Capítulo 5

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Estaba tirada en el suelo del cuarto de baño de mi casa llena de sangre. Me estaba desangrando y no hacia nada para evitarlo.
Me acerque para ver lo que pasaba y vi que tenía lagrimas en los ojos y con una expresión decidida.
No sabía que hacer.
No estaba en mi cuerpo. Pero en ese momento solo pensaba en salvarme.
Me volví a acercar.
Esta vez solo estaba a unos cuantos centímetros de mi cuerpo y vi que ya era demasiado tarde.
Me arrodille para tomarle el pulso a mi cuerpo sin vida para ver si todavía habia alguna esperanza de vida.
Pero no.
Le cerré los ojos al cadáver y me quede hay.
Luego llegaron mis padres y después de ese momento todo se difuminó en tonos negros y blancos.

De repente ví una luz que me atraía como si yo fuese un iman.
Yo no quería ir.
Pero la luz lo consiguió.
Y justo cuando estaba cerca.
Lo suficientemente cerca como para quemarme...

-Alexandra, Alexdra, Alexandra- era Marco.

Abrí los ojos. Los rayos del sol me cegaban.
Me levanté rápidamente.
Y gracias a Dios no vi ningún muerto en el suelo ni ninguna mancha de sangre.
Me di la vuelta.
Todavía estaba en el salón de Marco. Todo había sido un sueño.
Era todo tan real...

-Alexandra ¿estas bien? Estabas hablando y gritando-

-Si estoy bien, sólo fue una pesadilla.- le respondí con una pequeña sonrisa forzada.

Vi que hora era en el reloj de la cocina. Eran las doce y media. Era super tarde.

-He quedado con unos amigos esta noche- me dijo.

-Ha ok-

Marco se habia puesto una sudadera Blanca que le hacía resaltar sus ojos y unos vaqueros. Tenía el mismo pelo ondolado de siempre. Estaba muy...

-Alexandra- me dijo Marco un poco nervioso. Le mire a la cara.
Estaba totalmente rojo, super sonrojado.

Me di cuenta de que estaba con la boca abierta y embobada mirandolo. Rapimente la cerré la boca y miré al suelo.
Entonces sentí un calor que me recorría todo el cuerpo. Notaba como se me subía la sangre a la cabeza.
No me vi la cara en ese momento pero seguro que estaba super sonrojada. Que vergüenza.

Despues de un largo y incómodos silencio sonó el móvil de Marco que estaba en el bolsillo de sus vaqueros.
Marco lo cogió.

-Ha hola, si, si lo se, ¿qué? pero ¿por que? si claro por supuesto, estaré allí. Hasta luego. Vale- Marco puso su teléfono en el bolsillo y apretó la mandíbula mirando al infinito.

Algo malo pasaba.

Lo miré. Al instante me empezó a doler la cabeza. Asentía como si tuviera un pequeño demonio acuchillandome dentro de la cabeza. No soportaba el dolor.
Me topé los oídos con las manos intentando aliviar el dolor pero fue envalde.
Me pesaban las piernas. Me tu ve en el suelo. El dolor empeoraba.
Podía sentir como Marco me miraba anonadado. Él no sabía que hacer.

Entonces cerré los ojos. Me di cuenta de que era una de "mis visiones" así que me dejé llevar.

Estaba en el mismo salón e tatuajes en el que estaba con Sara. Pero esta vez ella no estaba. No había nadie, salvo yo (que estaba en una camilla. Parecía que me habían dormido o algo parecido) y dos chicos más a los que no les podía ver la cara al lado mio.

-Ese aquí- dijo uno de los dos chicos

-¿Seguro?- pregunto el otro

-Seguro, ya no nos podemos echar atrás-

Oí hablar a uno de los dos chicos. Me giré. Era yo. Estaba hablando con el tatuador.

Entonces uno cogió una aguja con lo que pareció ser tinta dentro. Y cuando estaba apunto de clavármela...

Solo tú puedes vermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora