Al fin estábamos todos listos para entrar, Hugo, Laura, Sandra, Nerea, Aitana, Marina y yo, de nueve personas nos habíamos quedado solo siete, quizás así fuera mejor para todos.
-Bueno allá vamos- Dije sabiendo que una cuando entrásemos no podríamos volver a salir.
Entramos al jardín delantero donde habíamos visto las estatuas en su día, ¿Estatuas? más bien vimos los restos de las antiguas estatuas, la mayoría eran de ángeles, mujeres y niños, tan solo había tres estatuas de hombres, una en la parte delantera del jardín, otro justo en el centro y otra al final justo antes de las escaleras para subir al porche de la entrada.
-Son estatuas griegas- las palabras de Laura me dieron un pequeño sobresalto después de todo el rato en silencio.
- ¿Qué quieres decir con que son estatuas griegas? - La pregunté
-Pues que son representaciones de la mitología griega, las tres estatuas de hombres son los dioses Zeus, Hades y Poseidón, parece mentira que estén tan bien cuidadas en comparación con las otras, creo que alguna de las mujeres podría ser Hera. Está claro que a esta familia le gustaba mucho la mitología griega- Mi prima siempre había estado muy al corriente de todas esas historias de ángeles y demonios.
-Bueno y ¿Qué nos importan a nosotros las estatuas? - Dijo Sandra intentando restar importancia al asunto.
Entonces, sonó un estruendo, algo cayendo al suelo y rompiéndose en pedazos.
- ¿Qué ha sido eso? - Aitana se sobresaltó. Me gire sobre mí mismo para ver que había pasado, se había caído uno de los brazos de la estatua de Poseidón el que sujetaba el tridente, que ahora también estaba destrozado en el suelo.
-Bueno ya basta de sustos, vamos a entrar o no- Mi hermano estaba decidido a entrar en la cabaña cuanto antes, no sé si por miedo para acabar cuanto antes o para impresionar a las chicas con su falsa valentía. Entonces Nerea se agarró a él por el brazo.
-Vaya, parece que tenemos un romance por aquí- Dijo Sandra mirándome a los ojos y sonriendo
-Sí, eso parece- La devolví la sonrisa, sin querer se me vino a la cabeza el sueño que había tenido Sandra unos días atrás.
-Bueno parejitas ya está bien, si vais a seguir así entraremos solo Aitana y yo, vosotros podéis quedaros aquí dándoos el lote- Mi prima estaba molesta, porque ella siempre me había dicho que Aitana y yo hacíamos buena pareja y cuando Sandra apareció en nuestra vida ella no se lo tomó muy bien.
"No entiendo qué has visto en ella, de qué la conoces para que se venga con nosotros, es que no entiendo qué tiene ella que no tenga Aitana, sinceramente no me cae nada bien" esas habían sido algunas de las bonitas palabras que mi prima me había dicho de Sandra la primera vez que la conoció, por lo visto su opinión no había cambiado mucho con el paso del tiempo.
-No hace falta decirlo así- La dije a mi prima reprimiéndola -Venga, entremos.
Era la típica casa antigua, con un porche que daba la vuelta a toda la casa, dos ventanas delanteras simétricas con las traseras y de igual manera en los laterales, un tejado en pico que caía por los lados. Subimos los escalones del porche y nos acercamos a la puerta principal, la puerta estaba destartalada y medio rota, pero aún estaba cerrada.
Forcé la puerta empujando con el hombro aplicando un poco de fuerza, la puerta cedió y se soltó de las bisagras cayendo al suelo con un golpe seco y levantando una capa de polvo tan espesa que parecía niebla.
La casa tenía una entrada con dos arcos a los lados, cada uno de ellos daba a un salón comedor, en el de la parte izquierda había una chimenea partida por la mitad, el resto de sala estaba prácticamente vacía salvo por los restos carbonizados de una mesa pequeña y unos cuantos muebles irreconocibles más. El arco de la derecha daba paso a un salón en el que se distinguía una antigua mesa en la que supuse comía la familia, también había restos de algunos muebles entre los que pude distinguir un mueble con algunos cajones.
-Que acogedor- Bromee -Bueno una vez comprobado que no hay fantasmas, ¿Qué exploramos primero, el piso de abajo, el de arriba, el desván o el sótano?
-Lo mejor es empezar por esta planta, luego bajar al sótano y después subir a la parte de arriba- Dijo Sandra, enseguida miré a mi prima, pero no distinguí odio alguno estaba de acuerdo con el plan.
Así comenzó nuestra aventura, la peor de todas las que nunca he vivido y aún a día de hoy sigo estremeciéndome al recordar algunas de las cosas que viví en esos dos días que pasamos allí.
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La cabaña al amanecer
TerrorCorren los noventa en este pequeño pueblo donde una serie de adolescentes decide adentrarse en una cabaña abandonada en mitad del bosque, allí tendrán que enfrentarse a sus miedos y deberán tomar decisiones que pondrán a prueba la amistad que los un...