Epílogo.

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 Recorre su brazo con delicadeza, un suspiro. Dos segundos.
 Una mano miedosa y completamente asustada se mete bajo su remera, lenta, pidiendo permiso. Quince segundos.
 Un asentimiento de cabeza. Un segundo.
 Labios entreabiertos, un jadeo bajo.
 Sonrisa, pestañeo. Otro segundo.
 Vuelve a unir sus bocas, y el tiempo se vuelve a detener.

 Y lentamente Harry está besando su pecho, no es completamente consciente de cuando le ha quitado la remera pero tiene los ojos cerrados y siente que jamás ha estado en esa situación antes. No es lo mismo. No era Harry. Nunca lo había sido.
 Recorre con los dedos, largos y fríos, anillos decoran. Traza sus tatuajes dejando salir aire caliente contra piel caliente, los ojos de Louis están cerrados y su corazón completamente abierto.
 Delicadamente están cambiando de posición, y ahora el más bajo ha trepado sobre él, sonriendo tímidamente y comienza a quitar su remera. Vuelve a ser verano, no debería dejar de serlo. Fueron doce meses de espera para volver a ver florecer.
 Lo mira, se enamora otra vez de sus ojos verdes y el azul siempre fue un color apasionado, y es expresivo y tuvo miedo, lloró y rió y ahora está sintiendo. Baja besos por su cuello que resuenan en la soledad de la habitación, hoy están en casa de Louis.
 Separa el rostro cuando ha llegado a la mariposa que se lleva todo el protagonismo en su pecho, y susurra contra su piel.

 "La evolución de un alma... libertad."
 Vuelve a besar su propia creación en el lienzo más hermoso que pudo haber tenido en sus manos, recorre su cuerpo con las manos y lentamente baja los pantalones, escuchando gemidos bajitos y llenos de amor. Ellos están bien.
 Llega a esos laureles, que son algo reciente, de la mano de Zayn. Respira pesadamente, ojos cerrados que saben exactamente dónde están, y besa una vez más antes de levantar la vista, azul conectando al verde, y se siente familiar.

 "Victoria... triunfo. Haz ganado." Asegura, recibe una silenciosa sonrisa resquebrajada en respuesta, jamás ha sido más consciente de algo.

 Más besos húmedos, lentos, cargados. Respiraciones profundas y suaves, tan lentas que queman y han esperado lo suficiente para estar seguros de eso. De esto.

 Besos sobre la tela que los separaba, aún así bajó hasta su pierna, tigre rugiendo allí.

 "Fuerza, poder... ferocidad." Acotó, mordiendo suavemente la parte interna del muslo. "Belleza... pasión... sensualidad." Continuó, dejando otro beso sólo porque estaba embobado por él.

 Otro cambio y Harry está a horcajadas sobre él, lanza una risa baja y profunda y juega con el pantalón, bajándolo de a poco. Vuelve a conectar sus labios, porque puede que esté hambriento y no sea suficiente.

 "Creí que no querías volver a hacer esto... con nadie." murmuró, burlón. Louis amaba esa faceta que no había perdido.

 "Siempre puedes ser la excepción." Responde, mordiendo su labio y ahogando un gemido contra este.

 Y el tiempo no existe, definitivamente no existe, y ellos están teniendo tanto cuidado y delicadeza, y Louis trata a Harry como florista a su más preciado brote, y Harry alaba a Louis como un arqueólogo a esa vasija restaurada que cuenta la historia de un imperio, y decide que su novio es el completo imperio romano y esta vez la historia terminó bien, y se siente así cuando está dentro suyo y jadea a través del látex y besa sus labios con tantas ganas que no tiene miedo y está seguro de lo que quiere. Lo quiere a él.
 Y gimen a destiempo cuando comienza a moverse y los rizos lo acompañan, y el más bajo clava sus uñas contra su espalda mientras esconde el rostro entre su cuello y pide más lento, y va más lento, y aguanta y pide más rápido y va más rápido, y pide un beso y le da todos los que tiene, y aún puede tener más sólo para él. Y está enamorado de el tatuador que se encargó de impregnar la historia de su vida en su piel.



 Y es uno, y son dos, tres y cuatro y puede que cinco, y Louis está gimoteando contra los labios del menor, quien va tomando un ritmo más rápido sostenido de sus caderas, y los ojos azules ruedan por la habitación y sonríe al encontrarse con que todo ha cambiado en esos dos años. Y su cama puede ser para dos personas, ahora, y hay cortinas y dibujos en las paredes por parte del pequeño que tiene tres años y hoy no está en casa, y vuelve a besar los labios rosáceos tan fuertes y encantadores, jadea dos palabras contra su boca y se separa porque sabe que no lo ha escuchado.

 Y se refiere a todo lo que le ha cambiado. A que ellos han pasado por tantas cosas juntos, y han aprendido a tratarse y cuidarse, y se cuidan el uno del otro como no podrían otras personas, y eso no significa ser inseparables y se permiten extrañarse porque saben que siempre volverán a estar juntos.
 Pero el ahora es más poderoso que lo que ha pasado y pasará, porque de todos modos es lo único certero y si tiene que usar la clarividencia sólo puede decir que estará gimiendo el nombre de su novio en tres... dos...

 "Mierda... te amo, Harry..."

 El amor puede ser de un naranja relajado como el del amanecer, el mismo que se asoma entre las telas de la cortina, y la pesadez del verano sigue estando, pero están demasiado ensimismados en amarse que Harry responde «yo a ti» sin dudarlo y es verdad, y está locamente asustado y encantado y se siente valiente de amar y ser amado, y parece una familia y puede que lo sean algún día. Si no es que todavía no lo son.

impregnado ; lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora