primer vagón (dongpaca)

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Los cortos brazos de Donghyun se envuelven al rededor del cuello de su compañero de asiento, Youngmin. Las piernas que, a comparación de las ajenas, también resultan ser cortas, descansan sobre ellas.

De fondo no hay música, no hay ruido. Es la primera vez que el vagón se encuentra tan ahogado en el silencio, en el momento perfecto en que Youngmin comienza a leer del libro que hay en sus manos. Pues una sostiene un libro mientras la otra se posa sobre los muslos de Donghyun, acomodando sus piernas sobre su regazo para que estas no caigan.

Youngmin lo cuida, lee en voz alta para él; se asegura de que nada malo le pase mientras duerme camino a casa ㅡ su casa, la casa de los dos. Un hogar. Si Donghyun se pusiera a pensar, no importa cuanto intentara, no podría recordar todas las veces en las que el joven a su lado lo cuidó.

Sus párpados caen, su rostro se oculta en el cuello del más alto, quien se muestra tan interesado en su lectura que ni siquiera se detiene a besar sus cabellos como siempre hace. Donghyun es celoso, muy celoso, con Youngmin. Principalmente, porque no cree merecerlo.

Pero él se lo recuerda todo el tiempo. Cuando están a punto de dormir abrazados en su cama, besa su rostro y le dice que lo ama. Cuando se levantan cada mañana, se abraza a su figura y no lo deja ir hasta que se hace muy tarde. Y entre risas y gritos, se aman. Donghyun no puede tener alguien mejor a su lado.

La noche se pinta de azul a negro desde la ventana, Youngmin lee la tercera linea del capitulo veinte de su libro. Los tarareos que salen de su boca, de la de Donghyun, carecen de sentido o aspecto musical. En el primer vagón del tren, hay solo cuatro asientos ocupados.

Los dos primeros están ocupados por una pareja de ancianos, quienes no se miran a la cara en ningún momento. ¿Se conocen? Donghyun no lo sabe, tampoco lo averiguará hoy. Su mirada se queda en ellos solo porque, piensa que si se conocen, es algo muy triste no cruzar miradas con alguien por tanto tiempo.

Donghyun no podría estar sin mirar los ojos de la gente. De todos, de cada uno de los que se cruza en su camino. Siempre mantiene un contacto, eso es lo que quiere, no importa que tan pequeño o tonto sea. Crear lazos, eso quiere. Mantenerlos, lo desea.

ㅡYoungmin. -Murmura su nombre, ocultando su rostro un poco más en la pálida piel de su amigo y amante. El más alto, no hace más que reír antes de contestar.

Solo un "mhm" escapa de su boca; lo justo y necesario. Sus dedos largos empiezan a acariciar los muslos ajenos, creando formas inexistentes en la piel que conoce como a la palma de su mano ㅡ por tocarla, por sentirla, por besarla. Donghyun no dice nada, no es necesario que lo haga.

Porque en el silencio de ese vagón, y entre las letras que se desplegan en las hojas de su libro, Youngmin entiende. Sabe lo que el otro necesita escuchar. ㅡSi, Donghyun, te amo.

Como regalo, un besito sobre su cuello. Uno suave, pero rápido, que le quita una carcajada de sus labios. Logra llamar así la atención de la poca gente en el vagón, pero no importa. Es feliz. Ambos lo son.

En su pequeño mundo.
Un constante hogar.

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