Capítulo. 32

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*Christina*

Me fijo en un grupo de Eruditos detenidos al otro lado de la sala, como yo, el vestíbulo de Erudición está repleto. Veo a Caleb enfrente mío entre ese grupo concreto, parece aturdido y se me revuelven las tripas al pensar en el daño que le hizo a Tris, huye de mi escrutinio como un cobarde girando la cara, así que desisto de seguir gastando mi tiempo en tamaña basura.

El retrato gigante de Jeanine está hecho añicos en el suelo, hay humo flotando en el aire condensado sobre todo alrededor de la biblioteca que ha sido reducida a cenizas. Los equipos para procesos de información están inutilizados y esparramados por el suelo.

Los eruditos que no consiguieron huir se sientan en filas ordenadas, manteniendo hasta el último momento su esencia ordenada, los traidores osados en cambio nos encontramos desperdigados por doquier.

Veo a Cara llegar detenida con un grupo de "Abandonados", en cuanto me divisa se acerca a mi grupo y se interesa por mi pierna herida.

- No perdiste excesiva sangre por lo que no debe haber dañada ninguna arteria importante. Te conseguiré calmantes. – Asegura mientras le agradezco con una pequeña sonrisa su inmediato análisis de mi situación clínica.

Cara se aproxima a una Erudita que parece conocer y le suministra varias tabletas blancas y gasas limpias que saca de una mochila.

- Es enfermera y amiga mía. – Me informa Cara colocando las vendas para bloquear la hemorragia, me giña un ojo haciendo que me sorprenda por su empatía tan poco frecuente.

- Gracias, necesito dopar me inmediatamente. – Otro Erudito me da un poco de agua para que pueda tragar las pastillas, estoy sorprendida de que a pesar de que acabamos de destruir su mundo ordenado siguen atendiendo a los heridos de diferentes facciones como si de un juramento hipocrático se tratara.

- Se curará, no te preocupes. – Me informa Cara mientras comprueba que la tela que tensa alrededor de mi pierna esté correcta. Una vez revisa se acerca a otros heridos para atender los con su amiga enfermera, agradezco tener la de compañera de aventuras más que nunca.

Siento que los minutos se me hacen horas al ver que Uriah y Cuatro hace ya demasiado tiempo se marcharon y no aparece nadie, al menos los calmantes empezaron a efectuar su trabajo, dejo de apretar los dientes con fuerza presionando mis mandíbulas. Cierro los ojos unos instantes para relajar la tensa musculatura, sino terminaré con toda la espalda dolorida.

Al abrir los ojos veo a Tris aparecer escoltada por Uriah y una abandonada, no puedo evitar gritar su nombre, mis tripas revueltas sienten alivio al ver la con vida.

- ¡Tris! – La llamo. No parece herida físicamente, aunque sí derrotada en lo moral. Le hago señas para que se acerque y Uriah le permite venir hasta mi puesto. Lo miro a los ojos, sus pupilas negras me observan perdidas en un mar de desesperanza. Siseo un "gracias" en voz baja por devolverme a mi mejor amiga sana y salva y él me devuelve una sonrisa apenada.

- ¿No hubo suerte? – Murmuro disimuladamente centrando me en interrogar a la osada, pero niega con la cabeza.

Suspiro soltando aire de mis pulmones, hemos fracasado, pero al menos estamos vivas, le paso un brazo por los hombros para animar la, está completamente derrumbada. Mi gesto la reconforta y omite soltar las lágrimas que a punto estaban de salir, no es momento para lloros, me trago las mías notando un nudo en la garganta, la necesito entera e integra, dispuesta a luchar.

- He visto a tu madre y hermana en una de las salas.

- Si, mi familia está bien.

Christina, confidencias de una OsadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora