Capitulo. 15

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*Christina*

Todavía no es de día, abro los ojos encontrando me con los conocidos y cálidos brazos de Uriah a mi alrededor, su respiración sobre mi hombro desnudo me relaja, el ancho pectoral del chico envuelve mi espalda al completo, su dureza contrasta con el agradable calor que desprende tras de mí. Me giro para poder repasar los rasgos del Osado al que me entregue hace apenas unas horas. Sonrío sin proponer me lo, admirando fascinada las atractivas facciones de Uriah. Me mantengo pegada a él, entre sus brazos, piel con piel compartimos el estrecho sofá. Necesito ir al cuarto de baño, siempre suelo levantar me por la noche a mear y está noche no será una excepción. Al apartar me de él refunfuña entre sueños, para finalmente abrir sus espectaculares ojos negros, nadie diría que estaba completamente dormido hace unos instantes, disfruto del calor que me traspasa cuando su mirada se fija en mí.

- Hola, ¿Qué pasó con tu guardia? – Susurro acariciando el perfil de su mandíbula con suavidad, su incipiente y escaso bello facial raspa ligeramente, no es algo que me moleste.

Debería estar despierto y de guardia, no sé cuanto hace que se durmió, pero como no ha pasado nada relevante tampoco importa mucho.

Uriah sonríe levemente y encoge sus hombros omitiendo la respuesta, tira de mi hasta someterme bajo su cuerpo, baja su cabeza depositando un casto y tierno beso en mis labios.

- Hola, preciosa. – Saluda con su timbre de voz grave y profundo que me eriza la piel. Cierro los ojos y retengo la increíble sensación de estar llena de felicidad, amor y cosas buenas, para que cuando la burbuja explote, retener esa satisfacción que ya nadie te puede robar.

- Umm. – Gimo mientras le retorno la sonrisa.

Sentir te abrazada bajo el cuerpo de Uriah, masculino, fibrado, fuerte y caliente como el infierno no puede dejar de proporcionar me seguridad. Por unos segundos, me imagino como sería despertar así las siguientes mañanas de mis días, aunque tampoco quiero engañar me a mí misma.

- Esto...  necesito me devuelves mi cuerpo... tengo que ir a hacer pis. – Informo, pues ahora es una prioridad.

- Upps. Vale. – Me libera lentamente para dejar me marchar. – Pero no tardes. – Condiciona mi liberación. Niego con la cabeza divertida ante su reclamación infantil.

Corro por el pasillo para tardar lo justo y necesario, mi cuerpo se queja por la pérdida de mi fuente de calor, tampoco yo quiero alejarme demasiado tiempo del Osado.

***

Dos horas más tarde despierto estirando me como un gato, he descansado y me siento recuperada. Mi mente levita en una especie de nube envolvente, que me hace flipar al recordar lo que ocurrió anoche, Uriah y yo lo hicimos, sin más nos dejamos llevar por la corriente de pasión que comenzó a manar entre nosotros, fue increíble. Por momentos temo que todo fuese un sueño, pero mi mente rebosa de una amplia colección de detalles lujuriosos del encuentro, demasiados para que no fuese real. La sensación es buena, es evidente que a nivel físico nuestros cuerpos se compenetran como una máquina de precisión diseñada para trabajar en completa harmonía, me siento esperanzada deseando comprobar si a otros niveles también trabajamos al mismo ritmo, estoy depositando demasiadas expectativas en lo que sea que ha surgido entre nosotros de forma incontrolable, pero en estos momentos estoy dispuesta a arriesgar me a todo.

Todavía no amaneció del todo, la luz mortecina del amanecer desafía a la inmensa oscuridad queriendo romper los primeros haces de luz a través de una de las ventanas semi tapidas con maderos. Busco al moreno pero no hallo rastro de vida en toda la sala, sin embargo sé que no anda lejos, siento pasos cerca en otras estancias. Un escalofrío recorre mi cuerpo y a pesar de encontrar me mejor de mi resfriado busco mi ropa para vestirme y colocar me las botas. La pistola no está, así que deduzco que se la llevó Uríah, anudo mis botas con rapidez y me incorporo para verificar que se trata del osado.

Christina, confidencias de una OsadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora