Capítulo 6 - Entendimiento

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El agudo sonido de la alarma perforó los pensamientos de Zèon y le despertó de un sueño inquieto y superficial, que había conseguido conciliar al cabo de unas cuantas horas de nerviosismo. Aquella era la primera vez que, de no haber sido por aquella alarma, habría continuado durmiendo. Al menos, se consoló, aquella vez había dormido bajo su propia voluntad.

El zorro ártico se frotó los ojos, aún adormilado y con un fuerte dolor de cabeza. Luca se estaba incorporando al otro lado de la habitación, tan rápido en espabilarse como de costumbre, pero Vent parecía tan desconcertado como él mismo. Zèon se removió entre las sábanas, incómodo, mientras las averiguaciones de la noche anterior acudían a su mente como un lejano eco. Aún no sabía cómo se las iba a apañar para decirle sin palabras a Luca lo que había descubierto y, aunque estaba seguro de que terminaría encontrando alguna forma, tenía miedo de que Sophia se las apañara para enterarse incluso aunque no hubiera hecho sonido alguno.

-¿Crees que podrás moverte hoy? –preguntó entonces Luca. Se había levantado y acercado a la cama del zorro ártico, dirigiéndole una mirada de preocupación.

Zèon se lo pensó durante unos segundos.

-Creo que sí –murmuró, al cabo de unos segundos -. Si me ayudas a levantarme.

Luca asintió y le tendió una zarpa, apresurándole a pasarle un brazo por la espalda una vez hubo conseguido levantarse. Zèon reprimió un gesto de dolor y cerró los ojos, tratando de reunir la suficiente fuerza como para caminar. De nuevo, cada paso que daba le sentaba como si un millar de agujas se clavaran en toda la zona que iba desde su cadera hasta la nuca. Se preguntó cuánto tardaría en desaparecer el dolor.

-¿Has conseguido dormir algo esta noche? –le preguntó Luca, entonces.

Zèon tragó saliva, nervioso. Tenía que tener cuidado a la hora de contestar aquello, o Sophia...

Sacudió la cabeza.

-Sí –respondió, finalmente -. Aunque sólo un poco.

-Me alegro. En tu estado, deberías descansar todo lo posible.

Zèon calló durante unos segundos, sin saber qué más responder a aquello. Era difícil dar a entender lo que estaba pensando sin que nadie más aparte de Luca pudiera averiguarlo.

Ambos salieron al pasillo y les recibió una algarabía de conversaciones matutinas. Zèon se dio cuenta entonces de que era la primera vez que salía de su habitación tan temprano, ya que por lo general solía esperar unos minutos con Koi, para evitar que los demás pudieran verle mientras se duchaba. Incluso ahora, que ya había descubierto su secreto, seguía sintiéndose incómodo de mostrarse desnudo ante los demás. Algo en su interior se revelaba ante la idea de poder ser mirado, juzgado y criticado por todos aquellos fehlar que aún conservaran algo de aquella retorcida mentalidad que los había llevado a iniciar la guerra. Y, por otra parte, no necesitaba ser objeto de la lástima de cualquier kane al que su historia le pareciera una desgracia.

Sólo quería que le dejaran en paz.

Y, sin embargo, era capaz de sentir con asombrosa claridad las miradas de pena o de mal disimulada curiosidad que le dirigían muchos con los que se cruzaba.

Sacudió la cabeza y trató de pensar de nuevo en cómo transmitir lo que sabía sin utilizar palabras. <<Las palabras son sólo espejismo, son sólo ilusión>> había dicho su maestro de Alquimia tiempo atrás. Aunque, en su caso, él se había referido a su carácter efímero, y al hecho de que la escritura era capaz de enlazarlas al mundo terrenal para la eternidad. Aquello no le ayudaba.

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