Negro.

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Me desperte abrazada a Guillermo se oía como si su boquita silbara; me levante tomé una blusa que encontré ahí tirada y me la puse al igual que el sostén, mis pantalones entonces camine hacia el espejo y pude notar que mi panza se notaba un poco más me sentía muy feliz pero a la vez tenía un poco de miedo.

- Willy, willy. - Dije moviendolo. -

- Mhhmm. - Fue lo único que respondió.

- ¡Chino! - grité y el brinco por lo cual me empecé a reir.

- ¡¿Ya van a nacer?! - me gritó espantado.

- No parguelita, quiero que me abroches mis zapatillas. - Sonreí.

Asintió con su cabeza, se puso rápidamente de pie y se arrodillo ante mí; puso una de mis zapatillas, subió el cierre, puso la otra y besó mi pantorrilla sonreí ante su gesto; me dio la mano, le dí un beso en la comisura de sus labios y salí por la puerta.

Quise entrar al cuarto que comparto con Samuel pero tenía llave, entonces bajé las escaleras muy cuidadosamente y tomé mis llaves que estaban encima de la mesita, subí nuevamente las escaleras y abrí la puerta; pude ver un Samuel en una esquina del cuarto hecho bolita temblando, lo veía tan vulnerable me acerqué a él y me arrodille quería que me volteara a ver pero él se negó, un "lo siento cariño" muy inaudible salió de sus labios... él me abrazó y me acurruque entre sus brazos pegué mi nariz a la suya y la froté, volví a sentir ese cariño que me hacía tanta falta.

- Hoy nos dicen el sexo de los bebés, y es la cena con nuestros amigos, vamos. - Intenté pararme pero el me detuvo y me dio un beso tierno y dulce que hizo que me estremeciera. Se puso de pie y me ayudo a ponerme a mi de pie.

Tenía varios meses que nos veíamos a nuestros amigos y aparte ellos no sabían que estábamos embarazados, porque yo tengo una creencia o más bien algo que me había dicho mi abuela cuando era pequeña; un embarazo no se dice antes de los 4 meses porque si se pierde el embarazo nadie se entera y no es tan difícil porque no hay nada qué explicar... no hay preguntas y por ende no hay que responder nada, sé que me enteré que estaba embarazada cuando tenía cuatro meses pero quería estar 100% segura.

Samuel y yo acordamos que cuando nos dijeran el sexo de los bebés comentaríamos a los demás la noticia.

Subimos al coche para ponernos rumbo al hospital, Samuel siempre estuvo callado; me sentía un poco culpable pero realmente yo no hice nada con Guillermo... sólo me dió amor, lo único que necesitaba en ese momento.

Llegamos al hospital y nos bajamos, extendió su mano para que yo le tomara y así lo hice, nos adentramos al hospital.

Nos sentamos en una butaca el cerró sus ojos suavemente y se recargó en el respaldo de la silla incómoda. Pude notar que estaba tranquilo; su pecho subía y bajaba de forma pausada, ese día no se había rasurado la barba, tenía un ligero color rosado en sus mejillas y unas ojeras que se le habían marcado seguramente la noche anterior, aún seguía su mano tomada con la mía. Pude observar como se veían sus venas sobremarcadas, llevaba su cuello un poco arrugado, no llevaba completamente puesta la camisa había tres botones que no abrochó, se veía una pequeña cadenita que tenía mi inicial, aún la conservaba, me sentía dispuesta a besarlo y...

- ¡Señora Vivar! Por aquí. - Dijo una enfermera señalandome un consultorio.

El consultorio 7 como siempre; el abrió los ojos de golpe y se dio cuenta que lo estaba observando, me dedico una sonrisa sincera y vi que sus ojos me pedían perdón a gritos, me puse de pie y el imito mis movimientos así que caminamos de la mano hacia el consultorio.

¿El amor de mi vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora