Camila Cabello no era detective, de hecho vivía en una nube todo el tiempo que pasaba en la tierra y no bajaba ni aunque la llamasen a voces. Pero ser una despistada no le había impedido darse cuenta de que algo raro pasaba con su vecina de enfrente. ¿Lauren tenía un problema con el alcohol? La había pillado dos veces borracha y los primeros días que la conoció su casa estaba llena de latas. Daba la sensación de que siempre estaba en casa y cuando salía a alguna parte parecía que era siempre al supermercado. No es que Camila hubiese estado espiando a su vecina, solo es que le parecía un ser fascinante que vivía en una cueva oscura y, hasta hace poco, sucia. Quizá Lauren había montado una serie de fiestas antes de que ella llegara al edificio y le sobró mucho alcohol y se lo estaba acabando ella, al fin y al cabo, una copa al día era alegría. Seguramente era eso. Lauren parecía tan normal con su vestido negro, era una persona muy agradable y bueno...Lauren también era guapa.
Camila llevaba media vida soltera. Parecía que nadie estaba por la labor de soportar sus chistes malos o de cantar con ella sus canciones favoritas a todo pulmón. Ella no buscaba a un tipo guapísimo que supiese hablar italiano y le hiciese el amor en la playa, convirtiéndola en una chica multiorgásmica. Ella solo quería a alguien con quien sentarse en el sofá a leer el mismo libro juntos, alguien que no fuera republicano y odiase tanto a Donald Trump como ella. Alguien a quien le gustase las cosas culturales como ir al ballet, a la ópera o al teatro. Alguien loco que la llevase a hacer turismo en su propia ciudad. Camila llevaba tanto tiempo buscando el amor, que estaba empezando a pensar que era un invento de las productoras de cine de Hollywood y que, en realidad, solo existía en las películas.
En el piso de enfrente seguía Lauren luchando contra sí misma. Por primera vez desde no recordaba cuándo, Lauren se levantó sin resaca, y es que esa noche no había bebido nada, solo dos cervezas más a parte de la que se había tomado con Camila sentadas en el sofá en pleno rellano. Le había gustado hacer esa loca cosa poco convencional de tener un sofá ahí en medio. El caso es que la chica de ojos verdes se tomó un par de cervezas y cayó rendida en la cama, no le dio tiempo a ponerse borracha porque estaba bastante cansada por el esfuerzo que había hecho de subir un sofá hasta un 5º piso.
Esa mañana Lauren pensaba en su vecina y en cuándo volvería a sentir el sonido de sus nudillos repiqueteando contra su puerta. Le gustaba estar con ella, era algo que Lauren no podía negar. Se levantó, se duchó y se puso su chándal y sus deportivas. Seguía sin conseguirse unos zapatos. Decidió poner el café a calentar y se sentó en una silla. Había logrado mantener la casa más o menos limpia, solo estaban las latas de anoche. Eran las once de la mañana y todavía no había pensado en suicidarse, de hecho, cuando le vino ese pensamiento a la mente, se sintió extraña, se le había olvidado por completo que en su vida había una misión, no tener vida nunca más.
Fue entonces cuando su teléfono móvil vibró. ¡Qué extraño, llevaban como ocho meses sin llamarla! Lauren fue a por él y se sorprendió de que todavía tuviese batería, no recordaba la última vez que lo había usado para algo. Vio el nombre de su casero en la pantalla e inmediatamente un nudo se le puso en la garganta.
-Lauren, hola, soy Ed. –La ronca voz de un hombre sonó por el altavoz. –Solo llamaba para decirte que estamos a día 15 de mes y todavía no he recibido el ingreso con el dinero del alquiler. ¿Ha pasado algo? No es que me preocupe, porque en estos tres años has pagado religiosamente antes del día cinco de cada mes, y es por eso que te llamo, porque me ha parecido extraño.
-Hola, Ed. –Saludó Lauren un poco nerviosa. –Sí, he tenido unos problemillas este mes, pero nada que no pueda solucionar. –"Con la muerte", pensó Lauren. –Tendré el dinero pronto y te lo ingresaré, no te preocupes por nada.
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Con la muerte en los talones [Camren Mini-fic]
Fiksi PenggemarEsta historia cuenta los días más difíciles que pasó Lauren Jauregui en su vida, que, por extraño que parezca, a la larga también van a ser los mejores porque la conoció a ella. Desde que su madre murió, nada le ha salido bien. Esta mala racha parec...