Camila
Hoy he despertado en el suelo del salón con la mirada esquivando un nuevo sol.
Los fantasmas de cada noche se tatúan en mi piel a través de su propio lienzo de colores entre el rojo, el morado y el verde mientras que las lágrimas se cubren de desesperación al ya no saber como seguir ocultándolas del mundo.
Con temor decido lanzar un lánguido suspiro que ante el silencio ensordecedor que se presenta ésta mañana, se transforma en un grito ahogado del miedo que cubre mi vida desde que la cobardía del sol se hace presente en mis amaneceres y la dureza de la noche le quita el poder al día.
Los años se volvieron un momento de inconciencia desde hace tanto que ni siquiera estoy segura de cuánto tiempo llevo sintiendo cómo mi piel se desvanece ante el miedo de alzar mi voz más de lo que ella me concede, el desprecio de cometer equivocaciones que al pasar los minutos se transforman en castigos justificados entre medio de la culpa y la angustia de ya no saber como lograr que aquellos ojos verdes vuelvan a mirarme como lo hicieron alguna vez en un pasado dudoso.
Cerré con fuerza mis puños mientras trataba de tomar un poco de valor para comenzar mi rutina diaria, me sentía una tonta al seguir dejando que el amor actuase antes que mi propia razón, sin embargo, la duda persistente de si el amor aún seguía existiendo en mi corazón era una de las tantas preguntas sin respuesta que se presentaban a tela de juicio cuando otro golpe era marcado en mi cuerpo y la decepción se enterraba en el fondo de mi corazón.
El sol comenzó a hacer acto de presencia entre las cortinas pesadas del salón, mi cuerpo cansado se incorporó a los tenues comienzos del día notando cómo esos ojos verdes que antes habían sido la razón de miles de suspiros y sonrisas, se convertían rápidamente en una tormenta de miedos incomprendidos.
Sus tacones resonaron en la habitación mientras mi mirada rápidamente se quedó ausente ante el miedo de pensar qué tal vez su desprecio aún seguía presente en el andén de nuestra vida, no obstante, quedé totalmente desorientada cuando ella con su cabello negro como la misma noche se atrevió a desatar una lluvia de caricias en mis mejillas azotadas por la tragedia que se había convertido mi vida.
Sin saber que decir o qué hacer solo vi como sus brazos sin temor se acercaron a mí y me ofrecieron ese abrigo que años atrás era lo único que deseaba en cada amanecer, mis lágrimas eran la única tonalidad del dolor de mi rostro y a pesar de que sus caricias estaban presentes, éstas no lograban calentar ningún rastro de mi ser.
La frialdad seguía persistente ante los minutos que ella como siempre después de que nuestras miradas se encontraran, pronunciara esa frase tan repetitiva que tanto odiaba.
—Lo siento, Camz —susurró a mi oído mientras sus manos navegaban en mi cabello revuelto, yo solo asentí ante ello.—Por favor, perdóname.
Sin tener falsas esperanzas de que ésta vez fuese verdad, extendí mis brazos tratando de olvidar todos esos minutos llenos de terror que había vivido desde hace mucho.
Yo solo deseaba no cometer más equivocaciones y discutir sus palabras era una razón justificada para desatar tormentas que ya no deseaba en mi día a día.
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Las mil palabras que nunca adquirieron voz.
RandomY por eso me voy y por eso te digo Ni el mismo diablo me hubiera hecho el daño que me has hecho tú Y por eso me voy, por eso te maldigo Pero antes quisiera decirte a la cara una vez sin temor Que tú no vales más que yo. "A todas esas chicas que entr...