XXVII

334 29 81
                                    

Caen los años después de ella mientras el tiempo silba ante cada uno de esos adiós que han sido cubiertos bajo el camino de todos esos meses donde mi vida ya no se dibujaba bajo el lunar de su espalda.

Las rosas decoran aquella primavera mientras el silencio toma el rumbo de esa historia de un sueño que nunca tuvo piedad hacia las estelas en el mar de un final que me devolvió a la realidad.

Mai —dije quitando las rosas marchitas del cementerio de mi voluntad mientras acomodaba las rosas nuevas en el florero donde depositaba las huellas de ese angel caído que había sido ella.

Podían pasar los años pero aún así habían lágrimas envueltas con tinta de agua clara con su nombre en cada una de las puntas, mientras que la estrella que se había ido entre mis recuerdos se depositaba en la alambrada de aquel jueves.

Estrella de mi vida —susurré al posar mis manos sobre la lápida que iluminaba el dolor de mi corazón —Hoy he soñado contigo —sentencié con una risa que trataba de romper el cielo azul que se presentaba hoy —Llevaba mucho tiempo sin pensar en cómo serías —manifesté mientras sentía como ella volvía a despeinar mi alma —Te he pintado con los ojos verdes más bonitos del mundo —aclaré mientras mis rodillas se envolvían entre las caricias de mis manos nerviosas —Cautivada por la palidez de la luna, con tus mejillas llenas de sol y dulzor mientras vestías un vestido azul que te compré cuando había esperanzas en mi corazón —confesé sintiendo cada una de las lágrimas que se desdibujaban ante el retazo de la tarde —Te soñé abrazando mis abrazos, ¿puedes creerlo?—dije haciendo un pacto entre mis miedos, los recuerdos de un pasado que me dolía y cómo deseaba que mi ingenuidad pintara un nuevo futuro a mi vida —Te soñé besándome y regalándome un poco de la vida que no fue —refuté posando mis manos nerviosas hacia mi cabello despeinado por los tangos que presentaba el sol —Yo seguía tu luz aunque me llevara a morir —exclamé finalmente al sentir que mis lágrimas se pintaban de verdad y mostraban todos esos cuentos que había contado unas veinte veces para no caer ante la perpetuidad y desprecio del tiempo.

El silencio ensordecedor que se presentaba en el cementerio cada vez que mis palabras retumbaban entre un nombre que existiría por siempre en mi corazón y ese voto de amor que jamás podría disimular.

Sin embargo, nada de eso me preparó para encontrar la mirada de aquella blusa blanca sin planchar, esas viejas zapatillas manchadas, el pelo alborotado de la luna y un suspiro innegable entre sus labios.

Ambas nos miramos como dos extrañas, aun no me quitaba el vicio de esperar que llegase a casa y por los subtítulos que habían en sus labios, ella tampoco era muy buena disimulando. Pero aún así nos dirigimos la mirada cómo quién no cree en la casualidad.

Hola —saludó timidamente sin saber que más decir para quebrar las distancias que nos envolvían, yo no supe que decir ante su mirada y solo me limité a asentir mientras Lauren se sentaba cerca de la lápida de nuestras vidas—Así que tú eres las de las rosas —manifestó haciendo que enarcara la ceja al no entender a lo que se refería hasta que me señaló las flores marchitas que había dejado la semana pasada —Pensaba que estaba enloqueciendo al ver rosas cada vez que venía —argumentó con una suave risa contagiosa que por alguna razón fui capaz de reproducir en mis labios.

Me gusta visitar a Mai —respondí ante las cometas sobre el cielo que se pintaban ésta tarde.

Lo sé —dijo sin más sintiendo como la prepotencia no estaba de su parte y tuve la presentación de la chica de cabello negro que solo deseaba pintar el mundo de todos los colores que existiesen —A mi también me gusta recordar las noches sin dormir que me dejó nuestra estrella polar —manifestó haciendo que mi mirada se dirigiera hacia la suya ante el sonido suave de su voz.

¿Cómo has estado?—intenté dejar que mis palabras se expresasen luego de miles de inviernos sin conocer sus faroles verdes entre el mar, ella me dio una sonrisa cargada de verdad hasta que un suspiro se apoderó de las alas de la conversación.

He estado bien —confesó jugando con el pasto que nos rodeaba—¿Tú?—preguntó atenta ante mis expresiones como si fuera una estrella fugaz en el cielo mis ojos se iluminaron ante su mirada, al final de todo los ríos con memoria solo cuentan las victorias y a pesar de que el brillo se había escapado entre las penumbras de la noche, no podía negar que éste aun seguía existiendo bajo el seudónimo de las memorias del ayer.

He regresado al departamento donde vivía antes de mudarme —sentencié mientras el viento giraba con todos esos sueños que se habían ido, Lauren esbozó una tímida sonrisa antes de buscar con cautela mi mano pero finalmente rechazó aquella acción al no querer recoger las hojas del otoño mientras nacía la nostalgia buscando un corazón.

Aún sigue sin funcionar la puerta del baño —preguntó enarcando la ceja y afirmé con una cálida sonrisa ante aquel detalle que nos había dejado tantos meses recurriendo a mi departamento cuando necesitábamos tiempo a solas, justificando aquello con la puerta del baño que siempre quedaba atrancada mientras ella me contaba al oído todas esas palabras que su voz tatuaba en mi piel ante las alas del amor, palabras que se habían perdido ante mis silencios.

Sin querer y sin darme cuenta nuestras manos volvieron a buscarse entre el reflejo del sol de mediodía dejando que se doblaran las agujas del reloj por primera vez a nuestro favor y el silencio hablara por nosotras.

Aún —respondí suavemente ante el tren de una historia muerta que se presentaba con la sincronía de cada fallo, cada imprecisión y cada uno de los detalles que aun estaban bordados en mi corazón.

Me prohibo recordar todo lo que sucedió entre nosotras, no necesitamos de más desgaste del que vivimos durante tanto tiempo entre las costuras que aún eran de papel dentro de mí, sin embargo, su mirada buscando mi piel y como un beso se deposita como un poema de amor de esos que existían en el país del ayer.

Mis labios la querían de vuelta mientras mis recuerdos solo querían de regalo dar la vuelta al calendario, no obstante, seguíamos fallando ante ese destino trazado bajo las comisuras de nuestro pasado.

Un mar de luces de tal veces nos esperaban mientras crecían las esperanzas al ver como nuestras miradas se buscaban entre los eclipses lunares del norte donde estaban esos secretos que había escondido.

Una sonrisa se posó entre la curva favorita de su cuerpo vistiendo el secreto que podía reconocer a millas de distancia, ella se quedó en silencio viendo lo más bonito que había en mí mientras yo cruzaba la distancia de volver a abrir mi corazón ante ella.

Tal vez era el momento correcto para terminar ese cuento de las dos dejando que mis labios entregaran un beso sin pensar.


...................................

Solo queda el epílogo.

Ha sido todo un placer escribir un pedacito de historia que ha quedado en mi corazón.

Las mil palabras que nunca adquirieron voz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora