Prologo

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Humo salía por las chimeneas de vapor, que vigorosas sobresalían por el techo de la gran estación de Kings Cross, borrones de personas se veían pasar a su lado, ella se preguntaba quiénes serían esas personas, ¿a dónde irían?, ¿habría alguien esperándolos en su destino?

Quizás viajaban por negocios, o de vacaciones, quizás se encontrarían con un viejo o nuevo amor, o ¿Cómo sería su estado de ánimo, estarían felices o tristes? Quién sabe.

Escucho un sonido familiar que le hizo que saliera de su ensueño, su tren estaba por partir así que agarro sus maletas y corrió tan rápido que sus piernas le permitían; podía llegar a ser demasiado fantasiosa en muchos momentos y perderse en sus propios pensamientos. Logró entrar al tren justo cuando su conductor daba la última llamada para abordar; una vez dentro logro suspirar de alivio porque podría llegar a tiempo a su destino, y no pasaría por el ya conocido y monótono discurso de su padre sobre "Debes tener los pies y la mente sobre la tierra, porque si tienes solo uno de estos jamás llegaras a nada" y luego su "Las fantasías y cuentos de hadas son para niñas pequeñas", terminando con un fatídico "Si dejas de soñar veras el mundo tal y como es".

Alejo ese monólogo de su mente y se dispuso a buscar un compartimiento. No podía creer que el tren estuviera tan vacío, se supone que miles de personas saldrían de la ciudad por la temporada, como esos pájaros que volaban en manada en específicas épocas del año. Entró en un cubículo vacío y se tiró en el asiento, cansada de su pequeño maratón por la estación de trenes. Supo que le quedaba un largo camino que recorrer hasta su destino y pensó en su papá y en esos discursos que le daba todos los años y en como ella, con cada año que escuchaba el mismo discurso de su padre, se daba cuenta que los cuentos de hadas estaban muy mal relacionados con la infancia y los niños.

Se daba cuenta que entre más soñaba, más feliz era y que si era feliz, eso no podría estar mal. Porque siempre debes seguir eso que te hace feliz o eso es lo que trataba de cumplir.

El tren se puso en marcha, empezó a ver como la imagen de los árboles pasaban más y más rápido a medida que el tren aceleraba; convirtiéndose en borrones de diferentes tonalidades, una obra de arte natural, tan hermosa y perfecta de lo que habría sido cualquiera de los cuadros de esos grandes pintores de siglos anteriores.

Empezó a imaginarse a ella misma como una mariposa, una pequeña mariposa revoloteando entre las flores que pasaban a su alrededor, o un pequeño pájaro refugiado en alguno de esos árboles que dejo atrás, o incluso un hermoso halcón alardeando de sus grandes alas, reina del cielo. Reina, ahora que lo pensaba no sonaba tan mal; aunque sí bastante difícil.

Imaginen tener que cuidar a todo un grupo de personas y aun así ser buena y bondadosa, pero sin dejar que los demás pasen sobre ti. Hacía mucho frío cuando el tren dio giro y mostró las ruinas de lo que fue el hermoso casillo de Eilean Donan en el Lago Duich. Pensó, mirándolo que era sin duda alguna era lo más hermoso que haya visto antes.

El tren de los cuentos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora