Parle.

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— ¡Me está llamando, me está llamando! Ay, ¡qué hago! Debería esperar un rato para que parezca que no estoy desesperada..., ¿pero cómo le respondo? ¿Debería ser borde? ¡Siií! No, espera, no, seguimos juntos... ¡Se va a terminar el tiempo de espera! - responde a la llamada con rapidez - Hola, Ash - dijo tiernamente.

      Se sentía estúpida ahora, había montado un monólogo a gritos delante de sus pokémon y al final, iba a contestar como ella siempre hacía.

— Hola, Serena... yo... tenía que decirte algo.

— ¿Q-qué pasa?

— Bueno, mi madre está en Alola...

— ¿Sí?

— Pues... no sabe nada de nuestro tiempo y... pues ella...

— ¡Dilo ya! - dijo nerviosa y asustada.

— Ella se hospeda en el mismo hotel donde estás tú... y yo voy... a tener que ir algunos días con ella a dormir.

— Ay, Dios...

— Quería decirte... pues que... no sé si será demasiado pedir... vayas más tarde o más pronto a comer... para que no sea incómodo...

—  Haré que me lleven la comida a la habitación...

— Vale.

      Surgió un silencio incómodo entre ellos. No sabían qué decir ahora.

— Serena... yo...

— Ash - lo interrumpió.

— Dime...

— ¿De qué hablas tú con Kiawe? Me quiero enterar yo - dijo no sabiendo qué podía hacer y evitando algún otro tema.

— ¿Q-qué hablo? - dijo muy sonrojado - Es decir... nada importante...

— Ya, ya...

— ¿Y-y tú cómo sabes que hablo con él? - dijo a la defensiva.

— ¿¡Eh!? Es decir..., ¿con quién ibas a hablar? Los demás están enfadados contigo... por mí...

— No es por ti... soy yo... soy un idiota.

— Ya lo sé, Ash, pero yo también tengo algo de culpa.

— Serena, por favor... tú no tienes ninguna culpa.

— Ash, recupera a tus amigos, por favor...

— Lo... lo haré.

— Te quiero.

— Te amo...

— Adiós, Ash.

— Adiós - colgó.

     Ash se apoyó en la pared de pie y llevó su mano derecha al corazón. Después, suspiró, enamorado. Le alegraban mucho esas dos palabras que dijo Serena.

— Aww... qué romántico - dijo su madre desde detrás de una pared.

— ¡Mamá por Dios! - se dio con la pared del susto.

— Y pensar que he dejado mis cámaras en el hotel... debo llevar siempre una encima.

— De paso hazme un documental desde nacimiento hasta tu muerte - se fue a su cuarto enfadado.

— Mhh... - se entristeció un poco y se quedó pensando.

— ¿Pero qué le pasa a esa mujer, Pikachu? Es decir, la quiero, pero no puedo estar ni un segundo sin no sentirme espiado, ¡ni siquiera sé cuánto ha escuchado!

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