Capitulo 10

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Las mariposas que Nora sentía en el estómago echaron a volar todas al tiempo.

Con la boca seca y los nervios a flor de piel, Nora se aferró a Mike mientras él cruzaba la casa en la oscuridad. Él se detuvo delante de la habitación, alargó la mano, la puso en el pomo de la puerta y abrió esta con tanta fuerza que golpeó contra la pared. Entonces, entraron en el dormitorio.

La luz de la luna entraba por la ventana y bañaba la cama, ofreciendo una pálida invitación. El edredón, hecho a mano, cubría el colchón. Mike se acercó a la cama, se detuvo y, antes de depositarla, volvió a preguntarle:

-¿Estás segura?

Nora le puso una mano en el pecho y le desabrochó uno de los botones de la camisa.

-Sí, ya te lo he dicho, estoy segura. No tengo ninguna duda.

Esto es lo que quiero. Ahora. A ti. Aquí. Conmigo. En la cama.

Hablo en serio...

Mike sonrió traviesamente y a Nora le dio un vuelco el corazón.

-Entendido -dijo Mike. Y con ella aún en los brazos, se agachó para retirar el edredón-. Estás convencida.

-Sí.

-Estupendo -murmuró Mike, y la dejó en la cama-. Porque no sé si podría soportar que ahora se te ocurriese cambiar de opinión.

-No vas a tener ningún problema con eso -lo informó Nora.

Sus mariposas tenían mariposas. Sentía vivo hasta el más recóndito rincón de su cuerpo. Ardiendo. Una sola mirada de él le provocaba un volcán de deseo y pasión más fuerte de lo queja-más había imaginado fuera posible. Y pronto, muy pronto, dejaría atrás su virginidad. Iba a dar el paso que tanto tiempo llevaba queriendo dar. Y lo mejor de todo era que lo iba a dar con Mike.

Él deslizó la mano por debajo del picardías, le acarició la piel y...

-¡Mi bolsa!

-¿Qué? -Mike dejó la mano quieta sobre el vientre de ella.

-Necesito mi bolsa. La he dejado en la cocina...

-¿Vas a ir a alguna parte? -preguntó Mike reanudando sus caricias.

Nora tomó aire, lo expulsó, tembló y dijo:

-No. Lo que pasa es que... no quería comprarlos en Tesoro porque... bueno, ya

conoces esta ciudad, todo el mundo se entera de todo y... Quiero decir que se

enterarían de lo que estamos haciendo. Así que he ido a Monterrey esta tarde para

comprarlos y...

-Estás hablando sin sentido -observó él.

Pero Nora notó la sonrisa de su voz.

-Tengo suerte de poder hablar -respondió ella, y volvió a tomar aire cuando los dedos de Mike se pasearon por la cinturilla de las bragas.

-Pues no lo hagas -dijo él, bajando la cabeza para darle diminutos besos-. No hables, limítate a sentir.

-Oh, me gusta eso -susurró Nora.

-Estupendo -dijo Mike-. A mí también me gusta.

Otro beso que la dejó hambrienta, frenética y anhelante.

La boca de Mike le acarició la mandíbula y la garganta. Ella sintió sus labios, sus

dientes y su lengua forjando un sendero de fuego. El cerebro dejó de funcionarle.

Bésame +++ TERMINADA +++Donde viven las historias. Descúbrelo ahora