III

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Habían pasado dos meses desde que Ichigo regresó a la casa familiar, pero no fueron meses de felicidad para él, su salud se había visto afectada y su padre como médico estaba preocupado por su pequeño hijo, pues no podía retener alimento alguno en su estómago, provocando que desfalleciera constantemente, no fue hasta una mañana que el patriarca de la familia Kurosaki, insistió a su terco nieto a ir al hospital.

— Ya basta Ichigo—el anciano gritó al mismo tiempo que golpeaba la mesa— mañana mismo irás al doctor, no es normal que estés así, todo pálido y no puedas ni siquiera pasar un vaso de agua – le riñó al joven

— ¡Abuelo!— se quejó el peli naranja— no exageres, estoy bien, solo pesque un refriado— dijo enfadado

— Ichigo ¿cuántos años tienes?—le preguntó Yamamoto oji – san

— veinticinco, abuelo ¿por? — le contesto confundido

— ¿Y cuantos tengo yo? — le volvió a preguntar

— Hmm... ¿setenta y muchos?, —le contestó inocentemente el joven

— Y eso muchacho estúpido, me hace más sabio que tú y si te digo que, no es normal, es porque no es normal que estés así, y no digas que es porque pescaste un resfriado, ahora sin reproches ni quejas te irás mañana al hospital para que te revisen – dijo con convicción el anciano — Misaki querida, tú te encargaras de que este tonto niño, vaya y no se escape — le dijo a la mujer peli naranja

— Si padre — contesto su hija de corazón, porque realmente era su nuera.

                                                                                                 ***

Isshin Kurosaki estaba en su consultorio, son un semblante sombrío y preocupado que hizo que su colega Ryuken Ishida lo mirase con extrañeza, pues el azabache siempre estaba feliz, holgazaneando y su actitud despreocupada era ahora de miedo

— ¿Se puede saber que tienes? — le preguntó el peli platino

— No es nada malo, sólo que mi hijo ha estado muy enfermo, hace dos meses que volvió a la casa familiar y uno desde que se puso enfermo, me preocupa que ese maldito le haya contagiado algo a mi bebé – le confesó a su amigo

Ryuken quería evaluar al joven, algo le decía que lo que aquejaba al hijo de su amigo, no era ni un virus estacionario, ni enfermedad alguna.

— Puedo agendarlo para la próxima semana, si quieres, lo evaluaré, te haré descuento por ser mi colega — Ryuken sonrió al ver a su amigo relajarse

— ¿Harías eso por mí?— el platino asintió— no sabes cómo te lo agradezco— no pudieron seguir hablando pues la línea privada estaba sonando – Kurosaki al habla – descolgó el móvil — Mi-chan¡ hola! —le contestó el saludo a su esposa — sí, ¿que hizo que?, si de hecho un colega mío se ofreció a evaluarlo, si, mañana mismo, si, si, no te preocupes, ya sabes cómo es papá de exagerado, si, lo sé, mañana a las nueve ¿te parece bien? —dijo viendo al platino y este checando su agenda le afirmo con la cabeza – sí, esa hora está bien, aquí los esperare, adiós cariño, si ,yo también —colgó

— Veo que ya no será necesario esperar hasta la semana próxima, ¿qué edad tiene tu hijo? — preguntó el doctor

— Veinticinco años, cuatro meses, tres semanas y un día, ¿por?— respondió al hombre frente a él

— Con veinticinco me basta— se burló el platino saliendo del consultorio de su amigo

                                                                                                  ***

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