Capitulo 11 Final.

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Transcurrieron los tres días más largos en la vida de Mike.

Estaba de un humor de perros, cualquiera con un mínimo de sentido común se mantenía apartado de él.

- Pero Rick, aún en las nubes por el nacimiento de su hijo, no notó nada.

-Mike, te lo aseguro, ese hijo mío come como un toro.

-Me alegro -Mike continuó arreglando la valla.

Al cabo de unos minutos, Mike volvió la cabeza y vio a Rick apoyado en la furgoneta con los brazos cruzados a la altura del pecho y una sonrisa tonta en su rostro.

Tenía gracia, pero Mike nunca había notado lo exasperante que podía resultar la felicidad de otros.

-Donna ha sido una valiente -dijo Rick, aún sonriendo al recordar-. Deberías haberla visto, ni gritos, ni lágrimas, ni nada.

Otras mujeres en otras salas de parto daban unos gritos de muerte; pero mi mujer, nada.

Mike apretó los dientes. También él recordaba el nacimiento de Emily. Vicky había sido una de esas mujeres que gritaban.

Lo había insultado hasta decir basta. Había gritado a los médicos y a las enfermeras; y luego, cuando la niña nació, no mostró por ella ningún interés. Pero eso daba igual ya. El y su hija eran felices solos; mejor dicho, hasta la llegada de Nora. -Donna se ha portado de forma increíble, Mike -repitió Rick, aún pensando todo el tiempo en el nacimiento de su hijo.

De repente, Mike trató de imaginar cómo habría sido el parto si Nora hubiera sido la madre de Emily. No podía imaginar a Nora gritando e insultándolo. No podía imaginar a Nora rechazando a su propia hija.

Cejó en el intento de sujetar el poste de la valla y dio rienda suelta a su imaginación.

Se vio a sí mismo con Nora, los dos sentados en el porche por la tarde, ella encima de él mientras sus hijos jugaban con unos cachorrillos.

-En su mente, la casa estaba iluminada como un árbol de Navidad y las risas los rodeaban como un halo protector.

Entonces, con la misma rapidez con la que había aparecido, la imagen se desvaneció y Mike se vio a sí mismo en el campo, pegado a la valla, escuchando la charla incesante de Rick.

Súbitamente, sintió rabia y, al mirar a su encargado, sus ojos echaron chispas.

-¿Vas a ayudarme o te vas a quedar ahí todo el día sin hacer nada?

-Perdona, Mike -Rick se apartó de la furgoneta, se dirigió al otro lado de la valla y empezó a cavar.

Pero, mientras trabajaba, Rick decidió arriesgar su vida-. Hace unos días que no he visto a Nora. ¿Ocurre algo? Mike le lanzó una mirada asesina.

-No, no pasa nada. ¿Te importaría mucho que trabajásemos?

-Disculpa, jefe.

Rick bajó la cabeza, pero no antes de que Mike pudiera ver un brillo de enojo en los ojos de su amigo.

Estupendo.

Ahora, además de quedarse sin Nora, se iba a quedar también sin ningún amigo.

Sí, todo era perfecto.

-Estas pastas están muy malas -se quejó Emily, dejando una pasta de chocolate a medio comer en la bolsa que había encima del asiento delantero de la furgoneta.

-Son tus pastas preferidas -dijo Mike.

-Las que hace Nora son mejores.

Sí, estaba totalmente de acuerdo con su hija, lo eran.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2017 ⏰

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