Abrí los brazos, creyéndome desnudo.
Dije palabras que se volvieron fantasías
y me las creí todas.Por un momento ser feliz era posible, el lastre de la desdicha se apagó como llama sin oxígeno.
Me entregué perdido al rumor de unos besos escondidos como sables que, de pronto, en guardia me avasallaron por completo.
Me sentí vulnerable al fragor de una batalla ajena, pero deliciosa.
Fui mártir y héroe a la vez,
en un fuego cruzado que estampó su sangre en mí.Abrí los brazos así, creyéndome desnudo.
No contaba con que el clamor durara tan poco,
que lo acallara el silencio de mis ropas cayendo a mis pies,
que lo acallara el grito de la vergüenza mordiéndome sarcástica el alma.Desnudo no estaba,
me cubría de miedos frente a ti.