Años después.
-¿Puedo pasar? –Escucho la voz de Justin detrás de la puerta. La enfermera abre la puerta y le dice unas cosas que no alcanzo a escuchar, después el entra con una bata azul y unos guantes de látex.
Sus ojos eran cansados como si no hubiera dormido en días, y era cierto, no lo había hecho. Siempre estaba cuidando o al tanto de que yo estuviera bien.
Se asoma una sonrisa en sus labios mostrando sus blancos dientes.
-¿Cómo estás, amor?
-Acabo de parir, Justin ¿Cómo crees que estoy? –río y el solo asiente tontamente.
-Lo siento es que… no…ni siquiera sé si es niño o niña.
-Es niño –sonrío.
-¿Es enserio? –casi saltaba como un niño pequeño de la felicidad. Solé unas risas por sus gestos tiernos –Dios, le enseñaré a jugar beisbol y futbol. También le enseñaré a tocar la guitarra, eso le ayudará a conseguir chicas ¡será todo un galán! Y cuando –hablaba tan rápido que entendía muy poco lo que decía. Estaba demasiado feliz.
-Jus, Jus. Tranquilo. –Él sonríe avergonzado y camina a donde estoy yo, agarra mi mano y deposita un pequeño beso en mi muñeca.
-Lo siento, siempre había querido tener un niño para enseñarle todo lo que sé, después será una niña para protegerla, será igual de hermosa que tú, no lo dudo.
-¿Listos para ver al pequeño? –la enfermera entró con el bebé cargado. Me senté rápidamente en la camilla con la ayuda de Justin. Y ella me entregó el bebé en mis brazos.
El pequeño tenía las mejillas rosadas, sus labios los tenía como su padre, largas pestañas como las mías, la tez blanca pero el cabello negro y lacio. Empezó a balbucear y abrió sus pequeños y hermosos ojos. Mis lágrimas empezaron a salir, miré a Justin, él también sonreía.
Mi corazón empezó a latir rápido de la felicidad, jamás había estado tan feliz en mi vida.
-Es hermoso –sollocé. –Es igual que tú, Justin.
-Incluso hasta más guapo. –Reí.
-Cárgalo -. Se lo pasé y sus manos temblaban, sus ojos se pusieron de un color rojizo. Él también estaba llorando.
-Es un mini-Justin. –Dijo asombrado. –Por cierto ¿Cómo se llamará?
-Hice un gesto ¿Qué te parece Ian?
Hizo un gesto –No tiene cara de Ian. Mejor Daniel.
-¿Daniel? No creo, ¿Qué tal Matt? ¿Te gusta Matt?
-Hey, Matt –le dijo al bebé- ¡Me ha sonreído! Dios Matthew, serás todo un galán.
-¡Justin!
-¿Qué? –Rió y me pasó al bebé.
El pequeño Matt me miró fijamente a los ojos. Eran grises, enormes y tan profundos como los de Justin –quitando que Justin los tiene miel- Era increíble que acabara de dar a luz a éste pequeño ángel. Ha sido todo tan rápido.
-Bienvenido al mundo, Matthew Bieber. –Saboree su nombre en mi boca, realmente le quedaba. Era perfecto.
Justin besó mi frente y dejó sus labios ahí por un momento –Hemos hecho un muy buen trabajo.
-Estoy de acuerdo contigo. –reí.
-Me llegó el mensaje ¿Cómo están, mundo? –Ryan entró casi corriendo a la habitación y la enfermera lo miró mal, él se disculpó y caminó hacia nosotros. -¿Todo ha salido bien?
-Todo ha salido a la perfección –Justin le sonrió. –Hey Matt, éste es el tío Ryan.
Bieber quitó el bebé cuidadosamente de mis brazos y se lo entregó a su primo.
Después de tantas peleas y ratos incómodos que habían pasado los primos, prefirieron dejarlo por la paz. Ryan iba bien, tenía novia, Christina, era perfecta para él. Ryan era un parlanchín sin cura, nunca se callaba, en cambio ella era más callada, más reservada. Ustedes saben, los opuestos se atraen.
Vi la cara de Ryan y estaba pasmado, le sonrió un poco y nos miró a ambos.
-Han hecho un buen trabajo, chicos. –Justin me abrazó.- Cuando te pelees con ellos, ven con tío Ryan, pequeño.
-¡Hey! –reí.
-También cuando quieras consejos con las chicas.
-Sin duda los Bieber son unos coquetos –dije.
-Es de familia, cariño. –contesta Justin.
-Quiero quedarme más tiempo, en verdad. Solo quería venir para asegurarme que todo estaba bien y felicidades a ambos. Y a ti Matt, tienes unos padres asombrosos. –Acerca al pequeño a sus labios y le da un pequeño beso en la frente, me lo entrega con delicadeza. –Si necesitan algo, lo que sea, háganmelo saber.
-Claro, hermano. –Los primos se dan el típico saludo de hombre y se despide de mí con un beso en la mejilla.
-Gracias por venir, Ry. –sonreí. –Saluda a Chris de mi parte ¿vale?
-Está bien, cuídense y felicidades de nuevo. –Ryan sale diciendo adiós con la mano y cierra la puerta intentando no hacer ruido.
-No puedo creer que tengamos un hijo, Justin. ¡Soy madre!
-¿Enserio? Yo creí que era la mamá –dijo sarcástico.
-¡Oye! –río.
-Tienes que descansar, cariño. Llevaré al bebé con la enfermera, tienes que dormir. –Carga al pequeño.
-Quiero pasar más tiempo con Matt.
-Lo sé, igual yo, pero tenemos toda una vida para eso ¿no? Así que descansa.
Me besó. Necesitaba tanto el contacto de sus labios con los míos. Lo ansiaba como si en un buen tiempo no lo hubiera besado, aunque solo habían pasado unas cuantas horas. Seguían siendo una droga para mí.
-Dile adiós a mamá, Matthew.
La palabra ‘mamá’ me hacía estremecer de la emoción. Siempre me había imaginado con una familia, pero no estaba muy convencida de que pasara, ahora era realidad.
-Te amo, Justin. Te amo pequeño Matt.
-Y yo a ti, Caroline.
Justin se aleja con el pequeño recién nacido entre sus brazos y estoy empezando a extrañarlo. Era raro, aún sentía la adrenalina correr mi cuerpo. Díganme ridícula, pero para mí, éste momento era mágico e inigualable.
En mis manos aún sentía el contacto de la piel suave con el bebé.
Cuando lo vi a sus ojos delicados de color gris profundo, es como si me tranquilizara de manera instantánea. Y ese resultado se me hacía familiar, era igual cuando miraba a Justin.
Los dos y únicos hombres en mi vida. Los amaba con todo mi corazón.