-Un zumo, por favor_ dije apoyándome en la barra de aquella cafetería.
-¡Joose, un café!_ escuché a mi lado a alguien gritar_ ¿Qué clase de persona pide un zumo a estas horas? _preguntó con una risa burlona aquella voz. Fruncí el ceño y me giré algo indignada preparada para una discusión, nadie y digo, NADIE, cuestiona mis gustos y menos una estúpida voz, por muy melodiosa, rasposa, e incluso sexy, que sea.
-La misma que se pregunta por qué alguien tomaría un café a estas hora, ¿acaso tu no duermes?_pregunté al clavar mi mirada en la suya, sus ojos se achinaron al soltar la primera risotada, fruncí más el ceño sin entender la razón de su risa, bufé y me levanté con mi vaso de zumo. Había tenido un día de mierda y no tenía ganas de aguantar a una preciosa desconocida de ojos verdes y el pelo tan negro como la noche que nos rodeaba.
-Perdón, perdón_ dijo todavía entre risas sujetándome del brazo. _ Lo siento por meterme donde no me llaman, y respondiendo a tu pregunta, no, no duermo, bueno si, pero por el día, en 30 min empieza mi turno y esta maravilla oscura es lo única que me impide asesinar a mis posibles clientes y no dormirme con la charla de mi compañera.
-Perdonada, supongo _me encogí de hombros_ es una costumbre desde que soy niña_dije señalando el vaso_ siempre que me enfadaba mi padre me compraba un zumo y se me pasaba, y a lo largo de los años después de un día de mierda el zumo es lo único que me calma para poder dormir tranquila y hoy no me quedaba en casa así que aquí me tienes
-¿Entonces un día de mierda? _preguntó apoyándose sobre la palma de su mano
-Ni te lo imaginas_ respondía clavando la mirada en el zumo a la vez que suspiraba
-¿Quieres contármelo? Una vez alguien me dijo que contarle tus problemas a un desconocido es terapéutico
-¿Quién te lo dijo? ¿un desconocido?_pregunté con una risita al final de la frase
-Puede ser_sonrió_ entonces...¿quieres contármelo?
-Mi jefe ha decidido ponerme al cargo de enseñarle la empresa a su "hijísima", la semana que viene y cuando intente negarme, porque al fin y al cabo mi trabajo no es ser niñera de nadie, pues me ha amenazado con despedirme ¿te parece normal? _ dije dejando caer dramáticamente la cabeza contra la barra
-No puede ser tan malo, ¿no? ¿o acaso conoces a la muchacha?_ negué con la cabeza sin levantarla_ Entonces estás juzgando a alguien sin conocer, pequeña desconocida
-Puede ser, pero simplemente..¿por qué yo? Hay mucha más gente en la empresa, no lo entiendo...
-Si le hubiese tocado a otro, se preguntaría lo mismo, ¿no crees?
-Pues que se lo pregunte el otro_ levanté la cabeza y la miré haciendo un puchero, ella rió y me pellizcó la mejilla
-Eres adorable, pero empieza mi turno y todavía tengo que llegar a mi precioso lugar de trabajo_ se levantó, dejó el dinero frente al café y me sonrío antes de desaparecer por la puerta sin darme tiempo a decir algo
-Tu también eres adorable_ susurré a mi zumo
Aquella fue la primera vez que hablé con ella, la "desconocida", después de meses, cada noche a la misma hora y en la misma mesa yo me tomaba un zumo al salir de trabajar y ella se pedía su café antes de entrar. Siempre con el mismo juego y las mismas reglas, estas eran simples, podíamos contarnos todo y hablar de todo pero sin nombres, en un principio me parecía raro pero me contó que lo había leído, visto en alguna película o incluso soñado, pero aquel secretismo entre nosotras era emocionante, conocer tanto y a la vez nada de aquella persona con la que compartes una charla nocturna era lo mejor que me había pasado en mucho tiempo.
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