tercer vagón (donghwi)

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En el segundo vagón del tren alguien está tocando la guitarra. La música suena maravillosa, aún cuando no puede prestar demasiada atención porque no se encuentra en el mismo vagón. Sino, en el de al lado. Daehwi se entretiene moviendo sus manos sobre la ventanilla frente a su asiento al ritmo del compás, ignorando completamente todo lo que hay al rededor de él. O al menos, eso es lo que intenta. Una mirada fija se encuentra sobre su persona, una que desconoce, pero lo tranquiliza. Como si lo cuidara de ajenas miradas que recibe de hombres en el tren. Mayores, de traje, lascivos. Sinceramente, terrorífico. Gracias al cielo, ninguno se sienta a su lado. Más hay una mujer, bastante mayor, que lee un libro de nombre desconocido.

Faltan muchas estaciones para que sea su turno de bajar. ¿Debería confrontar las miradas que lo incomodan? ¿O encontrarse con aquella que lo cuida? Decide, por primera vez en su vida, buscar un poco de paz. Alza su rostro, sus oídos siguen atrapando los deslices de manos sobre cuerdas para no perderse del sentimiento conocido. La mirada que lo encuentra, lo pierde prontamente. Si tanto lo ha mirado, ¿por qué ahora lo ignora? Daehwi sonríe, ganándose una nueva mirada de la señora a su lado. Pero la ignora, así que la mujer vuelve a la lectura.

Un segundo, dos segundos, veinte segundos. Pronto la mirada vuelve a observarlo; aquel hombre se siente conocido ante su corazón. Le sonríe, como si jugara con él, como si intentara decirle que sabe lo que hace. Que no deje de hacerlo. El hombre tan varonil le devuelve la sonrisa. Pero la muchacha a su lado lo atrapa y Daehwi tiene que escapar de la incomodidad. Siendo juzgado una vez más, se preguntaba si podrá alguna vez ser tan sensato como para no ir detrás de los amores de otra gente. Supone que la mirada del chico lo ha abandonado, porque ya no siente esa tranquilidad.

Sentado junto a su compañera de clases, Dongho pierde la calma al ver como el joven que desconoce se aleja de su vista. Supone, cree, saber la razón. Y lo hace, tal como piensa. La muchacha a su lado se encuentra mirando tan fijamente al chico que podría prenderlo fuego en cualquier momento; hacerlo desaparecer. DongHo, tan masculino como se ve, siente miedo de que eso ocurra. Porque lo desconoce, se desconocen, pero se siente familiar. Calma, dulzura, sentimientos que le provoca tan de pronto. El joven enfrenta la mirada de su compañera tan pronto como lo nota, frunciendo su ceño como hace cada vez que la tiene cerca.

JinAh, la muchacha, desliza su diestra por el muslo de DongHo, guiandolo hasta su rodilla, antes de intentar hablar. Pero DongHo la interrumpe, deshaciéndose de aquel tacto al quitar la mano de sobre su piel. Un encuentro de miradas que no es cómodo, ni le produce paz. Un encuentro de miradas que detesta. El hombre pronto la suelta, la ignora de mil maneras, y acomoda las mangas de su camiseta de lineas celestes y tela blanca. Se pregunta, en su mente, si el joven desconocido está mirándolo una vez más.

ㅡJinAh, hagas lo que hagas. -Se detiene, buscando la mirada de la muchacha. Tan esperanzada, tan... triste. DongHo no siente remordimientos, no debe hacerlo tampoco.ㅡNo me gustas.

Y se levanta. La deja. En silencio, encontrándose con ella misma. DongHo busca con su mirada la del joven, buscando encontrarlo. Pero esto no ocurre, no puede quejarse o enojarse por eso, no importa lo caprichoso que de pronto se sienta. Aún así se queda cerca, esperando la próxima estación.

No hay mucha gente en el tercer vagón, no hay mucha gente en ninguno de los vagones a decir verdad. En la próxima estación bajan al menos 3 personas que el puede llegar a reconocer. JinAh, un empresario con un paraguas amarillo a punto de abrir, una señora mayor con un libro desconocido. Y alguien es dejado solo, jugando con sus manos sobre su regazo, mientras intenta ignorar todo a su alrededor.

Si DongHo no se hubiera apresurado a sentarse junto al muchacho de cabellos oscuros, un hombre demasiado mayor le hubiera ganado. Agradece que lo logró, porque al notar la manera en la que el muchacho se tensa al ver su pantalón de traje oscuro, sabe que nada bueno ha llegado a su vida en traje de empresario. De pronto, existe un aura que desaparece al sentarse a su lado, como si mil miradas (que no eran para él) desaparecieran. Los hombros del muchacho a su lado se dejan caer, junto al suspirar.

ㅡ¿Te han estado molestando mucho? -Daehwi no ignora la voz masculina que pregunta, curioso como nadie lo ha estado. Porque nunca lo han notado, lo vulnerable que es en ese entorno. Al levantar la mirada, le regala una sonrisa al hombre con el que ha chocado miradas hace poco. ㅡSoy DongHo.

Y Daehwi repite el nombre mencionado, como si se sintiera tal cual chocolate caliente en un día frío, lleno de paz. Asiente antes de hablar. ㅡMi nombre, uh, Daehwi... ¿Y tu novia?

ㅡ¿Estás celoso?

Ambos ríen, y el viaje sigue así. Silencioso, tranquilo, con miradas encontrándose de pronto y nuevas risas abandonando sus bocas. Pero la diferencia es que, al bajar, Daehwi no camina las peligrosas calles de su ciudad solo. Y es que, Dongho lo acompaña.

TRAIN 101 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora