Sombras en la gasolinera

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En el que Lexa no es lo que parece, y cuatro chicas huyen por su vida.

Entra, provocando el tintineo de la campana sobre la puerta, e ignora la mirada aburrida del dependiente tras el mostrador.

No se quita la capucha, innecesaria en el interior de la tienda de esa gasolinera en medio de ninguna parte; ni las gafas de sol pese a rondar la media noche. Encamina sus pasos hacia el fondo, a las máquinas frigoríficas en las que descansan un surtido variado de bebidas y refrescos. Observa las sodas, pensando si coger una o decantarse por una bebida energética que le ayude a seguir conduciendo.

Aún les queda mucho camino por delante.

Aún deben seguir huyendo.

Se agacha, para ver mejor un par de sabores que le han llamado la atención, cuando la campana vuelve a tintinear y oye al dependiente decir "no quiero problemas."

– ¡Vacía la caja! -exige el recién llegado.

Ella se incorpora, usando el espejo situado en una de las esquinas de la tienda para observar al atracador. Suspira. Lleva una recortada y la cara descubierta.

Una de dos, o es un gilipollas novato que se ha olvidado de que cubrirse la cara es lo más importante a largo plazo cuando atracas, o no piensa dejar testigos. Sea cual sea el caso, la policía mirará el vídeo de vigilancia que, sí, efectivamente, se está grabando en el disco duro de un ordenador en una sala contigua, cuya puerta está medio camuflada por unas cajas. Y ella no se lo puede permitir.

De momento, sigue causando las interferencias necesarias para que no se la reconozca en el vídeo, y espera no tener que intervenir para salvar al dependiente.

La campana tintinea de nuevo y entra otro invitado armado con una semi automática, que informa al primero:

– Hay un coche aparcado en un lateral. Hay alguien más.

Mierda.

Se pega al estante de su espalda, el mismo que la esconde del primer atracador, y espera al segundo, que avanza por el pasillo de su izquierda.

Y se prepara, abriendo y cerrando los puños enguantados en mitones, concentrándose en los ruidos a su alrededor.

– ¡Eh! ¡Tú! -oye al segundo gritarle cuando ya la tiene en su campo de visión.

Apenas gira la cabeza para verle, y suspira antes de empezar.

Las luces empiezan a temblar, bajando y subiendo de intensidad de forma intermitente hasta que, por fin, se apagan completamente en toda la gasolinera.

– Pero, ¿qué...? -es lo único que llega a decir el que le está apuntando, antes de salir volando hacia la puerta de la tienda, que se abre para evitar daños materiales, y cae rodando por el suelo, inconsciente, como una muñeca de trapo.

-¡Murphy! ¿Qué está pasando? -grita el primero, que ha dejado de apuntar al dependiente e intenta ver algo en la oscuridad.

Iluso.

Mientras se acerca a la puerta tras la que espera el disco duro, ya desenchufado y con la carcasa del ordenador a un lado en el suelo, deja inconsciente al primer atracador, que cae como un saco de patatas.

Una vez en la sala, coge el disco duro, se lo guarda en un bolsillo y sale.

– Por favor-oye susurrar al dependiente-. Por favor, no quiero morir.

Deja que vuelvan las luces y regresa frente a las bebidas, abriendo la puerta de una de las cámaras frigoríficas para coger un pack de cervezas. Qué cojones, se lo merece.

Nota la mirada incrédula del dependiente cuando se acerca al mostrador, sobre el que pone las cervezas y un par de bolsas de patatas que ha cogido por el camino y, junto a todo, pone un billete de cien.

– Llama a la policía -le indica al dependiente-. Están inconscientes y tardarán unas dos horas en volver en sí. Y no me menciones.

Lo ve asentir, callado, en shock, por lo que, antes de que reaccione, coge las cervezas y las patatas, se gira y se va, camino a su coche.

– Gra... ¡GRACIAS! -le oye gritar apenas ha dado unos pasos fuera.

Suspira de nuevo, pasando junto al supuesto Murphy, y se encamina a su coche, aparcado entre las sombras junto a la gasolinera. Abre la puerta, entra y cierra, con cuidado de no despertar a las dos chicas que duermen en el asiento del copiloto y en el asiento de atrás. Deja las compras en el suelo de la parte del copiloto, junto a los pies de la rubia que ocupa ese asiento, y se coloca para encender el motor y la radio, a volumen suave. Suspira y las vuelve a poner en marcha.

No pasan ni diez minutos antes de cruzarse con un coche patrulla del Sheriff del condado, con las sirenas encendidas a todo volumen, que despierta a sus pasajeras.

– Mmmmh -ve estirarse a Raven por el rabillo del ojo.

– ¿Lexa? -murmura Clarke- ¿Va todo bien?

– Todo perfecto -le responde mirando a los ojos azules que la observan desde su derecha-. Podéis seguir durmiendo.

– Hambre -murmura Octavia, frotándose los ojos y separándose de Raven al incorporarse en el asiento de atrás.

– Hay patatas, y cervezas -indica-, en los pies de Clarke. Si no, falta poco para llegar al siguiente pueblo, veremos si hay algún sitio dónde conseguir algo más.

– Mmmmh -responde Raven, aceptando una de las bolsas y un par de cervezas que les pasa la rubia.

Los ojos azules la observan aún, atentamente, casi sin pestañear.

– En serio -responde a su pregunta silenciosa-, todo va bien. Paré en una gasolinera y a dos tíos se les ocurrió atracarla. Ayudé y me fui, dejándolos inconscientes y sin heridas. Y tengo el disco duro con el vídeo de vigilancia.

La oye suspirar y, para tranquilizarla, suelta la mano derecha del volante y le agarra la mano mas cercana.

– Os prometí que todo saldría bien, y no pienso romper esa promesa -espera, acariciando la mano que coge la suya, entrelazando sus dedos, hasta que la ve sonreír-. ¿Me pasas una cerveza?

– Sólo si cambias de emisora.

– La radio es tuya -le sonríe-. Bueno, vuestra -añade al escuchar una queja de una de las chicas del asiento de atrás .

Todo va bien.

Besa la mano de la rubia, antes de soltarla para volver al volante.

Siguen vivas y huyendo, todo va perfecto.



Bueno, primera historia de una nueva aventura en la que me embarco.

Siempre me han gustado los relatos cortos. Me permiten escribir pequeños destellos de miles de aventuras que me permiten experimentar con ideas, mundos y más.

Todas las historias de esta recopilación son Clexa o pre Clexa, y seguramente la mayoría sean independientes, no habrá necesidad de haberse leído las anteriores. De todas formas, avisaré en las que dependan de otras historias en esta recopilación.

Y quién sabe, tal vez de alguna de estas historias salga un fic más largo.

En fin, que espero que os haya gustado esta primera degustación y, bueno, nos vemos en el siguiente!

Mil Historias Por VivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora