Capítulo 2

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Mike Fallón se tiró de la corbata que casi lo estaba estrangulando y se dijo a sí mismo que asistir a la boda era bueno para su negocio. En una ciudad del tamaño de Tesoro, era contraproducente insultar a la posible clientela. Además, no podía haberse quedado en el rancho, tenía que pensar en Emily. Tanto si le gustaba como si no, su hija estaba creciendo. No quería que la llamaran «la hija del ermitaño».

Sin embargo, de haber tenido elección, se habría quedado en el rancho en vez de estar allí charlando de cosas sin importancia. Esa era una de las razones por las que Vicky, su ex esposa, se había divorciado de él.

«No pienses en eso», se advirtió a sí mismo en silencio. «No empieces a pensar en Vicky y en las equivocaciones de tu matrimonio».

¿Acaso no era ya lo suficientemente desgraciado? Bebió un sorbo de cerveza, apoyó un hombro en la florida pared y, para distraerse, empezó a observar a los invitados que se paseaban por la sala de recepciones del club de campo.

Casi instantáneamente, sus ojos se clavaron en Nora Bailey. Esa mujer sí que era una distracción. Se fijó en el perfecto peinado de ella, en sus bonitas curvas ensalzadas por aquel vestido negro, en sus piernas y hasta en los tacones. Al verla en la iglesia, había tenido que mirarla dos veces. Esa era una Nora a la que no había visto antes.

Estaba acostumbrado a verla detrás del mostrador de la pastelería regalando pasteles a los niños y pasándose las manos por unos cabellos siempre revueltos. Pero esa noche, Nora estaba diferente. Mike agarró con fuerza la botella de cerveza y se la llevó a los labios. Sí, estaba muy guapa. Su cabello rubio parecía más corto y los rizos le acariciaban el rostro. Sus ojos azules parecían más oscuros, las piernas preciosas. ¿Quién habría imaginado que debajo de su acostumbrado uniforme a base de vaqueros, camiseta y delantal se escondía semejante cuerpo?

La vio moverse entre Sí. gente riendo, charlando... bebiendo. No parecía andar demasiado derecha, sino con tendencia a tropezar... la vio dirigirse hacia él como lo haría una persona ebria tratando de parecer sobria.

Mike frunció el ceño y se dijo que no era asunto suyo si Nora quería tomar una copa de más.

-¿Te da vueltas la habitación? -preguntó él cuando Nora se le aproximó.

Nora se quedó muy quieta, alzó la barbilla y lo miró fijamente. Parpadeó en un intento por aclarar la vista, pero no le sirvió de nada. Mike Fallón no tenía uno, sino dos preciosos rostros.

Y cuanto más se esforzaba, peor lo veía. Al final, se dio por vencida. Quizá no debiera haberse bebido la última margarita, pensó Nora mientras una oleada de calor le recorría el cuerpo.

-Hola, Mike. No, la habitación no está dando vueltas... bueno, quizá un poco,me sorprende verte aquí.

-El pueblo entero está aquí.

-Sí, es verdad -Nora miró a su alrededor.

Tal y como sus hermanas habían pronosticado, la novia estaba muy pálida. Su madre no hacía más que decirle a todo el mundo que su a su hija la había atacado un virus muy fuerte.

En lo que a Nora se refería, a excepción de las margaritas, la fiesta estaba resultando ser un fracaso. No había encontrado a nadie dispuesto a quitarle la virginidad. No obstante, la celebración aún no había acabado.

Volvió a clavar los ojos en Mike. A pesar de verlo todo borroso, él seguía siendo demasiado guapo para su gusto. Su dura mandíbula y esos ojos verdes eran de ensueño. Y aunque le gustaba más con vaqueros y botas, el traje le sentaba muy bien. Tan atractivo lo encontraba que decidió insinuarle.

Inclinándose sobre él, Nora sonrió y parpadeó.

-¿Se te ha metido algo en los ojos? -No -respondió ella al tiempo que le lanzaba una furiosa mirada-. Estaba coqueteando.

Bésame +++ TERMINADA +++Donde viven las historias. Descúbrelo ahora