Capítulo 6

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CAPÍTULO 6

         Enseguida pasó un taxi sin pasajeros, el cual paré ese mismo instante y le indiqué la dirección de mi casa. Miré por la ventanilla y vi que la figura ya no estaba. Probablemente era algún asaltante, esperando que yo saque algo de valor para venir a robarme y probar su suerte.

Llegué a mi casa, y saludé a mi madre, que me avisó que el domingo papá estaría al fin en casa. Fui a mi habitación y me lancé a la cama, tomando mi móvil para mirar que tenía cuatro llamadas perdidas del mismo número desconocido. Estaba a punto de guarda mi celular y lo sentí vibrar de nuevo. Esta vez, contesté.

―¿Hola?

―Katherinna… ¿dónde estuviste hoy? ―era Matt.

―Uhm… olvidé las clases, perdón. Tenía que ir a un lugar―le contesté intentado sonar desinteresada. No había hablado con él desde un día antes, y cuando lo vi cruzar enfrente de mí, no se detuvo para saludarme.

―No… no puedes desaparecer así―gruñó―. ¿Dónde estabas Katherinna?

―¿Y eso qué te importa? Mira, ya me disculpé por olvidarme de las clases, lo siento de nuevo. ¿Eso es todo? Estoy muy cansada la verdad. Nos vemos el Lunes, ¿okay?

―Katheri… ―le colgué antes que pudiera decirme algo. ¿Quién se creía que era? No tenía por qué explicaciones a nadie que no fuera mi madre, y aún a ella le mentiría.

Apagué mi celular y me eché a dormir.

Desperté aún con sueño, o flojera tal vez. Me levanté y me puse mis pantuflas en forma de oso. Caminé hacia la cocina en tan solo camisola de unas dos tallas más que lo que debería usar, hacía que mi cuerpo se viera más pequeño de lo que en realidad era. Tenía mi panti y nada más, bajando las escaleras pude verme en el espejo. Estaba toda despeinada, con mechones alborotados alrededor de mi cara. Me serví un vaso de leche achocolatada y sonó el timbre. Fui hacia la puerta y la abrí solo para dejar ver mi cara, era Derek.

Le abrí la puerta totalmente y entró. Me miró y elevó la comisura de su boca.

―Ow, ¡pero qué tierna!―dijo aguantando las ganas de reír al ver mi atuendo.

―Cállate ―le gruñí.

Subimos a mi habitación y él se quedó sentado en mi cama jugando con el peluche de llama, según yo―según él era una alpaca―, que me regaló hace años, cuando viajó a Latinoamérica.

―Son las diez de la mañana, la verdad me gusta que estés aquí, pero ¿a qué debo tu visita? ―le pregunte con sarcasmo.

―Cámbiate, Katherinna―dijo Derek―. Hoy vamos al shopping.

Luego de que Derek me haya perseguido por toda mi casa, amenazado con sacarme los pantalones y tirarme a la calle desnuda, logró que me cambiara y condujo hasta el shopping.

El lugar era enorme. Constaba de un pasillo ancho rodeado por tiendas, y dos escaleras caracol que te llevaban al segundo piso, junto con las eléctricas. Las paredes variaban colores en cada negocio y el piso era como un tablero de ajedrez, me gustó.

―Ya llegamos ―le dije a Derek―. Ahora quisiera que me digas a qué vinimos, no me gustan las compras.

―Buscaremos el sexy vestido que usarás en la fiesta de hoy―respondió Derek, mirando el mapa del lugar.

―¿Vestido? ¿Sexy? ¡¿Fiesta?!―pregunté con el ceño fruncido.

―No me digas que hiciste planes, o que te habías olvidado―dijo Derek, dirigiendo su mirada a mi brazo izquierdo―. Ya te puedes sacar el vendaje,¿no?

Abnormal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora