Capítulo 7: Serenade

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Notas: Au

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Notas: Au. Welcome to the ballroom.

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En una habitación repleta de rosas, Tamaki no podía considerarse siquiera una marchita.

En un estudio de danza, flores marchitas tenían mejor forma que él.

En un estudio de danza, Tamaki era un bloque de cemento.


Y ahí estaba de pie en un salón de paredes de espejo, donde dar la espalda a la gente no tenía sentido, rodeado de personas que enceguecían al resto con su brillo.


Pero incluso un bloque de cemento como él, admiraba al sol que incluso en una simple práctica de sombra decía "Mírame solo a mí".

Incluso un bloque de cemento como él, se derretía ante el impacto y el calor que las palabras y movimientos de Mirio provocaban.


Mirio, que se esforzaba como nadie desde hace años en perfeccionar sus movimientos, decía que Tamaki era la razón por la que él seguía.

Mirio, que brillaba como nadie solo con una simple sonrisa, le decía que, a pesar de todas sus debilidades, Tamaki era alguien capaz de eclipsar a cualquiera.

Mirio, que cuando había dado todo por perdido se presentaba ante él y se convertía en su primer amigo, confesaba que Tamaki era la mariposa que lo mantenía con vida.


Y observar no parecía suficiente, no cuando cada paso parecía una serenata al Tamaki que Mirio no podía tener en sus brazos, al Tamaki cuyo sueño no seguía al de ser un bailarín profesional de Mirio.


Y era cruel no ser lo que Mirio necesitaba, mientras veía la sombra de su propio cuerpo seguir el ritmo impuesto por quien lo anhelaba de pareja. Cruel no tener un sueño propio, temer, temblar y quedar en blanco, mientras escuchaba que era el motor del sueño de otro.


Y era cruel ver la invitación de brazos extendidos. Cruel aceptarlos con vacilación. Cruel tomar el puesto de la ilusión que Mirio había formado con la sombra de su silueta y cruel el firme agarre de sus manos que lloraba a gritos un "Si tan solo..."


Y entre paredes de espejo, Tamaki simplemente era la mariposa de alas rotas en una ilusión, posada en cemento fresco, mientras la sombra con su silueta bailaba guiada por los pasos de un brillante Mirio. Mirio, que solo necesitaba de una pareja a su nivel para lograr todo lo que deseaba ser.


"¡Oye, Amajiki! ¿Te gusta bailar?"


Y en una habitación repleta de rosas, en un estudio de danza, entre paredes de espejo, frente a la ilusión de su danzante sombra, observando una cruel serenata... Tamaki se preguntaba si él que lloraba a gritos un "Si tan solo..."

¿Acaso no era él?

La amistad es algo poderosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora