caerse, pero en cuestión de segundos un fuerte dolor de cabeza la transporto a una enorme oscuridad. 

Camila entro a su habitación llorando, su ropa estaba manchada de sangre y tenia una herida bastante grande en el brazo derecho, Adriana abrió los ojos como platos y salto de su cama justo en el momento en el que su hermana pequeña se desplomaba en el suelo hecha un mar de llanto. Las sirenas comenzaron a oírse cada vez mas cerca, llamo a gritos a su madre pero no respondio. 

Adriana sintió que comenzaba a dejar de respirar. 

Volvió a acomodarse junto a su hermana y le suplico al borde del llanto que le explicara que estaba pasando, Camila,  con la mirada perdida y temblando apenas pudo pronunciar en un susurro, "asesinaron a papá", antes de volver a derrumbarse. 

En cuestión de segundos su cabeza parecía querer explotar y algo importante en su pecho se desgarro, el dolor que aquello le producía no era normal, para ella dolía como nada en este mundo. 

Entonces abrió los ojos de golpe y  grito.

-Tranquila Adriana, mi nombre es Natasha, de la Cruz verde, estamos aquí para ayudarte -la voz de la chica llego primero, luego una mascarilla remplazo la camisa con olor a vinagre que Alexander le coloco. 

Miro a su alrededor, estaba acostada en plena Avenida, varias personas con cascos blancos y cruces verdes la rodeaban, otras corrían de un lado a otro y gritaban, sobre todo jóvenes con mascaras y capuchas improvisadas, presto mas atención con el fin de confirmar lo que estaba pensando, a lo lejos le fue posible escuchar las detonaciones. Se llevo una mano a la cabeza, se había desmayado en plena protesta. 

-Necesito llevarte a un lugar seguro ¿puedes subir tu sola a esa camilla? -la misma voz de chica le hablo y aunque la estaba mirando de frente la mascara antigas que llevaba la chica le impidió distinguirla, solo pudo ver sus ojos color ambar. 

-No, no puedo irme sin mi amigo -Adriana murmuro con voz ronca  quitándose la mascarilla, intento hacerlo de golpe -con la intención de parecer molesta- pero  esta se enredo con la correa de su cámara que por suerte, aun guindaba de su cuello. 

Natasha -que era el nombre que creyó haber escuchado de la chica- con agilidad logro quitarle de encima la mascarilla y apago un pequeño aparato que hasta ahora se daba cuenta estaba a su lado 

-El esta bien, pero tu sufriste un ataque de asma, tienes que irte de aquí y yo le prometí que iba a cuidarte -Natasha volvió a hablarle, a pesar de tener la mascara, la voz de la chica sonaba dulce y preocupada. Adriana con ayuda de sus manos se levanto hasta quedar sentada.

Se sentía tan tonta estando ahí, rodeada de personas que si cumplían con su trabajo, que estaban sirviendo de algo en esa lucha y ayudando a su país. La rabia comenzó a correr por sus venas, todo esto era culpa de Alexander, por apoyar la estupidez de volver a las calles sin haber conseguido el apoyo militar, todo estaba tan bien planificado, y ahora, por culpa de ellos todo estaba saliendo mal. 

-Para la próxima, trae tu titulo de profesional -el tono de voz que Adriana decidió utilizar fue pedante- esa seria la única manera en la que permitiría que alguien como tu, me cuidara -los ojos de Natasha se abrieron con sorpresa, era evidente que no esperaba algo así. 

Adriana se puso de pie y después de sacudirse el cabello ante las miradas y murmullos de algunas personas, comenzó a alejarse decidida en encontrar a Alex, dio solo unos pasos cuando de nuevo sintió mareos y el aire en sus pulmones empezó a faltar, se llevo una mano al pecho y cuando estaba por volver al piso, dos fuertes manos la sostuvieron y unos lindos y muy molestos ojos celestes se clavaron en los suyos. 

Alexander la había encontrado primero, y no parecía muy feliz por eso. 



REPRESIÓNWhere stories live. Discover now