En peligro

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Al entrar al edificio me encuentro con la puerta que conduce hacia la sala de consejo, el adalid abre la puerta para nosotros y nos pide que entremos antes de él, cierra la puerta atrás de él y ve al consejo de guerra de su pueblo discutiendo el que hacer con el ejército de Sacrapos.

—Señores.—Llama el adalid.—Tenemos aliados.

—General Davenir.—Le responde otro adalid más imponente que él.—Supusimos que estaba muerto.

—Supuso mal, señor.

—¿Se puede saber qué fue lo que le sucedió y quienes son ellos?—Le pregunta el adalid imponente al general Davenir.

—Sacrapos me hizo prisionero junto a los otros cuatro generales que usted envió conmigo, cuando él se estaba preparando para atacar, los centuriones llegaron, inesperadamente al lado de los acroceos.

—¿Por qué nos ayudarían los acroceos?

—Porque no teníamos idea de que el siguiente objetivo de Sacrapos sería su hogar.—Responde Reep entrando a la sala.

—Pensaba que te ibas a quedar con la guarnición.—Le dice Opeth.

—Yo pensaba que iban a pedir tropas para poder mantener esta guerra en pie hasta que llegaran los refuerzos.

—¿Y por qué deberíamos ayudar a quienes ayudan al pueblo que nos ha estado atacando desde hace más de doscientos cincuenta mil años?—Pregunta el adalid.

—Porque el destino de nuestro universo está en juego.—Le responde el general Davenir.—Si no colaboramos y nos unimos para enfrentar a los soldados que están liderando este ataque ahora mismo, más tarde no habrá nada que nos pueda salvar.

—Habrá servido para algo.—Continúa el adalid.

—Piense en nuestro pueblo...—Insiste Davenir.—¿Es esto lo que usted quiere para ellos?

—¿Cuántos soldados necesitan?

—Estamos enfrentándonos con ciento cinco legiones a una fuerza de cinco mil.—Interviene Ambicatus, el adalid mira a los miembros de su consejo de guerra y al final, vuelve su mirada de nuevo hacia Ambicatus.

—Quiero que ejecuten la orden de contingencia número setenta y cinco.—Ordena.

—¿En serio está pidiéndonos que dejemos nuestras ciudades desprotegidas?—Le pregunta otro adalid.

—Así es, general Tovarius. Quiero que desplieguen a todas nuestras legiones y que los cuarteles queden completamente vacíos. Llévense provisiones suficientes para dos años y no vuelvan hasta no haber derrotado a los bastardos que se atrevieron a pisar nuestras tierras sin ningún previo aviso o que yo lo ordene.

—Sí, general supremo.—Responden los miembros del consejo y se retiran de la sala.

Los generales de la orden también salimos de la sala y del edificio, al llegar a las escaleras de la entrada de éste, el general supremo de los adalides detiene a Ambicatus y le da las coordenadas del punto de reunión de nuestras tropas.

—El general Tovarius ha ubicado a Sacrapos y va a reunir a todas nuestras legiones en frente de su campamento para atacarlo.

—Entendido, general supremo. ¿Puedo saber cuál es la idea principal de la orden de contingencia número setenta y cinco?—Le pregunta Ambicatus.

—Simplemente consiste en desplegar a todas nuestras legiones militares para prevenir catástrofes como la que va a ocurrir si ustedes fracasan en su intento por salvar al universo.

—¿No disponen de tropas de defensa en la ausencia de sus legiones?

—No son necesarias cuando todas las ciudades disponen de un escuadrón de guardias personales y una guarnición de seguridad capacitada para actuar en situaciones críticas.

—Tal vez eso no los pueda salvar esta vez.

—Estaremos bien. Llévense a mis tropas y hagan lo posible por defender a los habitantes de este universo se pague el precio que se tenga que pagar.

Los clarividentes, Reep, Davenir y yo salimos de la ciudad para agruparnos con la guarnición y vemos a los cuatro generales adalides acompañantes de Davenir hablando con Satán en el comunicador holográfico.

—Entendido gobernador.—Le dice uno de ellos a Satán.—Les informaremos a los altos generales de los reaper que sus legiones de reconocimiento, arqueros, caballeros, lanceros y cazadores estarán aquí en menos de cinco minutos.

—Cuento con ustedes, generales.—Responde Satán y el comunicador se apaga, los generales vuelven sus miradas hacia nosotros y uno de ellos toma aire.

—Supongo que ya no será necesario abrir la boca.—Suelta.

—Negativo, general.—Le responde Ambicatus.—Prepare a sus tropas, nos vamos en cuanto los refuerzos lleguen.

—¿Tan pronto?—Pregunta otro de los generales.

—La orden de contingencia número setenta y cinco ha sido activada.—Le responde Davenir, los generales se miran unos a otros y luego asienten.—¿En donde nos reuniremos con el ejército?

—Un planeta vecino a lo que antes era Anagantios.—Responde Ambicatus.—Preparen a sus tropas y esperen órdenes.

—Sí, alto general.—Responden los adalides y se van. Ambicatus se vuelve hacia nosotros y señala los generadores de portales.—Tenemos que prepararlos para salir.

Los generales de nuestras legiones preparan a los juggernaut para que vuelvan a Tyhjyys y consiguen un poco de espacio para recibir a las legiones de refuerzo que Satán está a punto de enviarnos, veo a Vokodlok y me dirijo hacia él.

—Entonces ahora está solo, señor.—Me dice antes de entrar en la cabina de mando de la bestia.—Me habría gustado ser más útil en esta guerra, pero supongo que no puede ser tan aburrido volver a descansar.

—Tal vez no.—Respondo.—Pero sea lo que los skouro estén planeando, nos va a debilitar y nos va a ser muy difícil recuperarnos en caso de que salgamos victoriosos.

—Buena suerte, Aphelion.

—La suerte no existe.

Vokodlok sube a su juggernaut y los portales de nuestras tropas de refuerzo los atraviesan desde el otro lado, cuando los últimos soldados salen de los portales, los juggernaut comienzan a elevarse y a cruzarlos para volver a Tyhjyys.

Las legiones de reaper que llegaron hace un momento se preparan para cruzar los portales al lado de la guarnición principal y veo que los clarividentes acomodan a sus legiones en frente de los portales, las de Ambicatus al frente, a sus costados las legiones de Dynamo y Overkill, después las mías y las de Saurom y en las orillas, las de Trivium y Opeth, los acroceos y los adalides se colocan atrás de nosotros y los portales se abren.

Renacer #5 - RevelacionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora