Capítulo 1

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Mientras conducía por las estrechas carreteras que le llevaban a casa de su amigo Samuel, Zacarías intentaba encontrar razones para darle que evitaran que se perdiera en su lobo.

Sam no tenía familia ni amigos además de él mismo y su hermana gemela. No había nadie más que llorara su perdida una vez que se transformara y seguramente sería él el que tendría que matarlo antes de que hiciera daño a alguien.

Matar a su mejor amigo.

No. Tenía que haber una forma de ayudarlo. No sabía como pero tenía que hacerlo.

El tiempo se le acababa y no veía forma de evitarlo. ¿Qué le quedaba? ¿Un día? ¿Una semana? ¿Un mes? No sabía cuanto pero no mucho.

Zacarías no se engañaba, a él mismo no le quedaba demasiado tiempo tampoco y, si perdía a su amigo, era muy probable que él no tardara en hacerse salvaje.

Cuando habían sido más jóvenes pensaban que tenía todo el tiempo del mundo para encontrar a una hembra que les atara y que evitara que se perdieran en su bestia. Ahora, quizá demasiado tarde, se habían dado cuenta de que habían estado luchando contra reloj sin saberlo.

Por lo menos Zacarías había sido afortunado. Su relación con su hermana gemela hacía que las virtudes de volverse salvaje no fueran tan seductoras como lo eran para Sam, que siendo 5 años más joven que él, estaba cerca de su final. Aun así estaba aguantado más que muchos hombres.

Era a partir de los 30 cuando la llamada se hacía difícil de ignorar, y Samuel ya tenía 34. Pocos hombres sin emparejar llegaban a esta edad sin dejarse llevar por su animal, y Zacarías sabía que él mismo era una rareza. No se sabía de ningún cambia-formas que hubiera llegado a los 39 años sin sucumbir y estaba seguro de que era porque no podía perder a su hermana y a Samuel.

Cuando llegó, aparcó cerca de la pequeña casa y espero. Los instintos territoriales de su amigo eran cada vez más fuertes, más incluso que los suyos, y no quería perturbar al lobo de Sam más de lo necesario.

Su amigo salió de la casa y por un instante Zacarías recordó como lo hubiera recibido en su juventud. Hubiera tenido una gran sonrisa en su cara y le hubiera dado un abrazo invitándolo a entrar. Hoy, luchando por controlar su lado animal, sus facciones eran serias y tan duras como si estuviera mirando a un enemigo más que a su amigo de la infancia.

Ambos eran Alfas sin manada y el instinto por dominar al otro en su territorio era abrumador, pero nunca se habían dejado llevar por él. Y la verdad, si alguna vez hubieran peleado por la supremacía Zacarías no sabía quien de los dos ganaría.

Él era ligeramente más alto y fuerte, pero Sam era muy rápido y nunca había perdido una pelea. A Zacarías se le consideraba el lobo más fuerte jamás nacido demostrado en innumerables retos ganados contra los más poderosos lobos, los enemigos de Samuel lo subestimaban por su menor tamaño, lo que siempre le había dado ventaja en combate. Pero si le preguntaran a Zacarías cual ganaría una pelea, la cosa estaría muy igualada.

Samuel le hizo un gesto con la cabeza y Zacarías se bajó del coche y se acercó, hasta que vio el ceño de su amigo fruncirse. Esa no era una buena señal así que Zacarías permaneció a un par de metros.

-Te esperamos anoche a cenar en casa de Carolina.

-Sabes que es una pérdida de tiempo.

Su hermana Carolina se había propuesto seriamente buscarles a ambos esposa y una vez por semana invitaba a mujeres solteras para intentar emparejarlos. Ninguno de los dos estaba muy contento con ello pero ambos lo aceptaban porque era la forma que tenía Carolina de ayudar. Ella nunca había sido una chica que permaneciera de brazos cruzados ante un problema y ahora no iba a cambiar.

-No soy bueno con las citas a ciegas. Nunca va a funcionar.

-No lo sabrás si no lo intentas.

-Lo he intentado. Llevo años intentándolo pero estoy harto. No lo voy a hacer más.

-¿Y te vas a rendir sin más? ¿Vas a volvernos salvajes a los dos porque estás harto?

-Sobrevivirás a mi. Yo no te voy a volver salvaje.

Zacarías se rio sin humor.

-¿Cómo eres tan estúpido? ¿Cuándo tardaré en seguirte después de que tenga que matarte?

-Que lo haga otro. Hay cazadores...

-¿Y crees que yo les dejaría que se acercaran a ti? Eres mi amigo.

-Y por eso no puedes cazarme. Tú tienes a Carolina y ella puede darte el tiempo que necesitas hasta que una de las citas que te prepara funcione.

-Sam, elije por los dos. O aguantamos hasta que encontremos a la mujer que nos ayude a controlar al lobo o nos hacemos salvajes. Sea lo que sea lo que pase, estamos juntos en esto.


Se acabó el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora