Capítulo 11

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Desperté en un lugar. Sí, exactamente. Normalmente la gente despertaba en lugares pero habría quedado algo ridículo describir eso como un lugar extraño, nuevo o misterioso o cuaquier otro adjetivo, porque la verdad era como si hubiera vuelto a despertar en la casa de Jake y Eliar. Cuatro paredes, una cama dura, poca iluminación. Sí es verdad que había un gran armario allí pero, por lo general, no es que fuera muy diferente. Me incorporé y me levanté, caminando hasta una puerta que daba a otra habitación de la cual no provenía ningún sonido, estaba vacía. Lo que sí diré, es que, a diferencia de la casa de Eliar y Jake, había un pasadizo largo lleno de puertas y el comedor era mucho más grandale y con dos mesas. Ahí vivía varia gente. De pronto, una puerta se abrió y yo fui a esconderme otra vez en la habitación. Oí el sonido de los platos chocar entre ellos y luego un olor exsquisito entró por mis fosas nasales, aunque, si os digo la verdad, eso ya podía oler todo lo mal que quisiera que mis tripas habrían gruñido igual. Estaba muerta de hambre. De pronto la puerta se abrió y quedé al descubierto.

-Vaya. Despertaste - dijo... ¿una mujer?

Abrí mucho los ojos, realmente perpleja. Ella frunció un poco el ceño, pero solo fue un segundo, y se apartó de la puerta indicándome que pasara; yo no estaba muy segura de ello. Sin embargo, di un paso adelante y me senté en uno de los largos bancos.

-Soy Mary - se presentó. Su nombre me sonaba. Jake lo había mencionado antes. Parecía joven, quizás de unos treinta años, sin embargo, mostraba un aspecto desgastado y pobre. Parecía echa solo de hueso, como si le hubiesen sorbido todo el músuclo y solo quedara un fina capa de piel. Daba algo de repugnancia verla, para luego pensar que yo a lo mejor también acabaría así, aunque esperaba que no, obviamente.

-Adara - dije con amabilidad, pero sabía que notaba mi desconfianza, por lo que se ahorró el estrechar de manos.

-Se que esto es muy nuevo para ti, yo, cuando vine también estaba muy desorientada, pero ya verás como te acostumbras rápido.

Fruncí el ceño. ¿De qué iba todo esto?

-Perdona pero, yo... - no sabía si decir algo o no, así que opté por la opción más fácil - ¿Dónde estoy?

-Verás, a esto lo llamamos el exterior, es un lugar algo pobre pero...

-No, no me refiero a eso - la interrumpí. - ¿En que parte de la ciudad estoy?

Ella me miró algo confundida, otra vez ese ceño fruncido que solo duró unos segundos.

-¿Cuánto hace que estás aquí? - preguntó.

-Varios meses ya - mentí. No tenía la más mínima intención de revelarle nada. No se podía confiar en nadie.

-¿Vivías con alguien antes? ¿Algun... chico o chica?

Negué con la cabeza.

-Encontré una casa deshabitada y allí me quedé.

-Y, ¿qué hacías por aqui? - preguntó. Se sentó en el banco delante de mí y juntó sus manos apoyándose en la mesa con los codos. Una cruz. Tenía una cruz en la mano derecha. Fingí no haber visto nada y fruncí el ceño.

-No lo recuerdo muy bien. Estaba perdida y de pronto alguien me disparó en la pierna y me desmayé - conté, fingiendo confusión. - ¿Cuanto tiempo he dormido?

-Dos horas solo. Al parecer un agente te disparó un dardo en la pierna, lo que provoca alucinaciones y dismayo y cosas así.

-¿Te dispararon a ti antes alguno?

-No - negó con la cabeza. - Pero tengo amigos que si les dispararon y no fue la mejor experiencia de su vida.

Ignoré el echo de que no sabía de que hablaba cuando había hablado sobre los "agentes" y simplemente asentí.

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