Capítulo 7

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-Jaja creo que tienes razón,seria una buena idea darte mi nombre...
Aunque creo que realmente no es tan importante- No podría estar hablando en serio
-Oh, vamos, eso no es justo chica guitarrista- Tal vez estaba haciendo un poco de berrinche pero en verdad quería saber su nombre
-Wow espera- No había más que diversión mezclada con algo de curiosidad en su rostro -¿Chica guitarrista?- No fue hasta ese momento en el que me di cuenta que la había llamado de esa forma, creí sólo haberlo pensado pero al parecer me equivocaba y ahora probalblemente tendría que explicarle porque le había llamado así y explicar eso probablemente sería vergonzoso
-Si- Podía sentir mi cara arder
-¿Por qué?- Ahora solo había diversión en su rostro, tenía una linda sonrisa y diablos no debía pensar eso ahora eso solo empeoraría las cosas
-Bueno la primera vez que te vi fue tocando la guitarra así qué tiene sentido para mi- Intente explicar con la mayor seriedad posible
-¿En serio?- Eso era toda su respuesta, no parecía recordarlo
-Bueno, ahora ¿Puedo saber tu nombre?- Esperaba que esta vez accediera a darmelo
-No, en realidad me agrada chica guitarrista, creo que me quedare con ese-
- No puedes estar hablando en serio-
-Oh, si lo hago-
-¡Pero eso no es justo!-
- Espera, ¿Estas haciendo berrinche?- Por segunda ocasión mi cara ardía y ella simplemente rompió a reír y demonios si su sonrisa era preciosa su risa era aún muchísimo mejor y en ese momento ya no me importó nada
La plática continuo por un par de horas más y nada era mejor, esta vez pude saber un poco más acerca de ella no su nombre, pero al menos ahora tenía su número telefónico aunque no había sido fácil conseguirlo y sabía que trabajaba medio tiempo en una cafetería de la ciudad a la que nunca había ido, estaba segura que a partir de ya comenzaría a ir.
Cuando la noche comenzó a llegar ella tuvo que irse y podría decir que eso me entristeció, era realmente agradable que estuviera ahí y no quería que se fuera, pero como todo lo bueno se termino esa tarde, la chica guitarrista agradeció por la charla y la taza de café se levantó y se dirigió a la puerta, tenía algo en mente, no sabía si era una buena idea o no, pero estaba dispuesta a probarlo así que al igual que ella me dirigí a la puerta y la abrí, pero antes de permitir que la chica guitarrista se fuera me despedí con un abrazo, por unos segundos ella se quedo inmóvil, olía a café, menta y lluvia y no había nada mejor que eso, justo cuando estaba a punto de soltarla correspondió el abrazo y era uno de esos que te hacen sentir bien, completo, de esos abrazos que son mágicos, el abrazo duro sólo unos segundos y después se fue sin decir nada, solo sonriendo de lado.
Y sólo aquello fue suficiente para dejarme sonrriendo como imbécil toda la tarde, desde aquel momento lo supe, ella había hecho que las cosas dejarán de tener sentido o tal vez había hecho que lo tuvieran, solo sabía que a partir de ese día era un antes y después...

Aquella nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora