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Emma.

Luego de tres meses, por fin, por fin había terminado el infernal y peor verano de toda mi vida, aunque sentía algo en mi pecho que me reprimía, tenía ganas de volver al instituto, era mi último año y tenía que aprovecharlo al máximo, aunque me sintiese lastimada tenía que seguir adelante, no podía quedarme trancada en una etapa de mi vida que ya había acabado; solo tenía que aprender a seguir adelante, no era tan difícil, o no para mí.

Después de las lluvias extremadamente fuertes manhattan el lugar en donde vivo, tomo clases, y en donde trabajo, habían parado, o por lo menos eso me había dicho Elena quien no había viajado en el verano, pero en manhattan en los tres meses que había pasado solo habían sido de lluvias; Y agradezco porque yo estuviera en la casa de mi abuela, donde sí se podía aprovechar el sol.

Sin embargo el día de hoy no estaba lloviendo, es más, todo lo contrario. Estaba siendo un día excepcional gracias al hermoso sol que estaba haciendo.

Veía bastantes caras nuevas, algunas solas, otras con sus grupos de amigos o riendo, mientras yo trataba de llegar rápidamente a mi casillero, que probablemente estaría lleno de telarañas, me sentía bien y refrescada, incluso estaba bronceada, y me ardía un poco el rostro por haber estado todo el tiempo en la playa mientras estuve visitando a la abuela, sin embargo sentía que todo el mundo me miraba como un bicho raro, era bastante incomodo ¿Acaso nadie se podía broncear exageradamente? Joder tenía que haber usado por lo menos un bloqueador solar ; salí de mis pensamientos cuando me aproximé rápidamente hasta mi casillero pintado de rojo con algunas de mis caricaturas favoritas, me encantaba personalizar mis cosas, era bastante original o por lo menos eso creía yo, lo abrí y cuando lo hice sentí como mi corazón se reprimía poco a poco. Pero deshice ese sentimiento rápidamente, no iba a permitir que me pasara esto, no sufriría por nadie y mucho menos por él, así que, sin más arranqué las fotografías de Ethan y yo y rápidamente, las mandé al cesto de la basura que estaba a tan solo unos metros de mi casillero.

Las rompí en pedacitos y luego me dirigí de nuevo a mi casillero, reprimiendo las ganas nefastas de llorar

— ¡No sabes cuánto te he extrañado!-—La voz eufórica de Elena sonó solo a unos metros de mí, voltee mi cabeza y miré su rostro.

Se había cortado bastante el cabello, pero eso no se le veía mal, es más se veía más atractiva de lo que era, la miré en un completo estado de confort y luego arrugué toda mi cara indicando que estaba a punto de llorar, y entonces su sonrisa se borró, y me lancé a abrazarla, juro que la abrace tan fuerte. Había estado esperando y contando los minutos para verla, porque necesitaba derrumbarme y ella estaría ahí para mí, para ayudarme a levantar.

— ¿Que ha pasado?— Susurró con voz aguda.

—Hemos terminado. — Susurré abrazándola aún más fuerte. — Esta vez para siempre Elena. — Me escondí en el hueco de su hombro y sollocé.

Se quedó en silencio, ella era la única persona que había sabido como realmente era estar con Ethan, mi novio desde hace ya ocho meses, un imbécil que me había roto el corazón y lo peor de todo es que me lo había roto por teléfono, ni siquiera se había empeñado en decirme lo que sentía en mi cara, hubiera sido más doloroso, pero quería que me viese a los ojos cuando dijera que ya no quería estar más conmigo. Dolía, dolía que ya no sería la misma, me había arruinado el verano y aunque ya habían pasado tres meses hoy tendría que verlo, y romperme un poco más. Pero yo no era una persona que mostrara su debilidad, yo era fuerte y si tenía que fingir lo haría, porque ni de loca le daría ese gusto de verme sufrir, ya bastante había tenido con amores pasados, así que este no sería un problema.

O eso espero.

Y entonces el gran sonido que nos indicaba que ya era hora de entrar a clases sonó fuertemente entrando en mis oídos, las demás personas comenzaron a dispersarse y entonces me separé de mi amiga que me miraba con lastima, me entendía perfectamente para saber que de la ruptura de Ethan y yo, no se volvía a hablar nunca más.

Mundos Opuestos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora