Capítulo 3

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Jake

-Se ha desmayado - dijo Eliar, como si no hubiera pasado nada.

Hace diez segundos oímos un fuerte ruído y resultaba que la niña se había desmayado, ¿pero qué?

Pocas veces nos enviaban chicas, ya que por diversos problemas no podían qedarse embarazadas, aunque eso solo lo sabía yo. Además la última chica que tiraron como si fuera basura aquí era Mary y de eso ya hacía uno 6 años. Venía desorientada y había perdido la memoria. Les habrían dado algo para que no recordaran nada e integrarse aqui como si nada. Eso me ponía furioso.

¿Por qué ella se desmayó?

-Aver, cárgala hasta aquí - le dije señalando la mesa donde comíamos. Aparté unos platos que habían y los dejé en la pica. Intenté abrir el grifo pero el agua no salía. Sé que era tarde pero joder, ¿por qué coño cortaban el agua? ¿Es que nos querían matar?

-Han cortado el agua, joder - dije dando un golpe con el plato contra el fregadero, provocando que este estallase en pedazos. -Mierda -dije, viendo un pequeño corte en mi mano. Cogí un drapo sucio y me envolví la herida.

-Hey hey, Jake, se está volviendo a despertar - señaló Eliar.

Dejé otra vez el pañuelo, viendo que se había formado un pequeño círculo de sangre. Si es que era idiota, de verdad. Me acerqué a la mesa y observé como cerraba los ojos con más fuerza y movía la mano intentando algo..., no sé qué hacía. Mi mano estaba allí y la cogió. Me quedé inmobil. Si la apartaba se iba a despertar, pero entonces abrió los ojos de golpe y miró al techo. Eliar y yo seguíamos inmóbiles, casi sin respirar. Aún notaba su mano cogiendo la mía con fuerza. Era menuda y estaba caliente. Sus ojos empezaron a examinar la sala de un lado a otro, moviendose con nerviosismo. Su respiración se aceleró y enseguida miró nuestras manos.

Casi en un segundo soltó mi mano y se bajó de la mesa, colocándose en un rincón de la cocina.

-Ei, ei, no vamos a hacerte nada - dijo Eliar con las manos en alto.

-¿Qu.. que... que sois?

¿Qué somos? ¿Qué?

-Recuerda... - dije con un hilo de voz. No me oyeron, aunque tampoco prentendía que lo hicieran.

Se aferró a la encimera, pero enseguida quitó las manos al ver lo sucia que estaba. Sí, lo sé, éramos unos cerdos, pero tampoco teníamos tiempo para limpiar nuestro hermoso y acogedor hogar -era ironía-.

-¿Donde estoy? - preguntó. Sus ojos seguían moviendose frenéticamente de un lado a otro de la sala, deteniendose en nosotros dos, examinado nuestro cuerpos.

-Hola, bienvenida al exterior! - gritó Eli con felicidad.

Lo iba a matar.

Le di un codazo y lo empujé para que se fuera.

-Vete, tengo que hablar con ella.

-Oye, yo también quiero conocerla, ¿cómo la vamos a llamar?

Si es que era tonto del culo el muy inútil.

-No la vamos a llamar nada Eli, ahora vete de aquí, sino quieres que te mande fuera a patadas - le advertí, mirándolo directamente a los ojos. Eliar sabía de lo que era capaz y, por su bien, cogió una botella de alcohol y se fue a su dormitorio.

La chica tenía los ojos muy abiertos. Me miraba como si fuera un animal salvaje y ella mi presa, como si me la quisiera comer. Me acerqué a ella despacio, sin perder el contacto visual. No era una persona que transmitiera mucha confianza, la verdad, nunca lo fui. Los hombres de barrio me temían, aunque siempre estaba el listillo que decidía jugármela y acababa con una pierna rota o peor.

The ForeignDonde viven las historias. Descúbrelo ahora