Había un hombre que trabaja en un hospital psiquiátrico muy joven y sin experiencia hacia su trabajo con mucho entusiasmo, un día ingresan a una mujer por posible diagnóstico de esquizofrenia y paranoia, como ya tenía un poco de tiempo trabajando allí su jefe le dio la oportunidad de tratar a esa paciente. Confesó que estaba muy asustado pero con ganas de hacer su trabajo empezó a hablar con ella, al principio de la evaluación le parecía que las características que la describían en su hoja clínica no coincidían, pero ya después de un tiempo de consulta con ella notó que al responder las preguntas que le hacía veía hacia su lado derecho como si alguien estuviese allí. Algo que le hacía ruido.
Cuando le preguntó a quien o qué está mirando ella decía que a su amigo, un poco incómodo seguí con la sesión, repentinamente la chica se para de la silla; al momento los enfermeros que vigilaban se pusieron alertas. La paciente calmada y con una sonrisa leve en su rostro, musitó: " tu morirás esta noche".
Un calambre atravesó toda mi columna vertebral que sorprendentemente pude evitar demostrar, decidió terminar con la sesión, cuando salen de aquel consultorio se da cuenta que ya está anocheciendo y su turno estaba terminando; sin embargo, algo impidió su ida, su compañero que cubría el turno de noche tuvo un problema familiar y lo llamo en ese momento para que lo cubriera esa noche, la verdad es que queria estar lo más lejos del psiquiátrico como pudiera.
Aunque estaba nervioso por lo que me había dicho aquella mujer en su consulta le dijo que sí, le debía bastantes favores así que moralmente debía ayudarlo. Preparo todo para pasar esa noche allí, como es de esperarse los psiquiátricos lucen aterrador a cualquier hora del día pero específicamente esa noche había un ambiente muy lúgubre, las luces estaban opacas; los gritos y risas de algunos de los pacientes psicóticos se escuchaban en cada rincón del hospital.
Aproximadamente a las 1:00 am se sentó a leer una revista en su oficina, en ese momento se fue la luz en todo el sector, aunque estaba calmado empezó a recordar el caso de la nueva paciente; empezó a sentir la necesidad de morderse las uñas ansiosamente, un mal hábito que hacía cada vez que estaba nervioso por algo. Salió de la oficina para buscar una linterna aunque no era necesario porque se habían activado las luces de emergencia.
Caminando por el pasillo se dio cuenta que pasaba por su habitación, cuando vio por la ranura que tiene la puerta se percató que la paciente no estaba. Apresuradamente busco a algún enfermero de guardia y al notar que no había nadie, con las piernas temblorosas intento correr hacia la salida, segundos pasaban y se sentía cada vez más desesperado, "¿Qué no hay ningún enfermero en este miserable hospital?".
Aunque diera mil pasos por el pasillo parecía nunca terminar, en ese momento las luces de emergencias se apagan y rápidamente con mis manos sudadas alumbró mi alrededor con la linterna, a lo lejos del pasillo me doy cuenta de que una figura de una mujer esta agachada rasgando el piso, con la voz temblorosa le grito y parece no escucharme así que me acerco hacia ella; No sé si fue por inercia de curiosidad o estupidez humana, pero al ir acercándome cada vez más me di cuenta que es la misma mujer que había atendido aquella tarde, la que me había dicho que moriría esta noche.
Sin habla y con el corazón a mil, intenté salir de ahí lo antes posible pero se me hizo imposible, mis pasos se sentían como plomo cuando intenté retroceder, mis manos se volvieron mantequilla e hizo que la linterna se resbalara de mis manos, por el impacto con el piso la linterna tintineo haciendo que en el momento que se volvió a alumbrar hacia la dirección de la mujer, está estaba parada viéndome, su bata rota y llena de sangre daba a entender que había hecho más que huir de su habitación; aterrado se tiró al piso y empiezo a rezar e instantáneamente el pasillo se alumbró y la mujer ya no estaba, no conforme con eso salgo desesperado del hospital, con el aire atorado en mis pulmones me percató de que a los al rededores no hay nadie, en seguida voy corriendo a mi auto para largarme rápidamente de ese lugar. Cuando enfoco mi vidra por el retrovisor, en el asiento trasero se encontraba la mujer con esa leve sonrisa que me mostró en consulta.
Del impacto me quedé petrificado viéndola, no logré actuar a tiempo, mi muerte era segura...
Con el corazón bombeando a mil contra mi pecho, aleje mis ojos de la historia y observo por la ventana del tren como la oscuridad va tomando camino en el cielo, me doy cuenta que ya estaba a punto de llegar a mi destino, así que antes de llegar me puse a reflexionar sobre todo lo que había recordado e incluso imaginado; lo que me hizo pensar que ya no era el mismo hombre que se había montado al principio del tren. De pronto la puerta del cubículo se cierra bruscamente dejándome paralizado unos segundos, me froté con las manos los ojos, tratando de quitarme el efecto de sueño que me empieza a dar. "Tal vez tanto café e historias de terror me están afectando la tranquilidad de mi mente", pensé con cierta ironía.
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El tren de los cuentos.
FantasíaA veces creemos que caminamos por este mundo solos, un mundo que no se percata de nuestra existencia, cuando si bien, es todo lo contrario. Realizada en colaboración con Génesis Rojas y Agustín Espinoza.