La puerta se abre y todos salimos del SPHA-T para dirigirnos al puente. Pasamos por algunos pasillos y subimos algunos pisos de escaleras desde los hangares para encontrarnos con una cabina operada por al menos veinte wargrey, Torn comienza a hablar con el capitán de la nave y nos pide que vayamos hacia los camarotes para ver en donde nos vamos a quedar.
Al llegar a un camarote pequeño pero vacío me dispongo a entrar para examinarlo y ver si me puedo quedar ahí.
—¿En serio te vas a conformar con el camarote de un recluta?—Me pregunta Torn.
—¿Debería ser diferente al de un alto general?—Le respondo con una nueva pregunta.
—Muy diferente.
—Sorpréndeme.
Torn nos vuelve a conducir algunos pisos más abajo y al llegar al penúltimo piso, nos encontramos con un pequeño grupo de cinco grandes camarotes en la lateral izquierda, otros cinco en la derecha y uno el doble de grande que el resto en el centro, listos para ser utilizados por nosotros.
—Bienvenidos.—Nos dice Torn.—Escojan el que quieran.
En seguida, Ambicatus entra en velocidad luz y se coloca en la puerta del más grande.
—Fueron lentos.—Se burla.—Es mío.
—¿Estás seguro?—Le pregunto parado justo por detrás de la puerta.
—¿Que ca...?—Su voz se apaga y él deja la puerta.
—La misma pregunta va para ti.—Me dice Saurom acostado en la cama.
—Que hijo de...
—No tengo padres.—Me interrumpe.—Solo soy un producto de la luz y la oscuridad.
Dejo el camarote y me dirijo al que está a su derecha, aún siendo más pequeño que el del fondo del pasillo, es al menos cuatro veces más grande que el de un recluta, tiene una mesa en la esquina que está a la derecha de la puerta y un ropero con pantalones para dormir, también tiene un muñeco de dos metros y medio para ponerle mi armadura y una cama en la pared de en frente de la puerta.
—Nada mal.—Murmuro y cierro la puerta, me quito la armadura y se la pongo al maniquí, me pongo uno de los pantalones para dormir del camarote, me recuesto en la sumamente suave cama y me sumerjo en un profundo sueño.
—¿De nuevo aquí?—Pregunta el tipo del sueño pasado, el que se parece a Sunktum.—¿De cuando a acá este lugar me es tan importante?
—¿Qué haces aquí?—Le pregunto, me observo y me doy cuenta de que tengo mi armadura puesta.—¿Quién te envió?
—¿Y tú quién eres?
—Aquí yo hago la preguntas.—Lo callo.
—Eso lo decido yo.—Me responde.
—Soy el portador de esta mente. Así que, como tu anfitrión, te ordeno que respondas a todas mis preguntas.
—¿Qué quieres saber?
—Todo... quiero saber quién eres tú... y qué es lo que estás haciendo aquí.
—Es eso mismo lo que yo quiero saber.
—Entonces sal de mi mente.
—Entonces te gusta hacer que las cosas sean difíciles.—El tipo que se parece a la estatua de Sunktum alza su mano y comienza a comprimirla, siento como se me empieza a escapar el aire y me arrodillo.
—Para, ya.—Le pido.—Te lo ruego.
Él se detiene y me mira.
—Entonces responde mis preguntas...¿Quién eres tú?
—Aphelion.
—¿Eres parte de la orden de centuriones?—Pregunta mientras tortura mi mente.
—¡Deténte!—Le pido.
—Responde.—Me ordena.
—¡Estoy con ellos!—Le respondo y despierto, cayendo de la cama.
—¿Qué sucedió?—Me pregunta Saurom mientras entra en mi camarote.
—Quiero creer que el Sunktum que ustedes conocían no se dedicaba a torturar soldados.—Le respondo.
—Él nunca se atrevió a hacer eso... ¿por qué el comentario?
—Me estaba torturando. Estaba...
—Cálmate.—Me interrumpe.—Deben ser solo sueños. Yo mismo vi como murió.
—Eso era demasiado real como para tratarse de un sueño.
—Clarividente de la profecía. Deben ser visiones, pero no más que eso.
—¿En donde murió?
—En el punto de supremacía.
—Quiero ir ahí. Quiero comprobar yo mismo que Sunktum está muerto.
—No podemos ir ahí. Debemos perseguir a Sacrapos. No podemos...
—Sacrapos está atacando el punto de supremacía.—Interrumpe Ambicatus entrando al camarote y yo miro a Saurom.
—Entonces iremos al punto de supremacía.—Suelta y sale de mi camarote.
—Si te encuentro vagando por ahí usurpando el nombre de mi padre,—murmuro.—tendré que asesinarte yo mismo. Aunque me cueste la vida, pagarás por tus actos en mi contra, impostor.
Me pongo mi armadura y agarro todas mis armas, las guardo en sus lugares y antes de ponerme el casco, lo contemplo un momento.
—Quiero creer que ya estás listo para la batalla.—Me dice una voz femenina, alzo la vista con la esperanza de ver a mi madre pero no veo a nadie.
—Creo que me hace falta dormir un poco.—Me digo y me pongo mi casco.
Salgo de mi camarote y me dirijo hacia las escaleras, en donde me encuentro con Opeth subiendo y con Dynamo saliendo de su camarote.
Ambos clarividentes suben juntos y yo me voy atrás de ellos, en uno de los pasillos me detengo en un bebedero, me quito el guante de oro y pongo la palma de mi mano en frente de la boca del grifo, jalo una palanca y el agua sale de ahí para ser absorbida por mi palma, mi cuerpo se hidrata un poco y cierro la palanca.
—Mucho mejor.—Digo para mí y veo que dos wargrey me están mirando, ellos retroceden lentamente y se dirigen hacia otro pasillo.
Me vuelvo a poner mi guante y me dirijo hacia el puente.
—¿Todos listos para el salto?—Pregunta Torn con entusiasmo y toda la cabina asiente.
—¿Para el qué?—Pregunto y la nave comienza a entrar en el túnel azul del hiperespacio.—Ay no.
La velocidad de la nave aumenta drásticamente y yo salgo disparado hacia atrás, me estampo con una pared de metal y veo que los soldados que están en toda la sala están mirándome con carcajadas, me intento levantar y una vez en pie, me tambaleo.
—Ya llegamos.—Anuncia uno de los oficiales y la velocidad de la nave se reduce, vuelvo a salir disparado pero esta vez hacia adelante y me estampo contra la ventana del puente.
Me recupero y desde la ventana veo la esfera de luz que siempre me describieron para referirse al punto de supremacía.
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Renacer #5 - Revelaciones
ActionLa orden de centuriones ha vencido a otro de los señores oscuros, listos para lanzar una ofensiva final hacia las cuarto brechas de donde los últimos hermanos de Demogorgón saldrán, los clarividentes tendrán que colaborar con Aphelion para encontrar...