4.|Derribado|

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Owen.

-¡Joder, por qué te quedas ahí paradote como un estúpido!- William me miró y agrandó sus ojos justo en el punto el que pensé que se saldrían de sus parpados.

-¡Dame el balón pedazo de idiota-Gritó después de ponerse en posición, no entendía a qué se refería pero ni de coña le daría el balón.

-¡Porque mierda haría eso, te estoy diciendo que muevas tu puto culo y no lo haces!

-¡Si no me lo das ahora te vas a arrepentir imbécil!

-¿Con que con esas tenemos no? No te voy a dar nad...

Sentí el duro empujón en mi espalda; seguido del extenso dolor que había proyectado mi espalda chocándose con el césped. Había estado bastante desconcentrado en el entrenamiento, no había tenido ganas de tomar un descanso había jugado sin parar, quería sacar de una puta vez a Emma de mi cabeza, el día de ayer se había ido sin siquiera despedirse, y eso me había cabreado bastante.

¿Pero quién era yo para mandar sobre ella? No era su novio, y mucho menos su amigo. Así que por ese lado la entendía, se había sentido incomoda, lo había notado, pero tal vez ya era hora de dejar de pensar en ella, ya era hora de dejar que se fuera de mi vida. De que se pudriera en lo más recóndito de mi memoria, estaba jodidamente cansado de tener que fingir que ya no sentía nada, ya no resistía.

Me estaba volviendo loco.

Los jugadores y el entrenador se acercaron hacia mí al ver que no era capaz de levantarme, el ardor que sentía en todo el lado derecho de mi espalda era insoportable. Me habían derribado de una manera salvaje, y todo por culpa de una chica que me estaba sacando de mis casillas, de una chica que lo único que hacía era afectarme. De alguien que interrumpía en mis pensamientos hasta en los momentos en los que se supone, debo estar más concentrado.

Pero eso no volvería a pasar, no pensaba volver a estar cerca de ella de nuevo, era un estúpido masoquista, me estaba haciendo daño. Y eso era algo que yo no permitía, no iba a dejar que me volviesen a dañar; no otra vez.

Minutos después divise a lo lejos a Warren y a Daniel trayendo un estilo de camilla, y entre todos me subieron en ella, mientras yo hacía de todo mi amague para no seguir quejándome. Me llevaron hasta la enfermería; para mí mala suerte la mujer que atendía no se encontraba hoy, así que decidimos quedarnos un rato sentados a esperar que ella llegase.

-No entiendo por qué no me pasaste el balón, si hubiera pasado eso probablemente ya estarías en tu casa y sin la espalda rota.

Comentó William mientras todos lo escuchábamos atentamente, William era uno de mis mejores amigos era un idiota, pero aun así había estado conmigo en las buenas y las malas, él junto con Rosie me habían ayudado bastante, habían influido en mi vida de una manera rápida, eran novios y ambos eran mis mejores amigos.

Mi tío había estado llamando a la enfermera que no había aparecido por ningún lado, sabía que estaba desesperado. Temía que uno de sus mejores jugadores se lesionara a pocos días del partido. Y también temía que mi madre lo golpeara hasta matarlo por permitir que me lastimaran.

-¿Pero acaso no pudiste avisar?- respondí- Un "Owen Dame el balón que te van a derribar" eso si hubiera estado mucho mejor.-Dije fulminándolo con la mirada.

-Lo siento viejo, pero eso te pasa por estar demasiado distraído.

-No tenías que repetírmelo-Contesté.

-¿Qué tal si para compensarte te invito un trago?

Iba a contestar, pero fui interrumpido.

- si lo invitas a él nos invitas a todos- Contestó Warren.

Mundos Opuestos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora