Capítulo 2.

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Evan se miró en el espejo, notó que tenía ojeras y que su piel estaba algo pálida, se enjuagó la cara y la boca con la poca agua que salía de la manguera, luego volvió donde su hija y la encontró comiendo fruta enlatada, se acercó a ella y pidió le diera un poco de su comida. En cuanto probó el mango, se dio cuenta de que tenía mucha hambre.

―Sabe rara―dijo Lily refiriéndose a la fruta.

―Tienes que comerla, Lily, no hay otra cosa―respondió Evan.

―Adeleine está comiendo frijoles―se quejó la niña.

Evan comenzó a reírse por la pequeña escena que estaba haciendo su hija, por primera vez notó que Lily era quejumbrosa y eso lo había heredado de su madre. Sin decir nada, Evan se paró de su lugar y se acercó a una mesa de metal que estaba a la mitad de la bodega, tomó una botella de agua pero cuando notó que ya no quedaban muchas pensó que tomar un par más estaría bien. Regresó a su lugar, guardó discretamente las botellas en una bolsa y finalmente se sentó a seguir comiendo enlatados.

Minutos después, cuando todo parecía estar tranquilo, Adeleine comenzó a toser reiteradas veces, se paró de su lugar y comenzó a darse golpes en el pecho como si no pudiese respirar; Evan se acercó a ella rápidamente y cuando quiso ayudarla los tosidos cesaron, de pronto, Adeleine se tiró al piso, esta vez gritó de dolor al mismo tiempo que miraba sus manos con un miedo irracional. Un paramédico se acercó a la chica, la tomó por los brazos y cuando miró las manos de Adeleine se retiró abruptamente.

―¡¿Qué le pasa?! ¡Tiene que ayudarla!―gritó Evan e intentó acercarse a ella, pero el paramédico no se lo permitió.

―S-sus manos―tartamudeó el chico.

Evan no entendió a que se refería con eso, pero, por alguna extraña razón, decidió no acercarse, algo en su mente le decía que no debía correr el riesgo.

Algunas personas de la bodega se acercaron para ver qué era lo que estaba sucediendo, mientras que otras se alejaban por miedo a que algo les pasara. Evan se encontraba estático en su lugar, no sabía como ayudar a Adeleine sin tener que acercarse, pero si sabía que debía hacer algo rápidamente. Y entonces sucedió, tomó coraje y se acercó a quien para ese momento yacía quieta en el piso; lo primero que llegó a la mente de Evan fue revisar las manos de Adeleine, pues segundos antes el paramédico le había dicho que algo tenía en ellas. Con el pie movió el brazo haciendo visible la palma de su mano, Evan sintió un cosquilleo por todo el cuerpo cuando lo vio, la mano de ella estaba llena de pequeños hoyos que, poco a poco, se iban extendiendo por todo el brazo y de estos salía una extraña masa pegajosa color verde. Consternado, Evan se echó hacía atrás, queriendo obligar a su mente olvidar la horrible escena.

Para su buena suerte Lily no estaba cerca, y era mejor, así no quedaría traumada como él.

Evan volvió a mirar a Adeleine y se dio cuenta de que no se movía.¿Estaba muerta? Eso no lo sabía y prefería no averiguarlo por su propia cuenta.

Otro paramédico decidió acercarse a tomar el pulso de Adeleine, pero como no quería tocar las zonas llenas de agujeros prefirió tocar su cuello, así sería más higiénico.

―Está muerta―sentenció.

Un montón de personas comenzaron a salir de la bodega, parecía que estaban siendo perseguidos por algo y era por el miedo. Pensaban que lo que había ocurrido con Adeleine podía ser viral y la simple idea de pensar que esos agujeros saldrían en sus brazos hizo que corrieran despavoridos.

Bajo amenaza - Catástrofe mundial ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora